Dos hombres y una mujer de nacionalidad francesa estuvieron a punto de cambiar el curso de la historia de España. De haber hecho estallar el artefacto explosivo, la deflagración podría haber segado la vida de Carmen Polo y Carmen Franco, mujer e hija de Franco, respectivamente, cuando el 18 de agosto de 1962 ascendían por carretera hacia su residencia donostiarra de Aiete, lugar de veraneo de la familia. Pero el plan era "ejecutar" al caudillo. El libertario Octavio Alberola y la vizcaina Julia Hermosilla fueron dos de los responsables de la operación orquestada por anarquistas vascos en el exilio. Ambos rompen su silencio y desvelan para este reportaje varias informaciones ocultas hasta la fecha. Este es el relato de los hechos:

Estallan varios petardos. Autocensurándose con titulares de esta índole informó la prensa de la época sobre un fallido atentado contra Franco. La dictadura silenció cualquier información al respecto, pero actualmente se conocen muchos datos. Pese a todo, aún faltan pequeños detalles que no terminaban de salir a la luz: ¿Quiénes fueron los autores materiales del atentado?

Hermosilla, junto a su marido, Ángel Aransáez, colaboró estrechamente desde su casa de Iparralde con el organismo secreto Defensa Interior -El Submarino, en el vocabulario interno-. El grupo fue creado tras el Congreso de Limoges de 1961: siete destacados dirigentes libertarios constituyeron el DI, entre ellos, el mismo Alberola, y decidieron realizar acciones armadas que recordasen internacionalmente que en España continuaba la dictadura. Asimismo, el objetivo principal era "abatir" al dictador. En los siguientes meses se produjeron varios atentados en lugares como Madrid y Barcelona. Alberola puntualiza que "estas acciones, al mismo tiempo, disimulaban la otra operación de más envergadura".

Autoría vasca

Ejecución francesa

Para llevar a cabo la operación "de más envergadura", el DI tenía un plan: hacer estallar al paso de Franco una bomba en la carretera exterior del Palacio de Aiete. Pero, ¿cómo lo iban a realizar? Los anarquistas conocían el itinerario veraniego del caudillo, que repartía desde hacía años sus vacaciones estivales entre Galicia y Donostia: siempre repetía el mismo trayecto, pero "era muy difícil conocer sus desplazamientos, además de la protección que tenía. Aún así, allí había una ocasión, y valía la pena estudiarla", explica Alberola.

Concretamente, los organizadores de la operación en el DI fueron Cipriano Mera, Juan García Oliver y el mismo Alberola: "Comenzamos a hacer los contactos para buscar compañeros dispuestos a pasar a España, a pasar material…". Para ello, contactaron con Hermosilla y Aransáez. "Yo les conocí en el 62. Solo éramos nosotros tres y ellos los que estábamos al corriente de lo que se preparaba", puntualiza. La operación se fraguó, entre otros lugares, en casa de los Aransáez: el primer paso consistió en realizar un estudio del terreno por parte de Hermosilla en las inmediaciones de Aiete. Después, se buscó al comando que cruzaría la muga para realizar la acción. "Te puedo decir que eran dos franceses y una francesa. Es la primera vez que lo digo. Nunca se han dado los nombres; y nunca han querido que se den", asevera Alberola. De todos modos, aporta más detalles inéditos sobre sus perfiles. "Los conocí en mayo del 62 en París, y el mayor tendría 32 o 33 años. Los dos hombres se conocían mucho, y uno de ellos creo que había sido militante comunista en Francia, pero no lo aseguro. Al menos, el otro y la compañera, que se llamaba Monique, eran muy amigos y habían formado parte de un grupo que ayudaba a los argelinos que luchaban por su independencia, y que había hecho acciones contra la OAS, que eran los grupos del Ejército secreto francés contrarios a la independencia. Los dos habían ayudado a los argelinos para guardar cosas y esconder gente; militaban en grupos libertarios franceses en París. Vamos, estos dos sí tenían experiencia en la clandestinidad, porque los libertarios que me dieron el contacto eran gentes implicadas en la lucha contra la OAS", añade.

Preguntado por el paso de frontera, el anarcosindicalista indica que los galos "fueron los que recibieron el material explosivo, veinte kilos de explosivo plastic, que venía de un depósito de la zona de Toulouse. Lo pasaron a España por la carretera que va de Hendaia a Irun, en un coche preparado por el mecánico Vicente Martí en un taller de Avignon para que no lo pudieran detectar. Lo pasaron uno de los franceses y la francesa, como si fueran matrimonio". Calcula, además, que cruzaron la frontera aproximadamente el 2 de agosto de 1962. El comando guardó el explosivo en un camping de Ulia donde se instaló para evitar sospechas. Pero hacía falta un mecanismo para detonarlo. Para ello, los libertarios tenían una red de colaboradores que preparó cerca de Pau el aparato. "Era como un transmisor de radio enorme, de unos treinta centímetros por veinte de alto", explica el veterano libertario.

La maleta

¿Transmisor o explosivos?

Los libertarios refugiados en Francia jamás habían pensado en contactar con ETA para hacer llegar el transmisor al interior. "Pensábamos que lo podíamos hacer también nosotros independientemente, para que la información no pudiese circular demasiado. Pero los compañeros que estaban dentro nos indicaron que para ellos era difícil volver a Francia, y después volver a pasar con él. Entonces, se pidió a Aransáez que viera con ETA si podían pasarlo, diciéndoles que era para montar una emisora clandestina", apunta Alberola, al tiempo que señala que la dirección libertaria desconocía quiénes eran los contactos en ETA: "Había cierta afinidad, solidaridad en la lucha antifranquista. Sobre todo entre los vascos".

Nayarin Aransáez, hijo del matrimonio, lo confirma: "Mi padre se arregló con Iulen de Madariaga -aquí entra Iulen como en su casa-. Le dijo: 'Nosotros tenemos una maleta; tenemos que pasarla. Con los contrabandistas de dinero, oro y tal de aquí, no. Aunque tengamos confianza, queremos que sea una organización'. Entonces Iulen le contestó: 'Nosotros tenemos mugalaris'. Mi padre le dio la maleta; Iulen la pasó".

Por su parte, en una entrevista al periodista Antoni Batista (Sàpiens. Núm 113), Madariaga contradice la versión de Alberola sobre el contenido de la maleta: "Uno de los compañeros libertarios de Baiona me pidió explosivos. Yo lo planteé a la dirección de la organización y, una vez que decidimos que los ayudaríamos, fui a un estanco de Baiona con una contraseña, y allí me dieron un maletín metálico de color plata o mercurio con unas dimensiones de cuarenta por treinta centímetros aproximadamente. Quien me dio el maletín diabólico también me dio unas instrucciones sobre lo que se tenía que hacer: pasarlo por Hendaia y entregarlo a los compañeros libertarios. Estoy prácticamente seguro de que era Goma 2". Fuera como fuese, finalmente consiguieron que todo llegara a manos del comando francés, que se hallaba en la capital guipuzcoana a la espera de una señal para proceder a su colocación. Mientras, los organizadores de la operación aguardaban noticias en Lapurdi.

Gran incógnita

Fecha de llegada

"El gran problema era las pilas: la bomba estallaría con pilas Tximist", relata Nayarin junto a su madre, haciendo referencia a la marca oñatiarra. "Solo tenía una duración de siete días, pero había que intentarlo", añade convencido Alberola. Otro de los escollos era que desconocían el día exacto de la llegada del dictador a Donostia, pero debían soterrar el artefacto antes de que la seguridad franquista desplegara su vigilancia. "Entonces calculamos en función de los años anteriores la posibilidad de que llegara en esas fechas. Se les dijo: 'A partir de tal día ya podéis enterrar el material'", narra el organizador.

Por tanto, simulando una comida campestre, los franceses enterraron la carga explosiva en una cuneta, a unos 500 metros del palacio. "La antena salía al exterior para que pudiera funcionar; estaba en unos arbustos", especifica. El 12 de agosto de 1962 llegó el rumor de que Franco partía de Galicia, por lo que activaron el plan: mientras una bomba explosionaba en el Valle de los Caídos, la célula gala colocaba las pilas al receptor de Aiete. El 18 de agosto, sin noticias de que el generalísimo había llegado a Donostia a bordo de su yate Azor, los franceses observaron con prismáticos desde Ulia cómo una comitiva franquista ascendía la carretera hacia Aiete. ¿Explosionarla o no? Las dudas se apoderaron de ellos y, al final, desistieron. ¿Quiénes iban en la comitiva? Finalmente, con la certeza de que las pilas se descargarían en pocas horas, desde Iparralde les ordenaron explosionarla como efecto propagandístico y para evitar peligros. Unas horas antes la mujer gala pasó a Francia y, tras la detonación, los hombres. Una vez estuvieron todos a salvo, la dirección regresó a París y se dispersó. Más tarde supieron que en la comitiva viajaban la mujer y la hija del caudillo. Él llegó a San Sebastián dos días más tarde en su yate Azor.

Tres Franceses

Nombres desconocidos

Según Alberola, los tres franceses "volvieron a sus trabajos, porque era gente que trabajaba -la chica era secretaria en una empresa-, y también a sus actividades políticas. Lo que no han hecho es destacar, porque no he oído sus nombres de nuevo. Los hombres no volvieron a participar en lo nuestro en ninguna acción más. Ella nos ayudó en llevar materiales, guardar gente en su casa… en acciones del DI. La volví a ver bastantes veces, la última por el 78-79 en una reunión de la Federación Anarquista francesa".

Desgraciadamente, este libertario les ha perdido la pista: "No tengo noticias de que haya fallecido ninguno de los tres. Es posible por la edad; he perdido el contacto desde hace muchos años. La última vez que nos vimos quedamos en que la autoría quedaría en secreto; que si acaso, serían ellos los que lo rebelarían". Ahora, por tanto, solo falta que dichas tres personas den un paso al frente y digan: "Yo atenté contra Franco".