vitoria. Paco Castejón defiende la solvencia de las energías alternativas y considera que "desde mañana" se podría prescindir de la energía nuclear. Sin embargo, prefiere la cautela y se muestra partidario de una propuesta que acabaría con las centrales atómicas en 2020. Aunque reconoce la gravedad del desastre de Fukushima considera que "no será un nuevo Chernobyl".
¿Es posible abandonar la energía nuclear definitivamente?
Sí, es posible. A nivel mundial las centrales nucleares producen el 6% de la energía primaria y el 17% de la electricidad por lo que es sumamente fácil. Por países, en el Estado dan el 7% de la energía primaria y el 18% de la electricidad, pero el problema es el exceso de centrales instaladas. Podríamos prescindir de las centrales nucleares mañana mismo porque importamos energía primaria pero tenemos excedente de electricidad. Nuestro planteamiento no es tan brusco, y consiste en darles 30 años de vida a los reactores para que sus dueños amorticen su inversión.
¿Es partidario de la inminente desaparición de la central de Garoña?
Garoña sí debe desaparecer ya. Tiene al menos cuatro problemas graves de seguridad como son la corrosión del circuito primario o los cientos de metros de cables que, según el Consejo de Seguridad Nuclear, deben ser sustituidos. Además, el sistema de protección de incendios está defectuoso y la sala de control también. Su situación en la cabecera del Ebro hace que los efectos de un accidente fueran catastróficos por la cantidad de terrenos que bañan sus aguas.
¿No es mayor el impacto ambiental de las alternativas que de la nuclear?
Los impactos hay que contarlos todos. La gestión de residuos radioactivos durará miles de años porque ningún país ha hallado solución a este problema. Debemos gestionar los impactos de nuestras vidas y, si no vivimos lo suficientemente bien nos aguantamos, pero no podemos dejar a las generaciones futuras esta peligrosa herencia que dura hasta 250.000 años. Otro impacto olvidado es la minería y fabricación de combustible. Para obtener un kilo de energía nuclear hay que mover entre 200.000 y 2.000.000 de kilos de tierra por lo que los destrozos de la minería a cielo abierto son incontables. Además hay que contar con los efectos nocivos que la extracción de uranio genera en los trabajadores y en la población cercana a la zona. Según el departamento de energía de EEUU la nuclear provoca un impacto en la superficie similar al de la solar y muy superior a la eólica.
¿Cuál de las alternativas es más importante para el futuro?
Pienso que todas. La eólica es actualmente la más rentable y desarrollada de todas. En el Estado se producen 14.000 MW y pensamos se puede llegar a los 30.000 MW, idea que compartimos con el Gobierno central. La forma de llegar a estos números tan grandes sería sustituir los aerogeneradores antiguos y colocar los nuevos que producen entre 2,5 y 3 MW.
¿Y la fotovoltaica?
La energía solar en este país se ha desarrollado muy mal, deprisa y a base de primas. Nosotros proponemos un desarrollo de la fotovoltaica sobre techos, en espacios ya humanizados y ocupados, acompañada de producción propia de paneles. Hay un nuevo tipo de solar que es la termoeléctrica y que en los próximos años tendrá una gran evolución. Consiste en la colocación de una gran cantidad de espejos que concentran toda la energía en un punto con la que se hace hervir un fluido que genera electricidad.
¿Era evitable el desastre de Fukushima con otro diseño?
Ahora se sabe que esas instalaciones no estaban preparadas para resistir un tsunami y eso es inadmisible. Están en primera línea de playa y todos los edificios auxiliares están por delante de las contenciones que son mucho más resistentes. Todo el impacto inicial lo aguantaron los auxiliares y fallço la refrigeración inmediatamente además del venteo que fue la causa de los explosiones. Otro de los problemas fue el tiempo que tardaron en tomar decisiones básicas. Les costó 20 horas bombear el agua salada porque pretendían salvar los reactores por beneficio exclusivo de los dueños de las centrales. Si esa decisión se hubiese tomado en el primer momento, la situación no hubiese sido tan grave.
¿Qué va a pasar con la nube radioactiva que se ha producido?
El viento ha enviado la nube radioactiva hacia el mar. Sin embargo, restos de la nube ya han llegado a Tokio, cuyos 30 millones de habitantes son inevacuables. Si se hiciese más intensa en Tokio no se podría hacer nada, y para que se dé, basta con que cambie la dirección del viento. Por ahora la radiación en la capital nipona es ocho veces superior a lo normal, aunque sigue dentro de lo razonable.
¿Cuáles serán sus consecuencias a medio y largo plazo?
Si no se produce más escape radioactivo caben esperar efectos a largo plazo como diversos tipos de cánceres de pulmón, riñón y huesos, leucemias, malformaciones congénitas o enfermedades inmunodepresivas. Aparecerán dentro de diez o veinte años.
¿Y en los animales?
Los límites de radiación están medidos para las personas basándose en los efectos radiactivos de Hiroshima y Nagasaki, que fueron corregidas a la baja en el 2000 porque se comprobó que el vapor de agua reducía el nivel de radiación recibido. En el caso de los animales, sus efectos dependen de su metabolismo. El de los roedores es mucho más rápido que los hombres por lo que al mismo nivel de radiación, mayor efecto en ellos.