EL Consistorio no debería de escuchar las voces que se niegan a que se abra una mezquita en una lonja debajo de un edificio residencial, porque de hacerlo, se trasladaría el problema a otra parte, como está sucediendo con la propuesta de reubicar la mezquita prevista en la lonja de Martín Olave, donde tiene todos los permisos, a Puerto de Barazar. Así lo creen los diferentes expertos y personalidades de la esfera pública vasca consultados por este diario. Estos creen que la firmeza de la gestión municipal ante este asunto es la clave para dar portazo a la confrontación vecinal que se ha generado y asegurar así derechos fundamentales, como el de la libertad religiosa. Ya que ceder a las presiones de sus opositores, como aseguran, sólo sembraría el caldo de cultivo para la tragedia: las agresiones por xenofobia.

Gorka Moreno. Coordinador de Ikuspegi

Para el coordinador del Observatorio vasco de la Inmigración (Ikuspegi), el problema es relacionar Islam con su rama más radical "porque genera ciertos prejuicios", como el de negarse a que debajo de tu casa haya una mezquita. Acontecimientos como los atentados del 11-S y 11-M serían los que influyen en esta visión. "Los estudios que tenemos muestran que las mayores reticencias de los autóctonos surgen por el acuerdo de la construcción de mezquitas", matiza Moreno, quien recuerda que el colectivo de inmigrantes peor valorado entre la población autóctona es el de los magrebíes.

"Centros de culto al Islam hay muchos en Euskadi, pero que generen tanto rechazo se da también por la crisis, que ven al inmigrante como un competidor del empleo y por el comportamiento de políticos que usaron esta baza sabiendo el rechazo que generaba". En este sentido, Moreno dice que una vez que un partido político llegue a la Alcaldía ya no puede utilizar este juego de dar cancha a otras opiniones, sino buscar una solución. "Los agentes políticos e institucionales tendrían que ser los que marquen el camino", sugiere.

Xabier Aierdi. Sociólogo.

La polémica por la mezquita de Zaramaga para el sociólogo Xabier Aierdi se debe al rechazo a la población musulmana anclada en prejuicios como que no se integran en la sociedad o el miedo que suscita el Islam desde que algunos lo han demonizado. "Lo que más molesta son los símbolos de su religión, como el velo, mezquitas o lo que pasó con los minaretes en Suiza, cuando votaron en contra de su construcción", recuerda.

Se trataría de una repulsa debida al fenómeno Nimby, el acrónimo de la frase inglesa Not In My Nack Yard, que significa no en mi patio trasero. Una expresión peyorativa que se emplea para denunciar la hipocresía de todas aquellas personas que están a favor de que se instalen equipamientos, siempre y cuando éstos no sean al lado de la casa de uno porque en ese caso se opondrían con firmeza. Aierdi ilustra este hecho con la negativa que genera crear tanatorios en zonas residenciales o la que se creó en su día en Bilbao, con el centro Hontza para toxicómanos. "El fenómeno Nimby se da sistemáticamente con los musulmanes y con lo que yo creo que es el cierto reparo al Islam. Es curioso como una sociedad que dice que es secular le molesta que otros practiquen la religión". A juicio de este sociólogo, los únicos límites de la libertad religiosa serían lo que su propio nombre indica: que nadie imponga el credo a otro ni ningún código que no quieran dentro de él.

La gestión municipal es la clave en la polémica por la mezquita, según Aierdi. "Me empiezo a preocupar porque en el fondo muchos rechazos sociales deben de ser confrontados desde una acción enérgica municipal". Y, aunque, hay ocasiones que algunas medidas suscitan rechazo social, hay que realizarlas para cumplir con los derechos. Este caso, como ejemplifica Aierdi, sería el de la subida de impuestos o el de la expropiación de ciertas tierras donde se quiere construir una carretera. "El Ayuntamiento no puede pensar en perder votos. Desgraciadamente, puede ser que la xenofobia exista en la sociedad, pero debe de ser controlada, porque si cede, se crea el caldo de cultivo para que se masque la tragedia. Las autoridades deben de ser serias para asegurar la democracia".

Adolfo Gago. Vecinos de Vitoria y Álava

Para Adolfo Gago, presidente de la Federación de asociaciones de Vecinos de Vitoria y Álava (VVA), el origen del rechazo está claro. "El Ayuntamiento concede la licencia de obras en una bajera en Martín Olave, donde antes estaba el bar Bienvenidos, regentado por magrebíes, en el que hubo dos redadas por drogas". Los vecinos, al enterarse de las intenciones de abrir este lugar de oración, pidieron al Ayuntamiento que les informase. "No les da muchas explicaciones y acuden a la asociación Iparralde para que lleve el tema al Consejo Territorial de la zona".

Pero la consulta queda paralizada por las elecciones y es entonces cuando salen las protestas a la calle. "El problema ha sido la falta de información total por parte del Ayuntamiento y que el aforo máximo sea de 90 personas, sabiendo que se traspasa". De ahí que Gago considere que los de Martín Olave tengan "parte de razón" al alegar que la vía no es el lugar idóneo, al ser demasiado estrecha para albergarla. "No tiene que ver con la xenofobia porque al final es incómodo si tu quieres salir de casa y no puedes", añade Gago, quien recuerda que la Federación está con los vecinos y con el derecho a la libertad de culto, "pero tiene que haber una legislación que regule cuáles son las limitaciones".

Ahmed Chaghouaoui. Profesor marroquí de Historia

La negativa a abrir la mezquita en la lonja de Martín Olave es "una realidad lamentable que ha llegado a Vitoria desde Europa", opina Ahmed Chaghouaoui, un marroquí que lleva quince años en Euskadi y quien también es profesor de Historia de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). "Lo llaman islamofobia por el miedo que han metido ciertos medios de comunicación y algunos políticos que han intentado sacar provecho político del desconocimiento por todo lo que huele a musulmán relacionado con la violencia y el terrorismo. Y eso, al final, ha llegado a Vitoria".

Como recuerda Chaghouaoui, los atentados que sufrió EEUU, con el 11-S, y Madrid, con el 11-M, "todos los condenamos pero al final esos discursos que hizo en su día Aznar, llamados de "mercenarios intelectuales" para generar un debate interesado han dejado inculcado ese miedo".

El problema, a su juicio, es el desconocimiento hacia otras culturas. "Recuerdo que también hubo algo de conflicto con la mezquita de San Cristóbal, por molestias y ruidos, que se solucionó cuando la gente se informó". Pero en Zaramaga ha habido "algo más". Una oposición que se ha hecho más fuerte por el "cierto respaldo político" que han obtenido sus detractores. "Lo que más me indigna es la actitud de un determinado partido político que aprovechó el tema en campaña electoral. Y, ahora, con el plazo de un mes que ha dado para resolver el conflicto, veremos a ver lo que pasa porque ahora ya no están en juego los cuatro votos, sino la convivencia".

Un ejemplo de multicuturalidad del que la capital alavesa siempre ha hecho gala. "Zaramaga era un barrio de inmigrantes y los hijos de éstos ahora se niegan a que haya un centro de otros llegados de fuera. Puede que sea por xenofobia, miedo o la ideología de un grupo minoritario de extrema derecha que manipuló al resto". Pero para Chaghouaoui lo único seguro es que los ciudadanos no son los que tienen que dar el visto bueno a la mezquita, ni alegar que se ubica en una arteria estrecha. "El Ayuntamiento de la capital alavesa es el que tiene que decir si el proyecto en esa determinada calle sigue adelante o no", añade este hombre para quien lo más extraño de todo es que no haya habido una reacción para frenar esta crispación "porque los que están en contra no son mayoría".

Juan Ibarrondo. Escritor

Para el escritor alavés Juan Ibarrondo la polémica de la mezquita de Zaramaga es el resultado lógico de una campaña de criminalización de los inmigrantes -especialmente de los musulmanes, aunque no sólo ellos- que ha funcionado de forma coordinada en los últimos meses en Vitoria. "Una campaña en la que han sido protagonistas principales cierto partido político, que buscaba pescar votos en el mar de fondo de la xenofobia latente en Gasteiz; un medio de comunicación, que ha utilizado un sensacionalismo poco ético al informar sobre el tema de la emigración y las personas migrantes; y algunas asociaciones de vecinos que se han prestado a ser los mamporreros de primera línea en el acoso a sus vecinos foráneos", precisa.

Es por ello que Ibarrondo piensa que esta confrontación desde luego "no es nada original", sino una actitud que estamos viendo cada vez con más frecuencia en España y otros países europeos, gobernados por una derecha supuestamente moderada, "que en estos temas suele tender a posturas propias de la ultraderecha pura y dura".

En el fondo del asunto, "se trata de lanzar una pantalla de humo sobre las consecuencias de una crisis que cada vez afecta a más sectores sociales, como las clases medias empobrecidas que son proclives a adoptar posturas racistas o xenófobas". De esa forma, los verdaderos responsables de la recesión "tratan de eludir sus responsabilidades; y también justificar recortes sociales en perjuicio de las personas más necesitadas, como las tan traídas y llevadas ayudas sociales". En su opinión, es una actitud profundamente irresponsable, que juega con fuego y atenta directamente contra la cohesión social de la ciudad, "algo imprescindible si de verdad queremos superar a largo plazo la crisis actual", valora Ibarrondo.