Javier Maroto se ha afianzado como uno de los versos sueltos del PP, incluso cuando le canta al amor. Ayer a las once de la mañana ofició "con gran satisfacción" la primera boda homosexual de su trayectoria política. Dos novios al entrar, matrimonio al salir. A diferencia de otros miembros de la familia popular, él jamás ha hecho del término un tabú, ni del concepto original un debate. Justo esta semana en un programa de televisión que presume de rojo, reconoció que su partido debería de retirar el recurso de inconstitucionalidad respecto a los enlaces gays. "Siempre digo que para mí es una alegría que todos los ciudadanos puedan contraer matrimonio -sic- independientemente de su orientación sexual. Hay que hacer normal en la ley lo que es normal en la calle". Y así lo ha demostrado él en cuanto ha tenido la oportunidad.

A los cónyuges de ayer no los conocía. "Pero cuando fueron al registro, pidieron al alcalde para que les oficiara la boda. Y yo, encantado", confesó Maroto. De acuerdo con su ritual casamentero, quedó unos días antes de la boda con los novios para celebrar "la reunión de nervios cero". Se los llevó al Salón de Recepciones para que pudieran familiarizarse tanto con él como con el espacio donde iban a darse el sí quiero. "Les expliqué las cuatro partes e intentamos personalizar la boda, que es algo que procuro hacer con todas las que celebro". Una singularidad que, en cualquier caso, siempre desemboca en un denominador común: emoción kleenex.

La boda de ayer no fue una excepción. Ninguna de las bodas de ayer. El Ayuntamiento acogió cinco enlaces, cuatro de mañana y uno de tarde, y curiosamente todos los ofició el mismo hombre. El primer edil gasteiztarra protagonizó un auténtico maratón de uniones, algo único también en su trayectoria política y -según se comentaba por los pasillos- en la del Ayuntamiento. ¿Tan bien casa? "No... Yo creo que ha sido casualidad. Coincidió que todas las parejas habían elegido al alcalde. Una casualidad muy curiosa. Porque además no tenía ningún compromiso justo en esas horas que me impidiera celebrarlas todas", reconoció en uno de los pocos impasses del día.

Hay quien dice que de una boda sale otra. Pero pese a vivir un sábado rebosante de cupidos en primera fila, con un paréntesis para disfrutar del concurso de queso pastor, Maroto sigue teniendo claro que el matrimonio no entra por ahora en sus planes. Hasta su estado civil hace gala de su condición de moderno del PP. Es pareja de hecho.