vitoria. Rosa Regás se encuentra hoy en Vitoria, invitada por la Escuela de Formación Tomás y Valiente, en colaboración con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, para ofrecer una charla que ha titulado La incruenta revolución de las mujeres, en la que repasará los avances y retrocesos que se han dado en los últimos 80 años para tratar de conseguir la igualdad.
¿Por qué se refiere como "incruenta" a esta revolución?
Porque no se trata ni de matar a nadie ni de echar bombas, como al principio creíamos que eran todas las revoluciones. Ésta es mucho más poderosa, porque apunta al corazón mismo de una sociedad machista.
¿Cómo es para una mujer dedicarse a la Literatura? Rosa Regás es una escritora premiada, pero supongo que no habrá sido todo camino de rosas...
He sido reconocida con premios sí, como muchas mujeres, pero no pasaremos a la historia, mientras que los hombres todos pasarán, porque están todos en la academia y porque ellos mismos hacen los libros de texto. A mí me da lo mismo porque en cuanto me muera me da igual, pero eso no quiere decir que ellos sean mejores; simplemente, a ellas no se les valora.
Cuando se supo que Ana María Matute iba a ser galardonada con el premio Miguel de Cervantes, usted comentó que de haber sido hombre se lo hubieran dado mucho antes. ¿Es la Literatura todavía un espacio vedado para las mujeres?
El de la Literatura no, el del prestigio. Afortunadamente, las editoriales no tienen el mismo criterio, ellas quieren que los libros se vendan y, por lo tanto, a una editorial le da igual que el escritor sea hombre o mujer. Pero a los premios de prestigio, los premios que dan los gobiernos, dicen que no son machistas, pero es curioso cuando lo primero que hacen estos gobiernos es reducir el número de mujeres en cuanto tienen ocasión. Eso es lo que ha pasado con Ana María Matute. Ella es una mujer que escribe desde jovencísima novelas extraordinarias, pero sólo hay que ver la lista de los nombres que están en el Cervantes.
No se cansa de repetir que no hay literatura femenina ni masculina, simplemente literatura. Pero, ¿cuántos de sus lectores calcula que pueden ser hombres?
No, no, los hombres no leen novelas de mujeres. Son las mujeres las que leen novelas de hombres y de mujeres. Yo no creo que haya literatura femenina, lo que hay es una experiencia, y la experiencia tiene influencia en la vida que llevamos. De la misma manera que hubo hombres que escribieron Ana Karenina, la Regenta o Madame Bovary, hay mujeres que también pueden escribir como si fueran hombres. Todas nosotras lo hemos hecho. ¡Lo que pasa es que la crítica está tan torcida en ese sentido! Por ejemplo, yo tengo un libro que el protagonista es un abuelo, pero como la historia la escribe una niña, ya dicen que es una novela femenina. ¡Pero si está escribiendo la biografía de un hombre! Ellos no lo ven. Hablan de literatura femenina como la literatura intimista, pero se olvidan de que las mejores novelas policíacas las han escrito las mujeres, al igual que las de ciencia ficción.
¿Cree que las nuevas generaciones de escritoras lo tendrán un poco más fácil gracias al camino que ha abierto gente como usted?
Yo no he abierto camino. Yo me he puesto en el camino que han abierto las que llegaron antes que yo. Ana María Matute nos abrió camino a muchísimas, y otras tantas como Pardo Bazán. Yo me he puesto en este camino y lo he aprovechado. A lo mejor lo he ampliado una milésima, de acuerdo, pero es lo que he heredado de esta revolución, que es incruenta y no muy rápida. Pero poco a poco las mujeres vamos entrando en todas partes sin hacer ruido, sin ofendernos porque nos marginan. Da igual, nosotras seguimos nuestro camino.