vitoria. Dos años después, la historia se repite, aunque con distintos protagonistas. En febrero de 2010, un individuo de unos 40 años e igualmente ebrio, logró llevarse otro vehículo público, en aquella ocasión un coche patrulla de la Policía Local. El escenario fue exactamente el mismo, la calle Antonio Machado en la acera de los números pares, concretamente frente al portal 12. Da la sensación de que los funcionarios tendrán que extremar la vigilancia cada vez que se apeen de sus vehículos cuando transiten por esta calle. El origen de aquel suceso tuvo lugar a las 9.00 horas de un lunes, cuando los vecinos de Sansomendi vieron deambular por la calle a un hombre muy afectado por la ingesta de alcohol. Entró en el bar El Encuentro, donde se dedicó a incomodar a los clientes. Cuando comenzó a vociferar expresando sus enormes ganas de jugar al mus, la paciencia del dueño del local tocó a su fin y llamó a la Policía Local, que acudió al instante y sacó al individuo a la calle. No se le detuvo porque no había ocasionado daños mayores. Al cabo de unos minutos regresó, pero los responsables del establecimiento le volvieron a echar. El hombre decidió cambiar de público y se dirigió al vecino bar Gasteiz. Tras varias entradas y salidas, finalmente se quedó fuera y se sentó en un banco.

Quiso la casualidad que frente al banco estuviera aparcado el coche de la Policía Local y una motocicleta del mismo cuerpo. El coche estaba vacío y con las llaves puestas en el contacto, para activar la sirena y marcar la posición. Entre la confusión, el borracho se introdujo en el coche y se lo llevó. Los agentes salieron corriendo tras él, pero el vehículo enfiló a toda pastilla la avenida de Los Huetos. El motorista también se puso a perseguirle y un Nissan Patrol del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil, alertado por los vecinos, se sumó a la caza cuando el grupo pasó junto al cuartel. El fugitivo rebasó el Seminario y acertó a doblar hacia la calle Méjico, pero al llegar a la rotonda de Adriano VI en San Martín se le agotó la suerte y acabó estrellándose. Una vez detenido, dio 1,40 en la prueba de alcoholemia que se le practicó.