Vitoria. Los alaveses de siempre han sido patateros y, de un tiempo a esta parte, en el que la producción de cebada se ha multiplicado sobremanera, también cerveceros. Pero por lo que parece que también se va a empezar a conocer del territorio en un futuro no muy lejano es por ser muy salado. No sólo por la gracia, sino porque atesora uno de los valores más preciados en el mundo gastronómico. La sal de Salinas de Añana obtiene sus primeros frutos después de años de rehabilitación de su patrimonio y del continuo trabajo de locales e instituciones por que lo que fuera uno de los tesoros de la provincia se reactivara.

Así las cosas y dos meses después de que empezara la campaña de recolección de este condimento, ya se han recogido más de 30 toneladas del oro blanco y cuatro más de la cotizada flor de sal. Una cifra que sólo supone un tercio de las previsiones realizadas para este ejercicio. Y es que la climatología es algo que, como en todos los cultivos, influye muy directamente en la producción. La formación de sal es una de las actividades que más sol y buena temperatura necesita y este julio ha sido uno de los meses más fríos de las últimas décadas. Esta circunstancia ha llevado a que el rendimiento no haya sido el deseado y que se mantengan las expectativas en un mes de septiembre que se anuncia caluroso.

A pesar de ello, estos resultados provisionales ya han servido para superar las cifras de 2010, cuando el cómputo total se quedó en 30 toneladas. El incremento esperado para este ejercicio se debe, sobre todo, a la labor de promoción que se está realizando de este producto alavés y que está despertando el interés de nuevos clientes. Es el caso de grandes distribuidoras, así como de cadenas hoteleras o tiendas de delicatessen. De hecho, la calidad de la sal alavesa ha alcanzado tal renombre que ya se están logrando abrir fronteras dándose a conocer en el extranjero.

No es de extrañar si se tiene en cuenta la gran calidad del producto y los padrinos de lujo con que cuenta. Sin ir más lejos, este mismo año el cocinero Pedro Subijana, del restaurante Akelarre de Donostia, se encargó de inaugurar el comienzo de la producción durante este año recogiendo la sal que se produce en su propia era y que a lo largo de los próximos meses partirá hasta su establecimiento hostelero para sazonar sus platos. También respaldan este oro blanco Eneko Atxa, Martin Berasategi y Andoni Luis Aduriz, que será el encargado de poner el cierre a la campaña el próximo 27 de septiembre.

Y es que el Valle Salado ha logrado recuperar su máximo esplendor. De hecho, su potencial no se limita sólo a la producción de sal como condimento de cocina, sino que también se ha aprovechado como sede turística e incluso para beneficiarse de sus propiedades curativas. Y es que el complejo cuenta con una zona de pediluvio muy recomendado por muchos para problemas articulares.

En cuanto a su valor turístico, los premios le avalan. De hecho, el pasado mes de junio recibió el galardón como mejor Producto de Turismo Activo de Fitur 2011 en la modalidad de cultura, por su valor como explotación de sal tradicional donde se ha producido este producto a lo largo de más de 2.000 años de forma artesanal. Este reconocimiento se une a otra lista de importantes premios, como los concedidos por el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, la Academia Vasca de Gastronomía, y el reciente premio Euskadi Turismo 2011 del Gobierno Vasco.

Todos estos reconocimientos han despertado el interés de los miles de turistas que ya acuden hasta las salinas para realizar las visitas guiadas al complejo y también ha servido para aumentar al curiosidad en aquellos que a día de hoy aún no han acudido. De hecho, la exposición sobre el Valle Salado que organizó recientemente de forma conjunta la Fundación Valle Salado de Añana y la Fundación Mejora, en su sede de Vitoria, fue todo un éxito y contabilizó un total de 8.656 visitantes.