VITORIA. La beatificación exprés, el próximo 1 de mayo, del Papa Juan Pablo II vuelve a dividir a la comunidad cristiana. Su santificación a los seis años de su muerte, tiempo récord, ha provocado las primeras voces disidentes.
Los detractores tampoco ocultan su malestar porque sea bendecido por su delfín y hombre de confianza, Joseph Ratzinger. No hay que olvidar que en los últimos diez siglos ningún Papa ha proclamado beato a su predecesor. Algunos consideran que, con esta medida, Benedicto XVI pretende apaciguar las comparaciones que suelen hacerse entre él y su antecesor, que encabezó durante 27 años una Iglesia hoy en crisis. Pero el Vaticano argumenta que la celeridad de esta beatificación responde a la "imponente reputación de santidad" de Juan Pablo II.
El proceso del Vaticano surge después de que la comisión de cardenales y obispos afirmara que había evidencia de que Juan Pablo II curó milagrosamente a la monja francesa Marie Simon Pierre, que padecía Parkinson desde 2001. Varios meses después de la muerte del papa polaco, que falleció el 2 de abril de 2005, la monja, que rezaba continuamente al pontífice, se curó. Aunque hay catalogados 251 supuestos milagros por intercesión de Wojtyla, el postulador de la causa, el sacerdote Slawomir Oder, eligió la curación de la monja francesa. De acuerdo a las normas de la Iglesia, para que una persona sea beatificada se necesita establecer que permitió un milagro y para que sea declarada santa, eso debe ocurrir dos veces.
Sin embargo, hace ya tiempo que se han dejado oír las primeras voces discrepantes expresando que Juan Pablo II no es santo de su devoción. Doce importantes teólogos españoles e italianos, entre los que destacan José María Castillo, Ramon María Nogués o Juan Jose Tamayo, han firmado un documento en el que piden "claridad" en el proceso de beatificación de Juan Pablo II. Los disidentes con esta causa detallan siete puntos que, a su juicio, arrojan dudas: "La tenaz oposición a considerar, a la luz del Evangelio, la ciencia y la historia, algunas normativas de ética sexual"; la "dura confirmación del celibato eclesiástico"; el rechazo a "discutir en forma seria y profunda la condición de la mujer en la Iglesia"; la "no aplicación de normas establecidas por el Concilio Vaticano II para una mayor democracia interna"; y la "represión de los teólogos de la liberación".
Tras reconocer algunos aspectos positivos del pontificado del papa Wojtyla, como "su compromiso por la paz" y sus "peticiones de perdón", los teólogos firmantes del manifiesto Llamada a la claridad, enumeran los pecados que le privarían de este reconocimiento. No olvidan que atacó muy duramente la teología de la liberación y al movimiento de las comunidades eclesiales de base. Y, a través del cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, sancionó y castigó a centenares de teólogos, algunos de tanto relieve como Leonardo Boff o Hans Küng.
También el sacerdote Ernesto Cardenal, uno de los pilares de la Teología de la Liberación en América Latina, se muestra sorprendido por la beatificación de un papa que "protegió y encubrió" a acusados de pederastia. Y es que son muchos los que ponen en cuestión este proceso por su silencio y omisión con los casos de pederastia cometidos, por ejemplo, por Macial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
Porque hay otras figuras y modelos de Iglesia que no han culminado esta aspiración. Picaza se refiere así a todos esos prohombres de la Iglesia que están en la sala de espera de la Congregación para la causa de los santos. Figuras tan notables como la de Óscar Romero o la de los cuatro mártires jesuitas -con el padre Ellacuría a la cabeza- que murieron bajo los disparos de las metralletas del Ejército de El Salvador o el arzobispo brasileño Helder Cámara.
Miembros de la Iglesia de países como Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Argentina también se han mostrado escépticos con respecto a la "gran presión popular" que ha acelerado los tiempos de la beatificación, la cual -dicen- corre el riesgo de convertirse en un "oscar eclesiástico". A estas voces críticas se suman los lefebvristas, miembros del cismático movimiento que se encuentra fuera de la Iglesia pero que, en los últimos meses, ha sostenido reuniones con El Vaticano para volver a la comunión con Roma. Su actual superior, el obispo Bernard Fellay, califica la beatificación como una "catástrofe más desastrosa que todas las catástrofes naturales". Sus defensores anulan, no obstante, uno por uno todos los argumentos en su contra. "El proceso de canonización de Karol Wojtyla ha cumplido con todos los requisitos canónicos que se exigen en cualquier proceso de este tipo. La única dispensa que hubo fue la de no esperar cinco años para su introducción". "La clave está en que el milagro necesario para la beatificación se produjo casi enseguida, a los pocos meses de fallecer el papa", explica monseñor Oder.