Vitoria. Otxandio lleva a gala ser la localidad de Bizkaia que más sufre los rigores del invierno cuando se desploman las temperaturas y la lluvia da paso a las heladas y las nieves. Pero bien entrada la estación de invierno, no ha visto ni un copo de nieve. "Este año se está retrasando", reconoce con filosofía Jaione Ajuria, propietaria de Kerizara Baserria, un coqueto agroturismo situado entre los parques naturales de Urkiola y Gorbea.
Pero lejos de asombrarse por la ausencia de nieve, Jaione se toma con naturalidad algo que solo las personas muy cercanas a la naturaleza conocen: "lo de las nieves y el frío es cuestión de ciclos, ya llegará. Hace unos años estuvimos un mes sin ver verde debido a la cantidad de nieve, y hace cuatro años tuvimos de enero a marzo una primavera adelantada, de ir en mangas de camisa".
Con muchos más datos recopilados cuidadosamente en el ordenador y después de rebuscar en hemerotecas y publicaciones de todo tipo, Margarita Martín coincide con la baserritarra: "No ha nevado, pero eso es normal. Puede que lo haga o que no el resto del invierno, y también sería normal. El clima es cambiante y hay valores medios. Pero todo lo que está entre los extremos es normal y todo fenómeno que ha ocurrido en el pasado puede volver a pasar", sostiene la delegada en Euskadi de la Agencia Española de Meteorología.
Pero siempre hay quien se pregunta qué está ocurriendo para que no veamos nevadas como las que paralizaban las ciudades, colapsaban las comunicaciones y obligaban a las personas a encerrarse en casa durante días. Esta semana precisamente se cumplen veinticinco años de una de aquellos temporales de nieve y frío que helaron Europa y causaron cientos de muertos en todo el continente. Las nevadas caídas a partir del 10 de enero de 1987 fueron las más dramáticas que se recuerdan en décadas en Euskal Herria: murieron tres personas a causa del frío, cuarenta pueblos vascos se quedaron aislados y dejaron escenas inhabituales, como la de un Bilbao congelado y cubierto de nieve.
Al menos a corto plazo, esta imagen no volverá a producirse. Salvo una fina capa blanca que cubrió las cumbres más altas de Euskadi a finales de otoño, la nieve ha brillado por su ausencia, y las previsiones no prevén cambios sustanciales hasta, como mínimo, el domingo día 22. "Estamos bajo la influencia del anticiclón continental -explica Margarita Martín desde el Observatorio de Igeldo, en Donostia-, lo que significa que está haciendo frío, con nieblas, pero sin precipitaciones". Habrá que esperar para catar nieve, aunque los meteorólogos no se atreven a dar fechas. "Puede que no nieve o que nieve a final de la primavera", deja Martín para la incógnita.
El meteorólogo Edorta Román es de la misma opinión. "Está claro que es un invierno remolón, tardío". Esta atipicidad no es exclusiva de los mapas del tiempo Euskadi. "En el resto de Europa y América del Norte también se están preguntando dónde está el invierno".
Esta situación de escasez de precipitaciones en forma de nieve afecta a toda la península. Para la delegada de Aemet todo tiene una explicación lógica: "La península ibérica está en latitudes demasiado bajas como para asegurar nieve todos los años. Lo curioso es que montamos negocios (en referencia a las estaciones de esquí) bajo la hipótesis falsa de que nieva todo los años, como si esto fuera Suecia. Lo mismo ocurre con las terrazas de verano, nadie puede garantizar buen tiempo todos los años porque vivimos en unas latitudes medias". La nieve está asegurada solo por encima del paralelo 55, por encima de Escocia y Dinamarca, y el sol por debajo del paralelo 36, por debajo de Tánger, insiste Martín. "En el medio no hay nada seguro, por lo que en las zonas templadas como las que estamos en invierno puede hacer frío y calor. He visto ocasiones de un mes entero de anticiclón continental, con niebla, frío y sin una gota de precipitaciones", avisa.
Los meteorólogos no se atreven a relacionar estos fenómenos con el cambio climático, aunque reconocen que venimos de un otoño extremadamente cálido, con el noviembre más caluroso de las historia de Euskadi registrada. ¿Estos fenómenos son culpa del cambio climático? "Es una pregunta imposible de responder -tercia Edorta Román-. Nos queda mucho por conocer de la atmósfera. Más que hablar de cambio climático tenemos que hablar de tendencias, y para ello necesitamos como mínimo diez años con unas circunstancias determinadas".
huele a primavera Y no es el caso. Román recuerda que hemos pasado tres inviernos muy crudos y que el actual, al menos por el momento, "rompe la tónica". El invierno de 2006-2007 fue muy parecido al actual, incluida una prealerta de sequía por la falta de precipitaciones. "En aquella temporada el tiempo pegó un cambio notable a mitad de febrero y es cuando empezó a entrar el invierno, más corto pero muy crudo".
El que ya percibe la primavera en el ambiente es Pello Zabala. El popular fraile franciscano del Monasterio de Arantzazu, además de tener en cuenta las témporas, observa con detenimiento los signos que lee en la naturaleza todas las tardes, cuando sale de paseo tras el almuerzo. "Hay árboles que están apuntando flores y los pájaros andan revueltos; todo apunta a la primavera", apunta.
Este catedrático en meteorología popular recuerda que las últimas témporas coincidieron con "una nevadita en las montañas. En la siguiente luna menguante, que coincide con el lunes (por hoy), el anticiclón se revuelve algo y puede que en la montaña caiga algo de nieve, pero los pronósticos son "contradictorios", confiesa. Con todo, apuesta por que el invierno va a ser "muy suave.
De vuelta en Otxandio, Jaione Ajuria relativiza los crudos inviernos de nuestros abuelos. "Los mayores alardean de aquellos carámbanos, de los churros de hielo que duraban semanas, pero todo aquello tenía explicación. Ahora todas las casas tienen canalones y el agua ya no forma carámbanos de hielo. No creo que sea el tiempo lo que ha cambiado; los que hemos cambiado somos nosotros y nuestras condiciones".