Cualquier persona se siente perdida en su primer día de trabajo. Los nervios son inevitables ante la presentación de nuevos compañeros y las ganas de ejecutar a la perfección las tareas encomendadas. Pero hay ocasiones en la que la primera toma de contacto cuesta algo más cuando hay una discapacidad de por medio. Es entonces cuando surge la figura del preparador laboral, un guía que constituye el principal agente de apoyo en la incursión del camino del empleo. Durante unas semanas le acompaña a su lugar de trabajo para explicarle cómo debe realizar las tareas, en qué orden o incluso para proporcionarle todos los apoyos técnicos que necesita, como una posible lupa, que le ayude a ver mejor los números de una caja registradora. Todo para conseguir que la carrera laboral que inicie alcance la meta del éxito.
La idea es ofrecer al trabajador esta labor de mediación hasta que sea capaz de desenvolverse en el puesto de forma autónoma, con la ventaja de que la presencia de este monitor a las empresas les sale gratis. En Álava, actualmente existen una docena de estos preparadores que forman parte del programa Empleo con apoyo, en el que hay inscritas unas 300 personas con discapacidad que quieren salir del paro para sentirse útiles, con un trabajo remunerado. Sólo que éste cuenta con la particularidad de que no se ofrece en una especie de "gueto", de centro especial de empleo formado por gente con dificultades físicas o psíquicas. El Empleo con apoyo consiste en trabajar para compañías normalizadas, como una de marketing relacional, un supermercado, un restaurante o centros médicos, donde, por ejemplo, son celadores. Pero conseguir que las empresas se adhieran al programa es una tarea ardua, pese a que tienen bonificaciones fiscales para contratarlos o incluso la obligación legal de reservar un 2%, si plantilla la forman 50 trabajadores o más.
Con el objeto de derribar todos estos obstáculos, el pasado 7 de abril nueve entidades de la Comunidad Autónoma Vasca firmaron un acuerdo bautizado como el Foro de Empleo con Apoyo (ForoEca). De ellas, cuatro pertenecen a este territorio histórico. Son la Asociación Alavesa de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Asafes), la de Padres y Amigos de las Personas Sordas (Aspasor), la de Personas de Baja Visión (Itxaropena) y Gureak Araba.
Desde que el Empleo con apoyo se puso en marcha, más de 1.520 inserciones laborales se han conseguido en Euskadi. El contacto con las instituciones y con los empresarios es el primer paso de los miembros del Foro para posibilitar que las personas con discapacidad puedan circular con total normalidad por la senda laboral. Pero éste sólo es el principio de su camino.
Ernesto Izaguirre
Formador laboral
Uno de estos formadores laborales en Álava es Ernesto Izaguirre, quien desde julio de 2005 lucha porque toda persona con dificultad física o mental encuentre trabajo en una empresa como otra cualquiera. No en vano, ése fue el año en el que la Asociación Alavesa de Personas de Baja Visión (Itxaropena), de la que es técnico de empleo, se incorporó al programa Empleo con Apoyo junto con el colectivo de Enfermos Neuromusculares (Arene) y al que más tarde se sumaron los de Esclerosis Múltiple (Aemar) y la de Autismo (Arazoak).
El primer paso para conseguir que el proceso laboral llegue a buen puerto es el que se centra en la persona. "Cuando nos llega una demanda de empleo, hacemos un análisis de su formación académica y laboral. A continuación, le preguntamos sus intereses para que el puesto se relacione con su vocación", precisa Izaguirre, quien asegura que la persona con discapacidad es el "director de orquesta" de la solicitud de empleo porque es el que le orienta sobre lo que le gusta hacer.
Una vez que se tiene claro su perfil, se realiza la búsqueda de trabajo a la carta. "Se hace un análisis detallado de las exigencias del puesto. Por ejemplo, si tiene baja visión, se analiza en qué sitio estará mejor para que no le incomode la luz y también tenemos en cuenta qué tipo de desplazamiento necesita".
Si todo coincide, la persona con discapacidad empieza trabajar acompañado de un formador laboral como él. Un monitor de apoyo que le orienta hasta que desarrolle sus actividades con total autonomía, lo que no impide que, de vez en cuando, Izaguirre les visite in situ, como a Gorka Ramos en los jardines de Salburua.
gorka ramos
"La alegría de la huerta"
Hace tres veranos que Gorka Ramos, de 26 años, no tiene vacaciones de verano. Pero tampoco las quiere porque es el único trimestre al año que trabaja. El resto, si hay suerte, los dedica a cursos de formación. Incluso reconoce que se ha acostumbrado a levantarse a las 5.00 horas, una hora intempestiva, pero imprescindible para atender la acuciante demanda de sed de los bambús chinos que riega en el paseo Estrasburgo de Salburua, de 6.00 a 14.00 horas. Sus ocho horas remuneradas se le pasan rápido, "porque siempre escucho las noticias de la radio". Y si llueve, como el miércoles, "le da igual" porque se saca su chubasquero verde de la mochila.
Está "agradecido" con su trabajo, en el que siempre está con una sonrisa. Tan larga es ésta que hasta el propio Gorka se autodenomina como "la alegría de la huerta". Nunca la pierde, incluso cuando el día anterior tiene un ataque de epilepsia. "Nunca me cojo bajas porque no me gustan. Me levanto al día siguiente como si nada. Hay que trabajar y da igual de lo que sea, como si me llaman para un almacén", cuenta este miembro infatigable de Azaroak, quien encontró este trabajo tras ponerse en contacto con Itxaropena. El que fue su formador laboral, Ernesto Izaguirre, le califica como un "chico de bandera. Super trabajador", a quien le enseñó cómo enrollar mangueras, dónde están las bocas de riego y qué orden seguir para regar. Es su "ritual" diario, que para él es un "placer" y del que desconecta cuando llega a casa y se echa su imperdonable siesta.
Merche Cortés
"Ya se me han ido los nervios"
Merche Cortés, de 47 años, es otra de las afortunadas que ha conseguido un trabajo gracias al Empleo con apoyo, al que accedió tras ponerse en contacto con la asociación Itxaropena, donde le consiguieron, al igual que al resto, un trabajo a la carta. Aunque en su caso la búsqueda de empleo se complicó, ya que a la discapacidad visual que sufre desde hace 20 años -por un desprendimiento de retina que le provocó la pérdida de visión en un ojo y miopía magna en el otro- se le unió la dificultad para hacer un trabajo físico por sus problemas de espalda. Unas dificultades que se resolvieron gracias a la colaboración en el programa de la cadena alimenticia supermercados Simply, en donde hallaron un empleo a medida: estar al frente de una de sus cajas registradoras, la 21.
Desde el 16 de junio se hace cargo de ella con total autonomía, ya que no necesita la ayuda del formador laboral, pese a que éste le hace un seguimiento por si necesita algo. Sus ángeles de la guarda están en su propio trabajo. Son todos sus compañeros, el mejor apoyo, el natural, que aparece cuando hay alguien dotado de una sensibilidad especial, que en este caso es general. "Están todos pendientes de mí y eso que no sabían que tenía discapacidad". Así se le eliminan los nervios al cuadrar la caja. "Ahora ya estoy adaptada. Es gratificante sentirse ocupada y hasta en casa me lo han notado".