Bermeo. 5 de marzo de 1937. “El día de combate amaneció gris, lluvioso, de bastante marejada, estaban mareados casi todos ellos”, dejó grabado en un cortometraje para la historia Benjamín Diego, de Gordexola, segundo camarero del bou Nabarra, embarcación disfrazada de gris guerra y que plantó cara al mayor crucero de los militares españoles sublevados contra la Segunda República, el Canarias. Fue en la sobremesa, se veían las caras un bacaladero de vapor con un crucero fascista de 10.000 toneladas de desplazamiento. Eran escasos 65 metros de eslora contra 200 del monstruo totalitarista; 10 metros de manga contra 20 del oponente.
El Nabarra, antes llamado Vendaval, portaba un máximo de 52 marineros voluntarios convertidos en gudaris que podían atacar y defenderse con dos cañones de 101 milímetros. La tripulación del Canarias ascendía a 1.200 hombres y se enorgullecían con sus ocho cañones de 203 milímetros y otros tantos de 120 milímetros. “Era nuestro viaje número 33 de escolta. Salimos confiados porque la orden que había mos recibido era que no había ningún barco por la zona. Después de la comida, se recibió una notificación.El Canarias estaba allí y debimos refugiarnos en puerto amigo”.
Al poco se gritó zafarrancho de combate. “Se oyó ¡humo a babor, barco tipo de guerra! El capitán mandó cada uno a su puesto y luego vino el combate”, agregaba Benjamín en un tesoro audiovisual de los años 80 titulado Ikuska-17 y que la asociación Matxitxako ha recuperado estos días para conmemorar los 75 años del episodio histórico. Se puede ver en www.marinavasca.eu.
fallecidos
Un total de 40
El 5 de marzo de 1937, el crucero franquista Canarias interceptó, a la altura de Matxitxako, un convoy que se dirigía de Baiona a Bilbao. Lo formaban el mercante Galdames y los bous Gipuzkoa, Bizkaya, Nabarra y Donostia. El combate terminó con el apresamiento del Galdames y el sacrificio heroico del Nabarra. El Gipuzkoa logró entrar en Portugalete con graves averías, mientras el Bizkaya lo hacía en Bermeo tras liberar al mercante Yorkbrook, apresado por el Canarias antes del combate. El Donostia se retiró a Francia.
En el combate fallecieron 40 personas (29 de Nabarra, 5 del Gipuzkoa, 1 del Canarias y 5 pasajeros del Galdames). Fueron capturados 20 supervivientes del Nabarra. Todos fueron condenados a muerte, pero la intercesión personal ante Franco del comandante y del director de tiro del Canarias, Salvador Moreno y Manuel Calderón, consiguió su indulto y liberación, en reconocimiento a su valentía. Sin embargo, la tripulación y algún pasajero del Galdames recibieron largas condenas de prisión y alguno fue fusilado.
De la batalla de Matxitxako también escribió el corresponsal de guerra George L. Steer e, incluso, menos conocido es un poema que el literato inglés C. Doy Lewis y su título The Nabarra (Overtures to death and otherpoems): “Fueron a la batalla sabiendo que el triunfo era improbable, y así fue. (...) Hombres de la tierra vasca, eran hombres sencillos. Y porque la amaron tanto(...) prefirieron perecer antes que entregarse”.
Antes de que el comandante Moreno, murciano, decidiera no entregar la ikurriña y ahogarse en un acto de orgullo. “Lanzamos unos 100 cañonazos”, confirmó el gudari Benjamín Diego. El de Gordexola seguía con su narración: “Al terminar el combate se acercó el Canarias. Nos hicieron subir abordo, y nos metieron en el pitan, un depósito con soldados de guardia. De allí, otro día, pasamos al Velasco, a Pasajes y a la cárcel Ondarreta. Nos hicieron dos consejos de guerra. En el segundo, nos metieron a todos pena de muerte”.
A continuación, Quintana Ayesta agregó que el defensor pidió clemencia. “Dijo al tribunal que Franco había dicho que los que no habían matado, robado, violado serían perdonados. Éstos entran en esta ley, pero el fiscal pidió pena de muerte, porque éramos la gente más adicta al Gobierno de Euzkadi, que asaltamos a sus barcos y que tirábamos a sus hombres vivos al agua”, atestiguaba el de Zierbena que en el corto estuvo presente con Pedro Clemente Sestao, fogonero del Nabarra, el donostiarra Antonio Santiago, ayudante de fogonero y Jose Javier Olabeaga, segundo oficial. Ellos fueron algunos de los héroes que hicieron frente al “súper-crucero faccioso”, como el Gobierno Vasco lo definía en sus misivas de entonces.
El Canarias sufrió una baja y un herido. El guardiamarina José María Chereguini Lagarde subía por la escalerilla cuando un cañonazo del Gipuzkoa le segó las piernas y falleció. Se podía ver como los impactos del Nabarra provocaron en el casco del crucero tipo Washington como mucho abolladuras.