La defensa de los Derechos Humanos también se hace mediante un ejército, el de la paz, que combate la resolución de los conflictos mediante la no violencia. El cuerpo de voluntarios de las Brigadas Internacionales de Paz ejerce de guardaespaldas de todos los activistas cuyas vidas están en peligro en áreas de conflicto. En concreto, 20 alaveses junto con otros 40 vascos más forman parte de esta agrupación que actualmente trabaja en Guatemala, México, Indonesia y Nepal.

La gasteiztarra Maite Elizondo encarna a la perfección el espíritu de esta ONG, fundada hace 29 años en Canadá. No en vano, hasta en dos ocasiones ha llegado a ser brigadista en Colombia, un país en el que no son pocas las personas que en su día a día miran de reojo por un posible ataque de las FARC. Un temor que Elizondo lo descubrió en sus diversas cooperaciones, que se repartieron en una estancia de un año y en una segunda, de ocho meses. "Hay gente que está allí muy amenazada, tanto que el seguimiento que hacemos a algunos es durante todo el día: desde ir a juicios, viajes o cualquier movimiento por la ciudad", detalla esta mujer de 60 años, quien el 29 de noviembre recibió una de las llamadas más significativas de su vida.

Al otro lado del teléfono estaba Inés Ibáñez de Maeztu, directora de Derechos Humanos del Gobierno Vasco, quien le comunicaba que no hiciera planes para mañana. Y más en concreto para las 19.30 horas, hora a la que esta citada en Lehendakaritza para recoger el premio René Cassin de Derechos Humanos 2010 en nombre de esta ONG. "Su labor de acompañamiento y su sensibilización social son una encomiable labor para la protección de amenazados", explica a este diario Ibáñez de Maeztu.

Sin embargo, la labor de los brigadistas no sólo se limita a las áreas en conflicto. También realizan un trabajo de "incidencia política", para concienciar tanto a la ONU, como a la UE y a los diversos países de la necesidad de prestigiar el trabajo que hace su cuerpo de voluntarios. Una ONG que cree que desde mañana con este galardón se contribuirá, en parte, a popularizar su compromiso con la no violencia. Aunque ello no significará que cese su diálogo con las respectivas instituciones y con la sociedad para contribuir a un mundo más justo mediante la recogida de fondos, para informar el estado actual de las brigadas y de sus principales preocupaciones, como la de reclutar más cooperantes.

Gernika Gogoratuz Los 16.650 euros del trofeo René Cassin, que lleva su nombre por el principal redactor de la Declaración de Derechos Humanos, también irán a otro guardaespaldas de la paz: el Centro de Investigación Gernika Gogoratuz, creado en 1987 por decisión unánime del Parlamento Vasco, en el marco del 50º aniversario del bombardeo de esta ciudad vizcaína. Entre sus méritos está su contribución en el tejido asociativo vasco que "aúna el compromiso con las generaciones futuras y con la memoria de las anteriores".

Otra fémina, en este caso María Oianguren, directora desde hace nueve años del centro, será la encargada de recogerlo. "Es una mujer que lleva una larga trayectoria por la construcción de un mundo más igual. Desarrolla trabajos de divulgación para fortalecer redes. Intervenciones para que este centro sea un referente para la paz en Euskadi y en el ámbito internacional", explica Ibáñez de Maeztu.

El fallo del jurado, compuesto, entre otros, por la consejera vasca de Justicia o José Ángel Cuerda, valora la capacidad científica y el compromiso científico de Oianguren por "sus publicaciones y múltiples artículos sobre diferentes temas relacionados con la resolución de conflictos".