Vitoria. Los alérgicos al polen se enfrentan ya a su particular bestia negra: la primavera. A medida que el frío da paso a unas temperaturas más agradables y las lluvias se alternan con jornadas soleadas, la floración de árboles y plantas inicia su camino facilitando la aparición de la patología clásica de esta temporada. Hasta el momento, por las consultas médicas del territorio únicamente han comenzado a desfilar los alérgicos a algunos árboles, como el ciprés -desde principio de febrero-, el pino, el fresno o el chopo -a finales de ese mes-, muy minoritarios respecto a los que sufren la polinización de las gramíneas, la cuarta familia de plantas con mayor riqueza de especies y las que más afectan a la población. Nada menos que al 87% de los alérgicos al polen. Éstos sentirán sus efectos a lo largo de las próximas semanas, cuando las condiciones de sol y humedad sean las más adecuadas.

Maria Teresa Audicana, alergóloga del Hospital Santiago, prefiere no emitir pronósticos sobre la intensidad de la temporada primaveral de alergias que acaba de comenzar, debido a la "imprevisible" climatología que caracteriza a la zona. "Si sigue lloviendo y hace una temperatura mínimamente buena, las gramíneas van a estar hermosas, aunque ni más ni menos que otros años. No tengo ningún criterio para deducir si vamos a estar mejor o peor", advierte la profesional. Por el momento, la benignidad del invierno ha favorecido que haya cuentas de polen "bastante altas" de los árboles ya citados.

A los alérgicos les favorecería una primavera excesivamente seca o lluviosa, una tendencia poco probable porque no se ha observado en las últimas décadas. A pesar de todo, la ubicación geográfica de Vitoria la sitúa como un lugar poco propicio para los afectados, al contrario que los lugares costeros. Durante la primavera y el verano, debido a la brisa marina, el polen es empujado precisamente hacia el interior en jornadas soleadas y ventosas.

El equilibrio entre temperatura, humedad y régimen de lluvias sirve para expandir o frenar la polinización. Aunque por un lado la lluvia sirve para limpiar la atmósfera y aliviar los síntomas al alérgico, al mismo tiempo sirve a las plantas para alimentarse y prolongar su ciclo. En días lluviosos, nublados y sin viento los síntomas son mínimos para el paciente, porque el polen no se desplaza adecuadamente. Por contra, el clima caluroso, seco y ventoso produce el efecto contrario.

Más de 65.000 personas, alrededor del 20% de la población alavesa, padecen algunas de las alergias primaverales ya descritas, cuyos síntomas, aunque leves, no dejan de ser molestos. Afectación ocular -picor de ojos, enrojecimiento e inflamación del párpado-, síntomas nasales y asma bronquial -tos y dificultad respiratoria- son sólo algunos de los principales.

La vacunación constituye el único tratamiento eficaz para detener la evolución de la enfermedad alérgica, aunque los especialistas disponen también de un cóctel importante de fármacos para hacer más llevaderos esos síntomas. La inmunoterapia consiste en administrar al paciente cantidades gradualmente crecientes del alérgeno que le afecta, para inducir una tolerancia en su organismo. Al margen de la inyección subcutánea, la más habitual y "con mejor coste-beneficio", las posibilidades terapéuticas se completan con otra vacuna en comprimidos -la más novedosa-, indicada para la alergia a las gramíneas y los síntomas de rinoconjuntivitis, y la tradicional sublingual, que se administra con gotas. Esta última es la más utilizada con los niños, por el "miedo" a los pinchazos, que además deben administrarse una vez al mes.

¿Y de qué depende recurrir a las vacunas o no? "Hay que poner en la balanza el riesgo y el beneficio. Si tienes asma, o una rinoconjuntivitis que no se controla con medicación, hay que ir a la vacuna, porque el polen no se puede evitar", advierte Audicana. Uno de cada cuatro alérgicos suman a los síntomas habituales las complicaciones derivadas de alguna de estas dos patologías. A la mitad de los pacientes que llegan a su consulta, que al fin y al cabo representan "los peores casos" porque ya han sido vistos en la atención primaria, se les prescribe la vacuna. A la hora de asignar un tratamiento, Audicana aboga por huir de "paternalismos", como sucedía en la medicina de antaño, y "hablar con el paciente" para decidir "qué es lo que mejor se ajusta a sus expectativas en función del tipo de vida que lleve".

Al margen de la vacunación, existen numerosos medicamentos que pueden aliviar los síntomas al alérgico, una vez constatada su patología mediante las pruebas médicas pertinentes. El Prick con diferentes alérgenos y otras pruebas de laboratorio dotan al diagnóstico de una veracidad casi total y, a partir de ahí, los antihistamínicos, que controlan el picor y los estornudos, los antiinflamatorios o corticoesteroides tópicos inhalados, que reducen la obstrucción e inflamación nasales, los colirios, que alivian el enrojecimiento ocular, y los broncodilatadores, que alivian la tos y los ruidos torácicos, se convierten en los aliados farmacéuticos más recomendados para el alérgico.