Para comprender bien las dimensiones del fenómeno made in China hay que adentrarse en cada uno de los mercadillos con motivos navideños de varias plantas en las afueras de Pekín, o algo todavía mejor, viajar a la ciudad de Yiwu, en la provincia de Zhejiang, próxima a Shanghai.
Es un lugar que no deja indiferente a nadie que la visita. La culpa la tienen los más de 62.000 establecimientos repartidos en tres gigantescos edificios, además de las zonas con una temática especial, como la de los muebles o la Navidad. Hay tiendas de todos los productos que se puedan imaginar. Desde las más pequeñas gomas de borrar a las gigantescas saunas para los baños más lujosos. Pasando por juguetes, zapatos, luces de colores, cuadernos, mochilas, banderas, material de limpieza y hasta copias de la Copa del Mundial de Fútbol de Sudáfrica.
La mayoría tienen una superficie de unos 40 metros cuadrados, en algunos casos divididos por un fino muro en dos negocios de temática bien diferente. Por ejemplo, a la izquierda una tienda de clavos y tornillos de todos los tamaños, y a la derecha, una de pendientes e imanes en llamativos colores para los frigoríficos.
Al mediodía se aproxima la hora del almuerzo y es posible encontrarse la escena de todos los vendedores comiendo en grupo o solos alrededor de sus negocios. El olor a comida corre por los pasillos, cualquier plato es preparado para ser ingerido en el mismo envase de cartón blanco y tardar el menor tiempo posible en prepararlo o deshacerse de él una vez terminado.
En los pasillos comerciantes de todas las nacionalidades son recibidos con carteles en inglés, francés, español, pero también en ruso o coreano. Los vendedores saben que si ellos mismos o sus empleados saben idiomas, tienen mucho terreno ganado a la hora de hacer negocio.
Todo es poco para que el visitante se sienta cómodo y compre grandes cantidades. Aquí los pedidos se hacen por miles y es el punto de salida de la mayoría de los contenedores a Europa y el resto del mundo. En total, el valor de las ventas del año 2009 alcanzó casi los 5.000 millones de euros.
Una de las comerciantes es Jin Xiaoqin, una mujer cercana a la cincuentena, de pelo moreno corto y una cara muy expresiva. En su tienda vende junto a su marido desde hace más de diez años Nacimientos de todos los tamaños.
Jin ha pasado de vivir en el campo a vivir en Yiwu, pero también de transportar material en un pequeño ciclomotor a ser la dueña de la tienda y que su hija pueda estudiar Marketing en la Universidad, una oportunidad de la que ella nunca disfrutó.
Con una población que apenas supera el millón de habitantes, la renta per capita se situó en unos 3.500 euros en las zonas urbanas, mientras que en las rurales se quedó en los 1.500 euros. Yiwu es uno de los centros financieros de China y se sitúa, por sexto año consecutivo, en lo alto de la lista que agrupa a los cien mejores mercados chinos.
En las puertas del llamado oficialmente Centro del Comercio Mundial de Yiwu cuelgan carteles electrónicos que dicen: "Construir el mayor supermercado del mundo, convertirlo en el cielo de las compras internacionales".
Pero dentro de este supermercado también hay hueco para nuevas ideas. En concreto, en la última planta, donde trabaja Carlos Santana, director comercial de la empresa Mundiver Europa, que intenta hacerse un hueco en Yiwu con otro concepto diferente al que hasta la fecha a dado fama mundial a la ciudad.
En el caso de Mundiver Europa, importan productos españoles como vino, licores o aceite de oliva para que los empresarios los compren, distribuyan y vendan dentro o fuera de China.
"Está claro que en Yiwu todo es comercio, todo está pensando para ser comprado y vendido", asegura Santana, mientras enseña a dos empresarios recién llegados de Madrid el local de exhibición con más de 1.000 metros cuadrados, el que dice que es el más grande de la ciudad.
Yiwu representa hoy un símbolo de la apertura económica que comenzó en los años 80 con Deng Xiaoping al frente del Gobierno chino. Un paraíso para el comercio al por mayor, pero también el mercado más importante para la venta de coches de gama alta, como lo son los BMW, Ferrari o Porsche que pasean por las calles orgullosos los nuevos ricos.
rita álvarez tudela