Ésta es la situación: sábado 2 de julio, aproximadamente a las 21.35 horas. Un rumor se desata en Zabalgana. Hay un billete premiado de la Lotería Primitiva que ha dejado 2,2 millones de euros, premio que podría haber caído en Vitoria. ¿O no? El caso es que a día de ayer aún se desconocía la identidad del o de los agraciados por tan magnífico premio. Incluso en el citado polígono y en el estanco que tuvo la suerte de sellar el boleto -en el número 47 de la avenida de Zabalgana- empezó un juego de cábalas de difícil resolución. ¿A quién le habrá tocado? ¿Necesitará ese dinero para vivir? ¿Estará aún en la ciudad o estará en su coche en plena operación Salida de verano? Tal vez fue alguien que quiso probar suerte puntualmente o tal vez fue un jugador habitual, pero según se celebraba el sorteo, seguro que el agraciado misterioso recibió buenas sensaciones. Al menos, para su cartera...
"34, 1, 3, 21, 35...". Número a número, el boleto fue ganando en consistencia y en valor. Tanto que al final logró hacerse con más de dos millones de euros. La Primitiva agraciada con la suerte el pasado sábado era un boleto de ocho apuestas que, para más inri, fue elegido por una máquina expendedora en vez de por la propietaria del estanco. Cosas de la fortuna.
El azar fue más allá. Los cinco primeros números en salir fueron de esos normales, que no tienen trascendencia. Sin embargo, el último dígito, aquél que convirtió un boleto ramplón en pasaporte a la riqueza, fue uno de esos que espanta por su mala fama: el número 13, responsable, para los agoreros, de la mala suerte. Qué paradoja.
En un país de refranes, costumbres, tópicos y manías como lo es éste, la aparición del 13 dio la vuelta al concepto del gafe. De hecho, al menos, para el agraciado del premio, el dígito en cuestión será a partir de ahora sinónimo de premio de categoría especial, de riqueza, de buena estrella y de adiós a los problemas financieros.
Aún se desconocen los datos del acertante, de su condición social, de su estado laboral o personal. Pero de lo que sí hay certezas es que el dinero recibido de parte de la Primitiva le ayudará a tapar algún que otro agujero, que es lo que se acostumbra a decir cuando el azar toca con su estela a los jugadores a este tipo de loterías.
Un solo ganador Según Eusebio Sanz, responsable del estanco en el que fue sellada la apuesta, la composición del boleto responde al perfil de aquél que pertenece a un único jugador. Es decir, sólo habría un ganador para semejante premio, ya que los boletos que suelen jugar los peñistas suelen variar mucho del resguardo simple de 8 apuestas que fue sellado en la avenida de Zabalgana.