Los discapacitados intelectuales adoptan alaveses que quieran compartir con ellos un café, una jornada de compras o un pintxo-pote. Ofrecen una amistad de por vida para lograr relaciones afectivas que no consiguen encontrar en la calle. Con la idea de tener una persona de referencia, una vez fallecidos sus padres, la Fundación Usoa creó hace 25 años este programa del que actualmente 28 delegados participan en el intercambio de sentimientos, inquietudes y experiencias con los miembros de Apdema. Gente fuera de lo normal es su lema.

Ángel Rodríguez (24)

"Tenemos la misma edad"

Ángel Rodríguez, de 24 años, hace dos que empezó a tutelar a Mikel, de 21. "Te adjudican a una persona que tenga una afinidad contigo y en mi caso era que los dos teníamos la misma edad", explica este joven que se animó a tutelar tras una charla con Nacho Loza, el secretario de la Fundación Usoa, a quien ya conocía por ser de un grupo de acción católica.

El gusanillo en el estómago que Ángel tenía el día que le presentaron a Mikel le ha borrado parte de ese momento. Pese a que se acuerda de la reunión con dos trabajadoras sociales, destaca que lo importante fue que la relación siguiera al poner un pie fuera de Usoa, sita casualmente en la calle vitoriana de Paloma, donde allí tiene su sede la asociación de discapacitados Apdema. "Luego nos fuimos a un bar y desde entonces, quedamos una vez a la semana como mínimo", explica.

Aunque, en concreto, hay un día que no perdonan. El jueves se van de pintxo-pote por los bares de la capital alavesa con la cuadrilla de Ángel. Pero también tienen más cosas en común de las que creían en un principio, como cuando se animan a compartir una sesión de palomitas delante de la gran pantalla. "Hemos ido a ver El gran torino y la de Invictus, dos películas dirigidas por Clint Eastwood".

La relación también se cuida por teléfono los días que el trabajo les impide quedar. Se trata de un proyecto vital. "La idea es que sea por muchos años. Es integrarle en todo porque no es sólo ocio, ni una actividad es un compromiso". De ahí que lo delegados se preocupen por construir verdaderas relaciones afectivas, la clave para un bienestar integral. "El único consejo que le doy es que se porte bien y que se preocupe por buscarse un trabajo". Sin embargo, las recomendaciones de Ángel a las personas interesadas en adoptar estos amigos son ya palabras mayores. "No se lo aconsejaría a cualquiera. Lo fundamental es tener sensibilidad hacia este colectivo, alguien al que le toquen el corazón. Es una labor muy bonita por todo lo que te aportan también".

Mikel (21)

"Nos vamos de pintxo-pote"

"Fue fácil estar con Ángel porque es un buen chaval, aunque yo quería que me tutelase una chica", confiesa Mikel, bajo un boquiabierto Ángel.

Desde entonces, este chico al que le encanta el juego de los coches tuneados de la playstation habla de la amistad entre ambos con una sonrisa por los buenos momentos vividos. "Cuando mejor me lo paso es en las barracas, en el saltamontes, sobre todo, pero el día en que nos montamos en la olla también nos lo pasamos muy bien. Y no me salieron moratones porque me agarré muy bien para no caerme".

Pero además de haberse integrado en la cuadrilla de Ángel, también ha conseguido ver con buenos ojos que trabajar en el taller-vivero de Arbulo, después de todo, no sea tan mala idea. "Empecé en septiembre, pero me gustaría trabajar en un restaurante porque hice un curso de cocina", desea.

El mundo de las ensaladillas, tortillas, hamburguesas no tiene secretos para Mikel. Y así se lo demuestra a diario a sus dos compañeros del piso que comparte en Abetxuko bajo la idea de alcanzar la independencia absoluta. El monitor de apoyo sólo les ayuda con temas como la economía doméstica o acompañamiento al médico. "Un día invité a Ángel a la casa y le hice tiramisú", comenta orgulloso de este postre sólo al alcance de los expertos en los fogones. Tampoco se le olvidan sus vacaciones. "Este año fuimos a Arcos de la Frontera con Apdema y con mi padre", añade.

Amaia de marcos (31)

"Hace 13 años de la amistad"

Cuando Amaia de Marcos comentó a su familia que quería ser voluntaria, la idea no cogió a nadie por sorpresa. "Tenía unos 18 años y siempre había estado implicada en distintas causas. Cuando conocí en esa época a Nacho Loza me decidí", pormenoriza esta psicóloga. Pese a su corta edad, enseguida tuvo claro que lo que le apetecía era incluir a Asun en su vida, "mucho mejor que ir dos horas a una actividad de APDEMA de tiempo libre".

Desde que una trabajadora social se la presentó, hace lo mismo que con una amiga: desde ir de compras a tomar café o pasear. "Yo es que con Asun me lo paso muy bien porque tiene mucho sentido del humor, pero sólo recomendaría tutelar a las personas que compartan su realidad".

asun (54)

"Es una ilusión encontrarnos"

A Asun parte de su mundo se le desmoronó cuando en 1997 sus padres fallecieron y, al poco, su hermana se casó. Le costó convivir con otras 11 personas más, a las que no conocía, en un hogar para personas con grado alto de discapacidad. "Luego ya me fui adaptando y he conseguido que todos me acompañen a ver a mi tía monja a Navarra", asegura.

Sin embargo, en ese período también llegó a su vida Amaia, su delegada tutelar, a la que le hace ilusión ver hasta en vacaciones. "Un año coincidimos las dos en Benidorm y nos pusimos muy contentas". Una ilusión que Asun incluso traslada al momento en el que estuvo en el hospital. "Lo mejor es la cena que hacemos todos en Navidad, vienen todos los tutelados y delegados. Vamos elegantes, a la pelu y encima nos hacen regalos. Es como una boda", cuenta.