Madrid. La visita de 32 horas del Papa Benedicto XVI a Santiago de Compostela y Barcelona durante el fin de semana despertó las reacciones de los políticos, que no dudaron en opinar sobre las declaraciones que el Pontífice hizo durante su estancia en España.

El presidente del Congreso, José Bono, consideró "disparatado" creer que Benedicto XVI comparase la España actual con la de los años previos a la Guerra Civil, y aseguró que el Papa "no quiso decir eso, e incluso, no lo dijo". En un entrevista en Los desayunos de TVE Bono se preguntó si es que acaso se espera que el Papa venga a hablar a favor del laicismo aunque, en ese sentido, reconoció que, en alguna ocasión, Benedicto XVI habló de "sano laicismo", que consiste "en ser respetuoso con quien no tiene fe o con quien tiene otra fe".

Por ello, calificó de "energúmenos" a quienes insultaron a José Luis Rodríguez Zapatero, y le gritaron: "reza con nosotros". Bono precisó que al presidente del Gobierno "se le puede pedir que gobierne, incluso que vaya a misa, pero no que rece, como ellos rezaban, insultando y gritando".

Además, la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, afirmó sobre las declaraciones de Benedicto XVI en las que pedía que "la mujer encuentre en el hogar y el trabajo su realización", que en España "las mujeres, también muchas católicas, decidieron entrar y salir de casa libremente".

Pajín apuntó que esa decisión "se traduce en leyes que protegen la igualdad", que, a su juicio, "están por encima de cualquier creencia religiosa e, incluso, del debate sobre la religión y la laicidad".

Por su parte, el secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, evitó ayer entrar en confrontación con el Papa por sus palabras en España y se limitó a expresar su "respeto" una y otra vez, aunque reconoció que el partido del Gobierno no está de acuerdo en todo con el Pontífice: "En muchas de las cosas que ha dicho estamos de acuerdo y hay algunos matices en otras cuestiones", declaró.

A su juicio, la visita del Papa "ha salido bien" y el Gobierno, en un Estado aconfesional como el de España, tiene que "respetar, y así lo ha hecho", el "peso de la Iglesia Católica" y "a los que no son de esa religión o no piensan igual".

El PP, principal partido de la oposición, a través de su secretaria general, María Dolores de Cospedal, agradeció a Benedicto XVI la visita que realizó a Santiago y Barcelona, pero se negó a valorar las palabras que pronunció acerca de que en España hay "una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta".

La número dos del PP indicó que el viaje del Santo Padre no sólo ha sido importante para los católicos y para las ciudades que visitó, sino también para la proyección internacional del Estado, como lo será también la que realice a Madrid el próximo año.