Vitoria. Todavía faltan semanas para conocer datos oficiales del número de alumnos que el curso que viene se ha matriculado en Formación Profesional, pero los centros empiezan a detectar cierto estancamiento en las solicitudes. El mensaje de que los ciclos formativos son una apuesta casi segura, especialmente los de la rama industrial, parece no haber calado en una juventud especialmente castigada por un alto índice de desempleo, que afecta a tres de cada diez personas en esas edades.
Aunque no han dejado de perder alumnos, los institutos aseguran que el goteo de nuevos estudiantes es lento, una realidad que empieza a preocupar al tejido industrial alavés. No es la primera vez que Confebask advierte del problema de relevo generacional que se les avecina a muchas empresas durante los próximos años. Si bien es cierto que la crisis económica ha frenado en cierto modo esta necesidad, creen que en un escenario de recuperación no habría jóvenes suficientemente cualificados para ocupar los puestos que se vayan quedando vacantes.
En Diocesanas, por ejemplo, se atreven a poner plazos a lo que hasta ahora son meras hipótesis. Están convencidos de que dentro de seis meses las firmas alavesas pondrán sobre la mesa una considerable oferta de empleo. "Ése es nuestro pronóstico. Por un lado termina el ERE de Mercedes, además se prevé una mayor exportación, con lo que va a haber más demanda empresarial", apunta Javier Pozo, responsable de FP de este centro educativo, que agrupa a Nieves Cano, Molinuevo, Arriaga y a la Escuela de Hostelería de Mendizorroza.
En este curso que está a punto de terminar, un total de 2.700 alumnos han cursado en Álava un ciclo formativo superior y la mitad lo ha hecho en un instituto concertado. Los centros están inmersos en plena campaña de captación de estudiantes, convencidos de los caminos que abren estos estudios de cara a la inserción laboral. Coinciden en que la sobrecualificación es uno de los grandes males que afecta a este país y que ha disparado el índice de desempleo. "El exceso de talento se va a terminar marchando, no hay empleo para titulaciones tan altas", explica José Antonio Fernández, director de Diocesanas.
El error, cree, está en la elección que hacen los propios estudiantes una vez terminan el Bachillerato. El 51% opta por acudir a la Universidad, una cifra que contrasta con la de países europeos como Alemania, donde sólo el 27% se decanta por una titulación universitaria. "Es un problema cultural. En este país la gente prefiere que su hijo estudie Ingeniería y acabe en Sidney trabajando, a que haga Mecanizado y se quede en Vitoria", añade Pozo. Además, entre quienes deciden tomar un rumbo fuera de lo habitual y se apuntan a FP, la mayor parte elige un ciclo de la rama de Servicios, donde encontrar un puesto de trabajo no resulta tan fácil como en la rama industrial.
En concreto, antes de que estallara la crisis, aproximadamente el 65% del alumnado que estudiaba Mecanizado, Electricidad o algún otro ciclo de estas características era contratado por la empresa donde realizaba sus prácticas. Ahora la proporción ha bajado al 45-50%, aunque sigue siendo aceptable. En cambio, sólo el 35% de los jóvenes que estudia algo relacionado con el sector Servicios, como puede ser Peluquería, Auxiliar de Enfermería o Administración, acaba siendo contratado. "Son trabajos bastante menos estables", recuerda Pozo.
En este sentido, han percibido durante los últimos años un mayor interés por parte de las empresas por contratar a titulados de FP que han proseguido sus estudios en la universidad, un camino por el que opta el 20% del alumnado aproximadamente. "Cada vez demandan más a jóvenes que tienen un ciclo formativo y luego una Ingeniería", apuntan. Por ello, demandan a Educación que establezca "pasarelas" entre estos centros educativos y la universidad, tal y como sucede en buena parte de Europa.
recortes en equipamientos Otro motivo de preocupación en los centros alaveses de Formación Profesional es la merma de ingresos. El Departamento vasco de Educación aprobó el pasado año un recorte del 50% en la financiación destinada a equipamientos. La decisión ha obligado a los centros a paralizar ciertos proyectos que tenían como fin remodelar sus instalaciones -aulas, talleres...-, y sólo esperan que la situación sea transitoria, algo que no tienen demasiado claro.
En este sentido, recuerdan que los equipamientos tienen que estar a la última con el fin de responder a las necesidades formativas que demandan a las empresas, de ahí que reclamen una solución urgente. "De momento el impacto no ha sido demasiado grande porque sólo ha transcurrido un año, pero si se pretende que la FP vasca esté en primera línea no podemos seguir así. Esperamos que sea una situación excepcional", insiste José Antonio Fernández.