Mucho ha llovido desde que la mujer adquiriera consciencia sobre la necesidad de luchar por alcanzar sus derechos. Y, pese a la brega y a la reivindicación continua desde hace más de diez décadas, aún es necesario reservar un día en el calendario para recordar lo mucho que queda por hacer en materia de igualdad entre hombres y mujeres.
El Día Internacional de la Mujer o de la Mujer Trabajadora se empezó a gestar hace unos 101 años gracias a una propuesta elaborada y madurada en 1910 por la activista comunista alemana Clara Zetkin. Aquella, parte del Sindicato Internacional de Obreras de la Confección -epicentro de la lucha obrera de la mujer-, tomó la palabra en el transcurso del Congreso Internacional de Mujeres Socialistas de Copenhague (Dinamarca) para convencer a sus iguales de la necesidad de luchar por la igualdad real y efectiva en derechos y deberes con los varones. Lo logró. Al año siguiente, un 19 de marzo, se celebró el primer día de la Mujer Trabajadora, aunque sólo en Alemania, Austria, Suiza y Dinamarca. En el resto de territorios, la fecha tuvo que esperar a mejores oportunidades.
Apenas una semana después de la primera celebración, el 25 de marzo, tuvo lugar un hecho espantoso. Cerca de 140 trabajadoras, en su mayor parte inmigrantes, perecieron en el incendio de una fábrica en Triangle (Nueva York). Los hechos marcaron a toda una generación de luchadoras por la libertad y por los derechos humanos y emularon otra catástrofe ocurrida décadas antes en la misma ciudad.
Desde entonces, la propuesta fue tomando forma hasta que se logró establecer oficialmente el 8 de marzo como un día de conmemoración a nivel mundial. Se eligió tal fecha en 1977 para recordar los hechos acaecidos en Nueva York en 1857. Entonces, un grupo de costureras decidieron ocupar la fábrica textil en la que trabajaban para exigir igualdad de salarios y una jornada de trabajo de 10 horas diarias. La protesta concluyó de la peor manera posible. Un incendio provocado por las bombas de humo lanzadas por fuerzas antidisturbios arrasó el recinto fabril. Perecieron 146 trabajadoras. Otras muchas resultaron heridas. Sin embargo, y a pesar de la tragedia, el germen de la igualdad empezó a gestarse en forma de movimiento reivindicativo de carácter global e internacional.
A ello también contribuyó la posición adoptada por decenas de miles de mujeres rusas durante 1917. En protesta por la muerte de más de dos millones de hombres rusos durante la Primera Guerra Mundial, las féminas se declararon en huelga de paz y pan el último domingo de febrero. Aquello ayudó a la caída del último zar y a la subida al poder del gigante euroasiático de los soviets. El Gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de sufragio. Aquella fecha, el 23 de febrero del calendario ortodoxo, coincidía con el 8 de marzo del calendario gregoriano occidental.
Las diversas protestas dieron sus frutos y la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaró como oficial el día 8 de marzo en el citado 1977. Desde esos primeros años, el Día Internacional de la Mujer ha adquirido una nueva dimensión mundial para todas las féminas, tanto de países desarrollados como de estados subdesarrollados.
La jornada, y las luchas que ella quiere significar, han servido como punto de encuentro de los esfuerzos individuales y grupales por la igualdad de derechos y por la reflexión sobre los avances conseguidos y sobre los que quedan por conseguir.