Vitoria. Tienen fama de agresivos, pero lo cierto es que su carácter se asemeja más a aquel Niebla que todo el mundo guarda en la memoria de la serie infantil Heidi. Su gran tamaño asusta en un primer momento, pero los expertos aseguran que destaca por su lealtad y gran capacidad para la guarda de rebaños. Precisamente por ello son los elegidos como perros pastores por muchos ganaderos alaveses. Su capacidad intimidatoria y su alto sentido de protección lleva a que se conviertan en el perfecto guardaespaldas de las ovejas y cabras del territorio. Una garantía que se ha demostrado con creces en los últimos años. Precisamente por ello, en los últimos años se ha observado una proliferación de sus presencia en los campos de la provincia. Y es que, cuando los primeros ejemplares llegaron al territorio demostraron su eficacia. Los datos demuestran que su labor llevó a que los rebaños que poseían mastines sufrieran la mitad de ataques de lobo por año y perdieran siete veces menos cabezas de ganado que los que estaban acompañados por estos perros. Hoy en día, su utilidad continúa siendo un hecho y por ello su presencia se ha generalizado.
Subvencionado Aun así, las nuevas adquisiciones van disminuyendo debido a la menor presencia del depredador en la provincia, al buen trabajo de estos perros, al rechazo de algunos ganaderos a buscar apoyos y al cierre de algunas explotaciones. Sin ir más lejos, el Departamento de Agricultura de la Diputación recibió el año pasado la solicitud de 36 ganaderos para la convocatoria de ayudas a la adquisición de este tipo de perros de guarda de ganado ovino y caprino. En total, el ejecutivo foral subvencionó a 88 animales por un valor de 19.888 euros. Un apoyo que supone alrededor de 226 euros por perro para crías de más de un año que cuenten con la cartilla sanitaria al día. Además, en caso de posibles incidentes, también se solicita que los ganaderos tengan un seguro de responsabilidad civil de 300.000 euros por siniestro.
La época de mayor auge de los mastines coincidió con la inmediatamente posterior a la de mayor actividad del lobo. Así las cosas, en 2001 estos predadores provocaron 285 muertes en 103 incursiones y, a partir de ahí, la presencia de estos canes se multiplicó. En 2002, 45 ganaderos pidieron subvención para 133 y el año siguiente fueron 53 los que lo hicieron para 149.
Claro que estos datos no reflejan la presencia de todos los cánidos de la provincia. Con la llegada de los primeros mastines desde León en 1995, pronto se generó un mercado interno desaconsejable para, en algunos casos, evitar los elevados precios que cuesta un ejemplar de casta. Los pastores regalaban, vendían o intercambiaban parte de las camadas a otros compañeros y, de esta forma, muchos perdían las características innatas a la raza.
De hecho, la nueva normativa foral pretende, en parte, poner fin a este tipo de actividad. El cruce entre distintos canes ha llevado a que algunos no cumplan con las exigencias de raza que deben tener este tipo de perros. Un descuido que ha llevado a accidentes no deseados con excursionistas y, en ocasiones, con los propios rebaños y ha degenerado en una mala fama para la especie.
Así las cosas, se pretende que los nuevos guardianes de la cabaña alavesa sean fieles a sus orígenes. De ser así, la ciudadanía sólo tendrá que cumplir unas normas básicas para evitar accidentes. Entre ellas, observar si al cruzarse con un rebaño está custodiado por mastines y, si es así, cambiar la dirección. De encontrarse con uno de estos perros, mantener la calma y hablarles con tranquilidad y firmeza y no molestar ni espantar al rebaño.