Vitoria. Los estrictos controles higiénico-sanitarios a los que somete el Departamento de Educación a los comedores escolares han hecho que la calidad de los menús que se sirven en los centros haya caído en picado. Así lo han constatado buena parte de las escuelas rurales de Álava, que pese a que ya no pueden autogestionar el servicio como lo hacían hasta hace unos años, se resisten a perder también las cocinas en las que a día de hoy siguen elaborando los platos.

La entrada en vigor de la normativa de comedores en el año 2000 supuso un antes y un después en el modo de funcionamiento de todos los centros, pero especialmente en los de los pueblos, que se abastecían de productos locales y creaban sus propios menús, a base de materia prima de primera calidad. "Todo lo que comprábamos era fresco, teníamos pescado del día, las patatas las adquiríamos en las huertas de la zona, y aun así nos sobraba dinero", explica Espino Pinedo, directora del colegio Unamunzaga, en la localidad de Ribera Baja.

Sin embargo, el Gobierno Vasco les impuso el modelo de gestión directa, una fórmula a la que muchos se opusieron, pero que finalmente se ha ido implantando en todas las escuelas e institutos. "Lo tuvimos que hacer porque nos amenazaban con quitarnos la cocinera", explican desde el CEIP San Martín, en Aramaio, uno de los últimos reductos del modelo de autogestión, ya que se mantuvo hasta hace sólo dos años.

La gestión directa que plantea la última ley supone dejar en manos del Gobierno Vasco la contratación de todo el personal, y además, una empresa de catering se encarga de la elaboración de los platos, que sufren estrictos controles de tipo nutricional, higiénico y sanitario. "Las medidas son muy estrictas y eso tiene consecuencias en la comida; los filetes, por ejemplo, salen recocidos", explica José Miguel Otxoa de Alda, director del colegio José Miguel Barandiaran, de Iruña Oka.

Sin embargo, no todos los centros funcionan a través del catering. La normativa permite también que los que dispongan de cocina propia, como es el caso de buena parte de las escuelas rurales, puedan preparar los menús en ella. En estos casos, la empresa de catering sólo se encarga de proporcionar a los centros las materias primas.

En este sentido, Ehige, la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de la Escuela Pública Vasca ha comprobado cómo existe una tendencia por parte del Gobierno Vasco a ir eliminando las cocinas de las escuelas. Lo ocurrido en la ikastola Legarda de Mungia es buen ejemplo de ello. El Departamento vasco de Educación ha aprovechado que el centro tenía que ser reformado para eliminar de los planos el espacio destinado a la cocina. "Teníamos un equipo de cocineros excepcional y los padres estaban tranquilos dejando en sus manos la elaboración del menú. Ahora se quiere sustituir por el catering", explicaba esta semana el portavoz del AMPA, Félix Barcina, quien comparecía en el Parlamento Vasco para exponer su caso.

Los centros alaveses consultados coinciden en su deseo de mantener las cocinas. Aseguran que ello aporta un valor añadido a los menús que, pese a ello, han experimentado una notable bajada de calidad. "Al final la materia prima que empleamos es la misma que la que emplean las empresas de catering que traen a los centros la comida ya preparada", añade Otxoa de Alda.

En este sentido, muchas de las escuelas rurales estarían dispuestas a regresar al modelo de autogestión. "Los padres se nos quejan y están preocupados; sin duda preferirían volver a la situación anterior", aseguran desde Aramaio. Igualmente, en Ribera Baja se sigue añorando el comedor de antes. "La calidad ha bajado muchísimo, y además antes los padres tenían que pagar menos por cada menú", explica la directora. Asimismo, recuerdan que sería una forma de activar la economía de la zona, ya que se comprarían productos locales.

casos aislados En Euskadi, sólo nueve centros educativos siguen autogestionando sus comedores. Uno de ellos es la ikastola Altzaga, ubicada en Erandio, donde han perdido las subvenciones que concede el Gobierno Vasco, por lo que son los padres los que deben hacer frente a los costes de la contratación del personal de cocina así como de los cuidadores. Pese a ello, la experiencia les sigue mereciendo la pena. Basta con echar un vistazo al menú: paella marinera, marmitako, merluza al horno, redondo de ternera o queso con membrillo. ¿Y cómo lo hacen? Los padres abonan una cuota de 100 euros durante 10 meses; una cantidad con la que pagan el comedor, pero también todo el material escolar, incluidos los libros. Aseguran que con esta fórmula sale incluso más barato que la gestión directa.