Bilbao. "Entró y se puso a dar vueltas, a mirarlo todo con una expresión muy extraña, como desencajado. Normalmente, le hubiera dicho que abandonara las instalaciones, porque esto es un centro privado, pero tenía tan mala pinta que me dio miedo y preferí no decirle nada". La responsable de la recepción del gimnasio Nivel 3 narraba así a DNA su primer encuentro con el joven agresor de Santutxu. Y es que, minutos antes de que comenzaran las escenas de pánico en las inmediaciones de la boca del metro de la calle Zabalbide de Bilbao, el joven de 31 años y de origen iraní "caminó errático" por el gimnasio. Poco después, atacó con un cuchillo de cocina de 17 centímetros a varios vecinos de la zona. Como consecuencia de las agresiones, Kepa Mallea, de 65 años y vecino de Santutxu, perdió la vida tras recibir varias puñaladas en el abdomen. Asimismo, otras seis personas resultaron heridas de diversa consideración y tuvieron que ser atendidas en los hospitales de Cruces, Basurto y Galdakao -dos de ellas con pronóstico grave y otras dos fueron dadas de alta a lo largo de la tarde-.

Además, el Ayuntamiento anunció ayer que ejercerá la acusación popular contra el joven por el ataque de "forma indiscriminada y con ensañamiento" a las personas que se encontraba a su paso.

El joven iraní, B. A. K, merodeaba por el barrio inquietando a aquellas personas que se cruzaban con él. "Tenía una mirada rara, como desencajada. Cuando nos miramos, bajé la mirada y me aparté, porque me dio miedo", comentó Mariló, clienta del gimnasio Nivel 3 cerca del lugar de los hechos. El joven iraní que ayer acabó a puñaladas con la vida de Kepa e hirió a otras seis personas, deambuló "desorientado" por los tres pisos del centro deportivo. Entró en las clases y en los vestuarios sin dirigirse a nadie ni comportarse de forma violenta, aunque con una actitud inquietante. "Avisé al monitor para que le tuviera controlado, pero le recomendé que no le dijera nada porque me daba mala espina", explicó la recepcionista.

Eso pudo ser lo que salvó a los empleados y usuarios del gimnasio de ser las primeras víctimas. Apenas unos minutos después, en torno a las 09.40 horas, B. A. K. giró la esquina y se centró en su primer objetivo. Se trataba de una pareja joven, ella embarazada, que salía de la boca del metro ubicada en la citada vía. El joven comenzó a seguir y a increpar a la pareja, profiriendo frases sin sentido y mirándoles, aún cuando estos se cambiaron de acera para tratar de esquivarle. "Déjanos en paz o llamo a la policía", exclamó ella rotunda. Entonces, saltó la chispa.

El joven iraní propinó un golpe a la mujer y cuando su pareja recriminó su actitud, B. A. K. sacó un cuchillo de cocina de grandes dimensiones que llevaba escondido en el estómago. Lamentablemente, la pareja no se percató de las señales que una joven les hacía desde la otra acera tratando de alertarles de que no se enfrentaran a él. Y es que, la testigo había visto cómo la empuñadura de un cuchillo asomaba por la camisa abierta del agresor.

Al ver el cuchillo, el joven corrió, pero B. A. K. logró darle alcance pocos metros después. Una vez en el suelo, comenzó a apuñalarle. La joven embarazada se abalanzó sobre el agresor para auxiliar a su pareja, momento en el que ella también recibió una cuchillada.

"Muy nervioso" Los gritos alertaron a los transeúntes y comerciantes de la zona. Al ver lo que sucedía, un comerciante del mercado de Santa Clara trató de evitar la agresión resultando él también herido. "Intentaba quitarle al chico de encima, pero le acuchilló a él también", indicaron desde el bar Zabalbide.

Al ver cómo los vecinos trataban de detenerle, el joven dejó a sus víctimas en el suelo y salió corriendo mientras gritaba: "Me estoy poniendo muy nervioso, han matado a toda mi familia y esta vida es una mierda, estoy harto de todo".

Al mismo tiempo, lanzaba puñaladas indiscriminadas logrando alcanzar a otra persona. "Estaba como loco, salió corriendo y lanzando cuchilladas al aire a diestro y siniestro", narró otro testigo. Fue entonces, cuando B. A. K. entró en el bar Errondaberri, una cafetería muy concurrida de Santutxu en la esquina entre las calles Zabalbide y José Miguel de Barandiarán, para refugiarse de sus perseguidores.

Allí se encontró con Kepa Mallea, cliente habitual de la cafetería. Kepa trató de detenerle y el joven arremetió contra él propinándole varias puñaladas en el pecho y el abdomen que, a pesar de los intentos de los sanitarios por salvar su vida, le causaron la muerte.

En el interior del local se vivieron escenas de pánico. Entre gritos los clientes que trataban de huir o de refugiarse en los lavabos y en el almacén, el agresor alcanzó a un matrimonio a los que sorprendió sentados en una mesa. "Todo pasó muy rápido, estábamos tomando un café y de repente comenzaron los gritos y, antes de darnos cuenta, un señor estaba herido en el suelo y todos salimos corriendo", explicaron dos mujeres todavía con el susto en el cuerpo.

B. A. K. salió de nuevo a la calle tratando de huir. Tras él numerosos vecinos indignados por lo que acababan de presenciar. Uno de los mecánicos del taller frente al bar, al igual que dos operarios municipales que trabajaban en la acera y varios vecinos salieron corriendo tras él armados con barras, una pala y una azada. "La gente intentaba detenerle, pero no conseguían pararle. Estaba fuera de sí", señaló una vecina. Finalmente, lograron reducirle golpeándole con una de las losetas, una baldosa de Bilbao, de una obra cercana.

La Policía Municipal de Bilbao llegó a tiempo para evitar que los ciudadanos se tomaran la justicia por su mano. El joven fue detenido y trasladado a dependencias policiales, adonde volvió a media tarde después de haber pasado unas horas en la Unidad Psiquiátrica del hospital de Basurto. Allí se le realizó la primera valoración psiquiátrica.