En el libro de Ian Fleming Chitty Chitty Bang Bang que popularizó posteriormente la película del mismo nombre, un coche de carreras se estropeaba por detenerse en un momento dado para evitar atropellar a un niño. Después, el veloz automóvil cobraba vida y como en un sueño aprendía a volar y flotar. Cuando Julio Santamaría compró un amasijo de hierros y piezas sueltas que el vendedor aseguraba que era un Ford Mustang 289 Fastback del 65 por medio millón de pesetas lo vio muy claro. Ése era su sueño y por eso se llamaría así, Chitty. Su padre le dijo que estaba loco, pero 18 meses y 18 días más tarde esa visión sólo nítida para él se convirtió en realidad gracias al trabajo de una ilusionada cuadrilla de amigos. "Para mí el mayor mérito que tiene es que lo hicimos sin haber visto un Mustang al natural en la vida. Hay un trocito de cada uno en este coche", explicaba.
Por ello presumían ayer y lo harán hoy por la mañana en el punto más visitado por curiosos y aficionados de la IV Feria de vehículos clásicos organizada por la Asociación La Llanada en el Boulevard con la colaboración de este periódico, el propio centro comercial, Amvisa y Eroski. No era para menos. La restauración se ha realizado con tal detalle que cuenta con las trampillas para guardar las tablas de surf, colocar los vasos durante el cine de verano o escuchar la radio a todo volumen con el aire acondicionado para contrarrestar el calor durante la época estival. Lástima que en Rivabellosa no haya mar y el verano sea tan corto.
Pero a Julio eso no le importa. Porque sea la época que sea pasea su flamante vehículo y responde atento a todos los curiosos que se acercan como hipnotizados ante el encanto que tienen aquellas cosas que sabes que no se van a repetir. "Hasta la Ertzaintza nos ha parado varias veces para poder ver el coche", sonríe. Y es que este coche americano fue poco común en España por el régimen franquista. De hecho, en el Estado sólo se vendieron 200 ejemplares a pesar de que la unión entre ambos países es mayor de la que muchos conocen. "El Mustang es el nombre que dan allí al caballo que sirve de logo del coche que, en realidad, corresponde a una raza española de la época de los Reyes Católicos denominada aquí mesteño", apunta Julio mientras admira también a Azabache, el primer ejemplar de esta marca vendido aquí y que compitió en el rally de Montecarlo de clásicos.
Por eso su Chitty tiene todavía más valor aunque no vuele ni flote sobre el agua. Porque, ¿quién no ha soñado con suplir a Steve MacQueen al volante de su Mustang en aquella famosa persecución por San Francisco en Bullitt o ha comprendido la obsesión de Nicolas Cage en 60 segundos por una de estas joyas?
de cine Y es que la gran pantalla ha acercado muchos de estos clásicos a los aficionados de a pie. Quizás por ello, los más jóvenes suspiraban ayer por un AC Cobra 427 similar al que aparece en una carrera al límite en Bad Boys mientras que los más nostálgicos suspiraban por el Ford A de 1929 o el DKV de 1939 con sus chapas de madera y sus intermitentes de brazo para indicar cuando las luces todavía eran una quimera.
"Esto es una desgracia más que una pasión", afirmaba mientras miraba embelesado a sus pequeñines el presidente de la Asociación Clásicos La Llanada, Ángel Alonso. "A las mujeres las tenemos aburridas", bromeaba mientras afirmaba que los Mustang estaban siendo los coches con más tirón de la jornada. Eso sin quitar el mérito a los tradicionales Mini, Seiscientos o Dos Caballos que también presumían relucientes.
Y eso que la situación actual no es la más boyante y permitió ver varios carteles de Se vende. Desde un Mini de 1973 por 4.500 euros hasta un Chevrolet de 1929 sin valorar. "Hay muchos coches en venta y pocos compradores y este año se ha notado que en las ferias hay menos asistencia", señalaba Alonso. Sin embargo, el atractivo de la cita vitoriana se dejaba notar. Será que Chitty y compañía habían cobrado vida y obraban su magia especial.