Bilbao. "Por fin empezamos a ver la luz al final del túnel". Javier Uriarte, aita de Ibai, está feliz, contento. El pequeño león de Galdakao se recupera ya -después de más de dos meses en la UVI del hospital La Paz- en una habitación de planta. "Ayer (por el domingo) nos dieron la mejor de las noticias. El niño ya estaba triste, decaído. Después de la operación ha habido complicaciones y no veíamos el final de esta pesadilla. Aunque hemos conservado la paciencia en todo momento, se ha hecho largo, muy largo", relataba al otro lado de la línea telefónica un emocionado padre. Los médicos han autorizado a las enfermeras a que alimenten al niño por vía oral, y no solo por sonda, tal y como ha sido ocurrido hasta la fecha. "Ha comido un yogur", exclama el aita. "También le han dado por sonda un puré de frutas. Los doctores nos han dicho que tiene que empezar a comer otras cosas para que se vaya acostumbrando su organismo", indica el padre.
Una vez en la habitación de planta, Ibai pudo saludar a su hermano mayor, Markel, con el que ansía compartir juegos como antes. "En la UVI apenas hablaba, pero en planta sí. Hoy ha saludado a su hermano", relata Javier.
El pequeño de Galdakao, que fue sometido el pasado 28 de diciembre a un trasplante de cinco órganos -estómago, duodeno, intestino delgado, páncreas e hígado-, se ha aferrado a la vida desde el primer momento. Con cuatro años ha superado una dura y complicada prueba a la que se ha enfrentado con fuerza. A mediados de enero, el pequeño sufrió una pequeña complicación. Fue intervenido quirúrgicamente por el equipo de cirujanos del hospital madrileño para resolver la obstrucción del drenaje del intestino y desplazar el diafragma, que le estaba provocando dificultad respiratoria. "Los problemas respiratorios han retrasado su traslado a planta, pero poco a poco, gracias a Dios, ha ido mejorando estupendamente y estamos muy contentos", repetía Javier.
El milagro La fortaleza demostrada por Ibai y el agua de la virgen de Unbe con la que, todos los días, su abuela Isabel y su madre Susana le humedecen la frente como si de un ritual se tratase, han hecho posible este milagro, cuentan. Ibai ya sonríe desde la cama de su habitación en planta. "Ahora es otra cosa", apunta el padre. "Ya lo dije: Hemen egongo gara irabazi arte (Estaremos aquí hasta vencer)", sostiene como su lema Javier.
Pero el niño de Galdakao no subió solo a su nueva habitación donde seguirá su recuperación. Le acompañaron todos sus juguetes que han convertido su larga y dura estancia en la UVI en un poco más placentera: el peluche del Athletic, Bob Esponja, el ferrari rojo que DEIA le llevó a Madrid en persona el día de Reyes, sus juegos de magia que tanto le fascinan, el dibujo que ha adornado su ventana durante más de tres meses y que le envió su hermano...
"La camiseta que le enviaron todos los jugadores del Athletic firmada se la vamos a colocar en la habitación para que la vea todos los días y se ponga contento", afirma Javier. La luz del túnel comienza a brillar con intensidad para la familia del pequeño. Es la sonrisa de Ibai que cobra cada día mayor fuerza.