la magia es risa, ilusión, fantasía... Todo lo que necesitan los niños que por una u otra causa se encuentran ingresados en un centro hospitalario. Ayer, cerca de una decena de chavales que recuperan la buena salud en Txagorritxu olvidaron durante varios minutos las paredes de sus habitaciones y la dureza de los tratamientos con una divertida clase de ilusionismo preparada por Rubén Triviño, miembro de la Fundación Abracadabra de magos solidarios. La cita no sólo sirvió para arrancarles más de una carcajada en estos difíciles momentos. El objetivo era doble, batir todo un Récord Guiness enseñando de forma simultánea dos juegos de magia en el mayor número posible de hospitales del Estado.
Más de 50 centros sanitarios se sumaron a la iniciativa y, gracias a la participación de 5.000 personas -la marca a batir era de 4.000-, se logró entrar en el prestigioso libro, según confirmó posteriormente la fundación impulsora. A ello no sólo ayudaron los niños enfermos de Txagorritxu, sino también sus familiares y un número importante de profesionales sanitarios del hospital, entre ellos sus dos directores, que no dudaron en participar activamente en esta enorme clase de magia. Cien ilusionistas solidarios consiguieron a lo largo de todo el Estado que ese estado de sonrisa se impusiese a todas las adversidades, aunque sólo fuese durante un rato.
Triviño, ataviado con un colorido traje a modo de clown y sombrero de copa, se encargó de hacer la sesión aún más divertida con sus ácidos comentarios, en el buen sentido, que también divirtieron de lo lindo a los más mayores. "Os voy a enseñar dos trucos para que los hagáis en estas fechas de cenas y comidas con la familia", advirtió en primera instancia.
Una venda mágica sirvió como elemento de partida para la clase. Aunque Tatatxan jauna -que así se hace llamar Rubén- la cortó con una tijera, un rápido juego de manos volvió a ensamblarla como en su estado original. "Veo que algunos dicen no me entero", se sonrió el mago tras explicar el truco a los asistentes. Una varita mágica voladora que todos debieron lanzar al aire para tenerla en sus manos dejó posteriormente boquiabierto a más de uno.
Aunque Tatatxan jauna dio la clase por concluida con estos dos trucos, lo mejor estaba todavía por llegar. Primero con una cuerda mágica, que al igual que la venda quedó unida por todos los extremos que anteriormente el mago había cortado con una tijera. Después, con el popular truco del pañuelo rojo que misteriosamente desaparece de la mano tras aplicar unos polvos mágicos. Y casi como colofón, con una pelota invisible que los niños lanzaron a una bolsa de papel vacía que portaba Rubén. ¡Abracadabra! Como si la esfera fuese de verdad, la bolsa emitió el nítido sonido de haber recibido algo en su interior. Aún hubo más. El mago sacó de su boca una enorme tira de papel de colores tras ser atacado por las pelotas invisibles que antes había entregado a todos los asistentes y, por último, preparó una tortilla con este mismo material. Al prenderle fuego al papel y tapar el plato metálico... ¡La última sorpresa! Una preciosa paloma blanca que levantó a todos los niños de sus asientos. Ayer vivieron una mañana de lo más especial, un gran regalo navideño por adelantado, que les hizo dar la espalda a cualquier sufrimiento.