PAMPLONA. El estudio se ha realizado en ocho países europeos, entre ellos España, y en el mismo ha tomado parte el catedrático de Nutrición de la Universidad de Navarra Alfredo Martínez.

Considerado por este centro como el análisis más relevante del mundo sobre el mantenimiento de peso a largo plazo tras haber seguido una dieta de adelgazamiento, ha evaluado desde 2005 los hábitos de alimentación de 773 familias.

En total 938 adultos y 827 niños, todos voluntarios, que perdieron primero un 8% de su peso y después fueron sometidos durante 26 semanas a cinco tipos de dieta de mantenimiento bajas en grasas y sin restricciones en cuanto a calorías.

Los resultados, según explica Alfredo Martínez en un comunicado, "demostraron que un incremento modesto de proteínas y un descenso de alimentos que aportan energía rápidamente, que tienen un alto índice glucémico, permite mantener los kilos perdidos e incluso, en algunos casos, continuar bajando de peso".

Estas conclusiones, subraya, "suponen un cambio en la idea extendida de que las dietas con un contenido proteico de al menos un 30% son perjudiiales".

Y de hecho, añade, los voluntarios que mejor mantuvieron su peso y no abandonaron el régimen fueron aquellos con dietas "moderadamente" ricas en proteínas y bajo índice de azúcar, parámetros que quienes siguieron unidos en una misma dieta hicieron que estas personas "continuaran perdiendo kilos durante la intervención".

En este sentido Martínez indica que "no todas las calorías tienen el mismo efecto sobre el organismo y tanto las proteínas como los productos con bajo índice glucémico poseen un efecto saciante que ayuda a mantener la dieta en el tiempo", por lo que ambos factores podrían explicar parte de los resultados del estudio.

Este trabajo sugiere, además, que lo más útil para perder peso no es contar las calorías, sino saber que la calidad de éstas no es igual en función de la capacidad de los alimentos para convertirse en energía una vez que llegan al organismo.

"Así, por ejemplo, las lentejas tardan bastante tiempo en convertirse en glucosa una vez que las ingerimos, de modo que tienen un índice glucémico bajo", aclara el catedrático, y apunta que lo mismo sucede en general con legumbres, cereales integrales, frutas, vegetales o carnes magras.

La investigación va a continuar ahora para intentar averiguar qué personas responden mejor a este tipo de alimentación en función de sus genes, "un campo que conduce ya hacia las dietas personalizadas", según Alfredo Martínez.