Vitoria. Los teléfonos móviles, los microondas o internet por wifi son instrumentos que se han convertido en habituales en el día a día. De hecho, son hasta imprescindibles, porque, ¿qué joven no tiene un móvil? Es más, desde que estos tienen internet, se han convertido en una extensión de nuestros órganos vitales. Aun así, hay quien aún vive ajeno a esta revolución tecnológica. Los hay que lo hacen por voluntad propia. Sin embargo, también hay otros como Irune Ruiz, Iker Iriondo o Antonio Fernández que son electrohipersensibles y que no toleran las ondas electromagnéticas.
Los tres son miembros de Ekeuko-Covace (Elektromagnetismoak Kaltetuen Euskal Koordinakundea/Coordinadora Vasca de Afectado/as por Campos Electromagnéticos) y sufren cada vez que están en contacto con estas fuerzas y no pueden llevar una vida normal. Entre los síntomas más comunes están el insomnio, el dolor de cabeza o el cansancio general. Según explica Irune Ruiz, todos somos sensibles a las ondas electromagnéticas. Aun así, los hay que, como ella, son hipersensibles, ya que aguantan menos la exposición. Ruiz cree que su enfermedad es debida al contacto excesivo que tuvo durante los diez años que estuvo estudiando en Estados Unidos con ordenadores de rayos catódicos.
En otros casos, como en el de Antonio Fernández, es la exposición a la televisión o también por antenas o radioterapias. Este mal, que sólo está reconocido como discapacidad en Suecia, tiene otro agravante: es acumulativo, por eso, cada día se sienten más débiles. Ante esto, no pueden caminar por la calle o viajar en el metro, porque la exposición a las ondas les debilita. Entre los casos más extremos está el de Antonio, cuyo desarrollo de la enfermedad sitúa en el 60%. Él tuvo que dejar su trabajo en un quiosco-librería por su exposición a los teléfonos inalámbricos. "Puse un cartel pidiendo por favor que apagasen los móviles", explica. Aun así, la gente no le hizo mucho caso y tuvo que dejar su empleo. "Entiendo que los clientes no se diesen cuenta de que tenían que apagar el móvil al entrar en el establecimiento, pero yo volvía a casa conduciendo y no podía aguantar", enuncia.
Escuela 'sin wifi' Según los datos que manejan en Ekeuko-Covace, a día de hoy, un 9% de los europeos sería electrohipersensibles en diferentes grados. Según anuncian Ruiz, Iriondo y Fernández, ante la proliferación de teléfonos móviles o aparatos de wifi, un estudio del Instituto Karolynska (Suecia) vaticina que en 2017 hasta el 50% de los habitantes de la Unión Europea podría sufrir este mal, por lo que lo consideran un tema urgente a tratar.
Para frenar la enfermedad, la asociación Ekeuko-Covace, junto con el colectivo Ekologistak Martxan, han impulsado una campaña en todo el Estado para una Escuela sin wifi, que sucede a la de información que iniciaron en noviembre de 2009, después de comparecer en el Parlamento Vasco.
Según explican, existen más de 6.000 estudios científicos que advierten sobre la contaminación electromagnética. De hecho, recuerdan que existen dos resoluciones del Parlamento Europeo y una del Consejo Europeo, la 1.815, que recomiendan que en las aulas se acceda a internet por cable, de manera que se evite el wifi, los teléfonos inalámbricos o los móviles.
Además, añaden que las radiofrecuencias artificiales están catalogados por la Organización Mundial de la Salud y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer como "posible cancerígeno" y que pueden ser muy perjudiciales para diabéticos o embarazadas. Por eso se preguntan "por qué exponer a los niños, cuando son considerados uno de los colectivos más sensibles a un peligro que cuánto más cerca está, es más dañino", en referencia a las ondas electromagnéticas.
Por estas razones, Ruiz, Fernández e Iriondo critican que tanto el Gobierno vasco como el español "prefieran la movilidad a la salud" al querer llevar adelante la instalación de wifi en las escuelas. Según señalan, cuando se dirigieron al Ejecutivo vasco les "dio a entender" que "los niños ya están demasiado expuestos a radiaciones". Sin embargo, los miembros de Ekeuko-Covace, insisten en recalcar que una de los propósitos que sostiene la campaña es la prevención. Según explican, desean evitar catástrofes sanitarias como las ocurridas con el amianto, el benceno o el plomo.
Así, inciden en la importancia de emplear en las escuelas alternativas como internet por cable o la fibra óptica, para que las aulas se conviertan también en "Zonas Blancas libres de contaminación por ondas electromagnéticas".