SE la conoce ya como la central gemela de la que estos días mantiene a todo el mundo en vilo, la de Fukushima. Ambas nacieron en el año 1971 y emplean la misma tecnología, agua en ebullición, por lo que el desastre nuclear al que se enfrenta el país nipón ha vuelto a poner a Garoña de actualidad. Crecen con más fuerza que nunca las voces de quienes reclaman el cierre inmediato de la planta burgalesa ante el temor de que se pueda producir una catástrofe similar. Por ello las calles vuelven a ser tomadas por el Sol Sonriente, símbolo antinuclear, y de hecho ya se ha convocado para el próximo sábado en Vitoria la que se espera que sea "la mayor" manifestación nunca celebrada en contra de esta instalación.

Al menos en ello confía la plataforma Araba sin Garoña, formada por más de 60 colectivos del territorio, que ayer hizo un primer ensayo de las movilizaciones que durante las próximas semanas se irán convocando no sólo en la capital alavesa, sino también en otros puntos de Euskadi y del Estado. Tras una pancarta en la que se podía leer Herriaren hitza errespetatu. Garoña itxi orain, cerca de 200 personas se concentraron frente a la Diputación para exigir la clausura de la central de Santa María de Garoña.

Desde muy cerca de la planta atómica, desde Valdegovía, se desplazaron ayer a Vitoria la cuadrilla de Iker del Río, Haizea Marijuan, Rubén Vara y Marian Díaz. Querían participar en la movilización para trasladar la inquietud que se respira en la comarca, a la que sólo le separan diez kilómetros del reactor. Sus vecinos recuerdan que el debate sobre el futuro de la planta nuclear se viene prolongando ya durante demasiado tiempo, por lo que ahora, y más aún tras lo ocurrido en Japón, ha llegado el momento de tomar decisiones. "Es una central que ha quedado obsoleta y está en juego nuestra seguridad", recordaba Haizea. En este sentido reconocen que el cierre de la instalación puede afectar económicamente al municipio en el que viven, que recibe cada año cerca de 300.000 euros por el hecho de ubicarse cerca de la central. Pero su opinión al respecto parece clara. "Puede que nos afecte algo, sí, pero la economía no debe primar sobre la salud", aseguraba Iker.

Sosteniendo una bandera antinuclear y también acompañado por sus amigos, Joseba Martínez de Guereñu estaba convencido de que ayer debía estar frente al Palacio de la Provincia. Como tantos otros, estos días permanece muy atento a la información que trasladan los medios de comunicación sobre lo que ocurre en Fukushima. "Aquello nos está enseñando que la energía nuclear es muy peligrosa, nos puede pasar lo mismo que en Japón. Tenemos que apostar por las energías renovables", aseguraba el joven. Una afirmación en la que coincidía Julen Ormaetxea, que añadía otro problema más. "Ya no es sólo lo que ocurra con la central, ¿qué va a pasar con los residuos?", se preguntaba.

La movilización celebrada ayer en Vitoria dejó ver que la preocupación en torno a Garoña está latente en todas las generaciones, tanto entre los más mayores como entre los jóvenes. Desde Amurrio, José Luis Seijas decidió acudir hasta la concentración acompañado por sus hijas Naia y Ane, de 17 y 15 años respectivamente, convencido de que se debe crear una mayor conciencia social que consiga cerrar definitivamente, y cuanto antes, la central nuclear burgalesa. "Espero que movilizaciones como ésta influyan a la hora de decidir sobre el futuro de la planta", insistía.

De hecho, tal y como se recordó ayer en la protesta convocada por Araba sin Garoña, en juego está que continúe la actividad de la central nuclear hasta 2019, después de que recientemente el Congreso de los Diputados haya aprobado una normativa que permite prolongar la vida de este tipo de instalaciones más allá de los 40 años, siempre y cuando sus titulares así lo soliciten y cuente con la aprobación del Consejo de Seguridad Nuclear.

En este sentido, los portavoces de la plataforma recordaron que "hasta en tres ocasiones" ha incumplido ya el Gobierno español la promesa de cerrar la central burgalesa, que en teoría debería finalizar su actividad en 2013. La manifestación convocada para el próximo sábado partirá a las 19.30 horas en la Virgen Blanca.