L A Green Capital europea 2012 se vistió ayer de rojo. El de la Ardoa Zaharrean, que se desarrolla en una treintena de bares del Casco Antiguo. Los vitorianos, pese al frío y la atractiva extensión del puente, respondieron en masa a la invitación de esta segunda jornada de las celebraciones y brindaron con los caldos de Rioja Alavesa. La oferta de esta fiesta bien lo merece: un bono de ocho puntos, que puede intercambiarse por ocho vinos de año o cuatro crianzas, se vende a cinco euros. Y, por si fueran pocas facilidades, también se regala a los clientes una copa. La iniciativa se mantiene hasta este martes.
"Ocho vinos por cinco euros, macho", comentaba ayer uno de los asistentes a las puertas de Cuchillería. "Ya, ya, así cualquiera dice que no", le respondía un amigo. Un total de 33 bares del Casco Viejo -la Kutxi copa el listado, donde también figuran locales de la Cuesta, Pintorería, el Cantón de San Francisco Javier o incluso Nueva Dentro- acogen hasta el día 7 esta feria del vino. El mecanismo es sencillo, como explica Olatz, camarera en el Segundo: "Cada bar ofrece una bodega diferente. En dos lonjas se venden los tickets de ocho puntos, que se intercambian por vino de año, blanco o crianza". Cada establecimiento cuenta con botellas de una sola marca, para así fomentar que se recorra el barrio y la amplia oferta de caldos de Rioja.
Los tickets pueden comprarse al comienzo de la Kutxi o en el Cantón de Santa Ana. En el primer local, jóvenes como Laura explican a los interesados cómo funcionan los tickets, que vienen acompañados por una copa, con su correspondiente funda, hasta agotar existencias: "Los tickets se venden hasta el día 7, pero incluso el día 8 también se podrán canjear". Muchas facilidades para disfrutar del vino y, de paso, combatir el frío. "Como dice un amigo mío, Mientras hay vino hay esperanza", bromeó Juan, de Jango Taberna, que hoy -sobre las 19.00 horas- acogerá una cata para que la cita no se limite a una mera degustación, sino que también potencie la cultura vitivinícola. "Lo importante es promover a los riojanos, que aún les cuesta", apuntó. Ardoa Zaharrean celebra ahora su segunda edición. Su objetivo es convertir la feria en una cita anual, que viene a cubrir el hueco que en su día dejó Ardoaraba. Este acto reunía a miles de personas en torno al vino durante el puente de la Inmaculada; sin embargo, la falta de financiación -que provocó una polémica en las Juntas, sumada a las quejas de los bares que se veían fuera del programa- provocó que no llegara a su séptima edición. La feria del vino tomó su testigo. De hecho, se celebra en las mismas fechas.
El objetivo es promocionar el vino de Rioja Alavesa, algo que según los organizadores todavía no se ha aprovechado lo suficiente. Desde el propio Ayuntamiento de Vitoria y la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica, de hecho, ha habido voces que demandan un mayor protagonismo para el vino en Gasteiz. Ardoa Zaharrean, aprovechando el tirón de la Green Capital, se promueve con el sello European Wine Capital. Así, en inglés, para atraer al turista. La cita se desarrolla durante todo el puente para llenar de vida el Casco, donde ayer sumó fuerzas con el mercado de la almendra. "El año pasado funcionó muy bien, y si la gente responde, intentaremos llegar a más bares. Lo que nos interesa es que la gente venga al Casco Viejo, que pasee por aquí", cuenta Iñaki Lazkano, del Parral. Lo dice con conocimiento de causa, porque el local está en plena celebración de su 15º aniversario, durante el que ha acogido unas 700 actividades. Ardo Zaharren es, ahora, una fecha más en la agenda.
buena acogida vecinal Y los vecinos, por su parte, se muestran más que satisfechos con esta actividad. "La verdad es que este tipo de iniciativas animan el barrio"; "y habría que hacerla incluso más veces, porque esta zona está muy abandonada", contaron Isabel y Pedro, residentes en el Casco Medieval. Una opinión parecida aportaron la familia formada por Aintzane, Víctor y la pequeña Aduna. "Vivimos en el Casco y el año pasado ya acudimos al Ardoa Zaharrean. Cada uno nos compramos un bono, nos hacemos la Kutxi y, de aquí, a casa", comentó el padre mientras la niña, de 2 años, no se separaba de su copa. Vacía, claro, una de las pocas ayer en el Casco Medieval.