vitoria. La central de Garoña entregó a comienzos del pasado agosto al Consejo de Seguridad Nuclear el informe solicitado sobre accidentes y catástrofes a todas las plantas tras el fatídico suceso de Fukushima. Los responsables de la instalación burgalesa confiaban entonces en pasar el filtro del CSN, entre otras razones, porque muchos de los aspectos que se les exigía ya los habían presentado con motivo de la renovación de la prórroga. La planta burgalesa sigue a expensas de estos decisivos resultados, que podrían llegar esta misma semana. Con este informe, el CSN pretende saber si las centrales nucleares del Estado están preparadas para reaccionar en caso de accidente, un escape por ejemplo, o de catástrofe natural. Pasado mañana jueves está previsto que el CSN emita un informe preliminar con las principales conclusiones que, posteriormente, trasladarán a Europa.
La catástrofe de Fukushima supuso un antes y un después en lo que a concienciación sobre energía nuclear se refiere. El accidente hizo saltar las alarmas en el viejo continente y los países se pusieron las pilas para saber si realmente las plantas nucleares son seguras hasta el punto que lo dicen los habituales informes o si es necesario revisar los parámetros y endurecer los requisitos de seguridad exigidos hasta ahora. Todo ello se suma al de por sí ya incierto futuro de una central nuclear de primera generación que, según los grupos ecologistas, tenía que haberse cerrado antes mientras los responsables de Nuclenor aseguran que está en buenas condiciones para seguir adelante durante unos años más. En principio, el Gobierno de Zapatero ha decretado su cierre para 2013, pero si Rajoy gana las elecciones, la clausura se puede demorar.