La ordenación territorial es uno de los asuntos más desconocidos entre la población, pero el que más toca de lleno su día a día. Es la que decide, por ejemplo, si el Tren de Alta Velocidad puede circular enfrente de casa, si en el monte pueden plantarse molinos de viento o dónde se pueden ubicar unas casas. Las herramientas que se utilizan para esta regulación son las Directrices de Ordenación del Territorio (DOT), que son las mismas que se revisan en estos momentos. En ellas impera el modelo técnico, para el diseño de sus planes, y el político, para la aprobación de los mismos y apenas nada la participación ciudadana. Un motivo de peso que llevó a que la capital alavesa acogiera ayer en el centro Montehermoso el foro Planoetatik kalera, como colofón a la serie de encuentros que el Consejo de la Juventud de Euskadi (EGK) empezó a celebrar el pasado día 4 en Donostia y siguió en Bilbao con el que se hizo este mismo martes.
El encargado de inaugurar este programa fue el geógrafo Joseba Koldobika Arbaiza, con una charla centrada en la problemática de este modelo. "En los últimos años el desarrollo que hemos llevado adelante es completamente insostenible por la vorágine de la construcción tanto en infraestructuras como en viviendas", denuncia este bilbaíno. La consecuencia de ello es, a su juicio, "la política de polarización de ciudades, para que así sean las encargadas de tirar del carro". Y Álava, como puntualiza, es un claro ejemplo de ello, con Vitoria como claro exponente de su macrocefalia. "Es un error importante porque se crean ciudades dormitorio. Los espacios entre capitales son siempre de oportunidad, pero a ellos se lleva lo que estorba de las grandes ciudades porque allí, además, la confrontación a ellos es menor", censura Arbaiza, quien, frente a ello, aboga por recuperar la idea de la comarca. "Rioja Alavesa es una idea muy clara de ello. Agurain también, aunque viva muy ligada a Vitoria".
La propia capital alavesa no es ajena a este desarrollismo voraz. "El crecimiento de Vitoria es irreal, con nuevos barrios nacidos de suelos agrícolas, que no tienen una cohesión real entre los vecinos. Otro error que hay que redensificar".
Otro buen ejemplo de polarización para este geógrafo es el del Tren de Alta Velocidad. "Es un fiel reflejo del modelo territorial de concentrar la población en los grandes núcleos para que también la movilidad sea más ágil. ¿Pero para quién se hace este tren bala? Parece que los billetes estarán lejos de trabajadores y estudiantes. El objetivo indica que es la competitividad entre las ciudades, para atraer a ellas más negocios. Y no somos conscientes de la incidencia en los espacios naturales".
Lo mismo cree que ocurre con la posible extracción de gas que se puede hacer en suelo alavés. "Todavía no somos conscientes de su gravedad. Es un discurso incoherente porque queremos vender la moto de que profundizamos en renovables, pero tenemos esta dependencia. Hablamos a la ligera y no sabemos cómo afectará a Álava".
soberanía alimentaria El peligro de que la máquinas empiecen a trabajar en grandes proyectos, no sólo pasa por crear grandes medios de transportes o metrópolis, en detrimento de los pueblos. Las nuevas infraestructuras también acaban con el suelo rural y, por ende, con la soberanía alimentaria. Lo sabe bien el pastor de Menagarai Luis Zaballa, quien en calidad de vocal de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA), fue uno de los participantes de la mesa redonda que se abrió a continuación. "Destruir las tierras de cultivo por una carretera es contraproducente porque el suelo no se recupera", censura este joven de 35 años. Una acción que, de seguir por este camino, provocaría que Álava deje de producir el 30% de remolacha azucarera y el otro tanto de carne que se consume en Euskadi. Pero también que no haya relevo generacional. "En 1989 había 15.563 explotaciones de vacuno (de leche y carne). Ahora hay 6.103, y sólo el 40% es susceptible de tener relevo generacional", lamenta Zaballa.