dulantzi. La Herriko Enparantza, centro neurálgico de la villa de Dulantzi, se convirtió ayer en objetivo de todas las miradas, ya que más de 200 motos de todas las cilindradas celebraron la cuarta reunión motera de la localidad. Los más madrugadores hicieron su aparición en torno a las 9.30 horas. Tras una larga noche de fiesta, los moteros se reunieron en un conocido bar del pueblo para degustar un desayuno a base de café, bollería y zumo. "Con esto repondremos fuerzas, que el día es muy largo y la noche ha sido corta", bromeaba uno de los congregados.
Una a una, más de doscientas motos se reunieron en la Herriko Plaza con el objetivo de intercambiar experiencias, ver a viejos amigos, conocer gente nueva y disfrutar de los paisajes de la Llanada alavesa. Los amantes de la velocidad tuvieron ocasión de intercambiar impresiones con el resto de participantes bajo un tímido sol. Entre ellos Txarli y Rosa, dos apasionados de las motos, que no quisieron perderse el encuentro y acudieron a la cita con su Kawasaki color vino desde Navarra. Hondas, kawas o customs fueron algunas de las máquinas que pudieron contemplarse en la concentración, aunque fue sin duda una Peugeot de 1930 la que mayor expectación levantó entre los nostálgicos.
José y Yolanda, a lomos de dos Harley Davidson, una Sportster de 22 años y una Softail de 10 años, acudieron desde Vitoria por tercer año a la concentración de Dulantzi dispuestos a "pasarlo muy bien, conocer gente y andar en moto", ya que "apenas tenemos citas de este tipo en la provincia", apuntaron mientras reconocieron que la pasada semana participaron en una cita de similares características en Salinas. La de ayer fue una de las "siete u ocho que solemos hacer al año", explicaron dos apasionados de las motos que llevan más de 20 años a lomos de las dos ruedas y que no han escatimado en gastos para conseguir "una moto a nuestro gusto a lo largo de los años, sin fijarnos demasiado en las modas". Yolanda fue una de las pocas chicas que llegó en su propia montura, dejando claro que "no sólo es cosa de hombres".
en familia Solos, en pareja o incluso familias enteras, como el caso de Arnaldo, Soraya y el pequeño Arnaldo que acercaron su Harley hasta Dulantzi al igual que el pasado año. "Éste es un mundo que cada uno lo vive de una manera distinta, unos con el hecho de salir a hacer kilómetros y otros por el ambiente de fiesta que conlleva", explicó el padre quien reconoció que ha transmitido su pasión al txiki de la casa. "Ayer mismo me dijo que cuando yo sea viejo ésta moto será para él", reconocía orgulloso el padre procedente de Vitoria que no ha dudado en viajar a Francia, Alemania e incluso Rumanía a lomos de su moto. "Yo encima de la moto es en el único sitio donde me olvido de los problemas como la hipoteca o el trabajo", apostillaba.
"Nosotros disfrutamos de la moto como tal, no de una marca ni de un tipo de moto", explicaba Alejandro ante la variedad de ejemplares de dos ruedas. "En este mundo se nota el compañerismo y la camaradería. Aunque no conozcas a la gente todos compartimos el mismo gusto y tratamos de ayudarnos", apuntó Juan Carlos.
Los minutos fueron pasando entre confidencias, recuentros y chascarrillos hasta que el reloj de la iglesia de San Blas marcó las 11.15 horas, hora de arrancar los motores y disfrutar de las motos y del paisaje. Pako, de Dulantziko Moteroak, abrió la comitiva de más de 200 motos en un recorrido que "nos llevará por localidades como Agurain, puerto de Opacua, San Vicente de Arana, Santa Cruz de Campezo, puerto de Azaceta y Egileta donde pararemos a almorzar y haremos un sorteo en el que regalaremos diferente material motero". En total, más de 90 kilómetros por los parajes de la Llanada y la Montaña Alavesa disfrutando cada tramo del camino.
A su regreso, la Herriko Enparantza volvió a convertirse en un escaparate para que los vecinos pudieran ver en primera persona "auténticas joyas" del motor llegadas de Madrid, Asturias, Zaragoza, Vitoria, Gipuzkoa, Bizkaia y de diferentes rincones de la geografía alavesa, entre otros. La reunión motera se trasladó al complejo escolar de la localidad para disfrutar de la comida para 150 personas en la que no faltaron unos entrantes, paella, bebida, postre y txupito. Los participantes no dudaron en pedir que "se repita en el tiempo comouna toma de contacto de los moteros de todas las provincias para poner demanifiesto los problemas que tenemos en la circulación diaria losque hemos elegido la moto".