Donostia. A comienzos del siglo XVII, la mayor "caza de brujas" de la Historia tuvo por escenario las tierras vascas. Uno de sus hitos fue el auto de fe de 1610 en Logroño a partir de las denuncias contra vecinos de la localidad navarra de Zugarramurdi. Con motivo de este aniversario, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, junto con el Ayuntamiento de Zugarramurdi y el Gobierno de Navarra, han organizado las jornadas internacionales Akelarre: la historia de la brujería en el Pirineo (siglos XIV-XVIII).

Su conferencia en las jornadas se titula: "El invento de la palabra aquelarre". ¿Qué invención fue esa?

Cuando se inició el proceso de Logroño, en 1609, la palabra aquelarre sólo existía como topónimo, es decir, como nombre de determinados prados: Akerlarre (Prado del Macho Cabrío) o Alkelarre (Prado de las Flores de Alka - Latin dactilis hispanica). En el transcurso de los primeros meses del proceso surge una mutación en el sentido de la palabra y pasa a ser denominación general de junta de brujas. Por primera vez, aparece documentada la palabra aquelarre en una carta del Tribunal a la Suprema, con fecha de 22 de mayo de 1609, en la que los inquisidores escriben que están ocupados reuniendo informes sobre juntas y aquelarres celebrados en otros lugares de Navarra, y de los que algunas brujas que, entretanto han sido arrestadas, saben algo. La nueva remesa de prisioneros a la que se refieren, llevaba en la cárcel desde el 14 de febrero, de modo que el Tribunal había tenido tiempo de sobra para interrogarles. Recordemos que todos los interrogatorios se hicieron a través de intérpretes ya que los acusados sólo hablaban el vascuence. En resumidas cuentas: el invento consistió en una mala interpretación de la palabra.

Una de sus aportaciones más importantes al estudio del fenómeno es la distinción entre brujería y brujomanía, ¿cuál es la diferencia entre estos dos términos?

Brujería es la creencia ancestral en brujos y brujas de aldea a quienes se acusa de maleficio, o sea daños contra personas, animales y cosechas. La brujería es un poder personal que obra a través de la envidia o el mal de ojo de la bruja, sin la ayuda del Demonio. La brujomanía, en cambio, es un fenómeno de corto recorrido. Aparece en forma de psicosis colectiva como resultado de rumores, propaganda y adoctrinamiento. Se trata de una mezcla peligrosa de creencia popular y demonología erudita, o sea la teoría sobre los poderes del Demonio. El peligro apareció cuando desde el púlpito o en el estrado judicial se intentó aplicar a los casos corrientes. Entonces es cuando surgía el potencial para un nuevo modelo brujeril, peligrosa creación que cogería por sorpresa tanto a encumbrados como a humildes; o sea, un pánico moral que yo he llamado brujomanía.

¿Cómo se produce un estallido de pánico brujeril, de brujomanía?

En cada estallido de brujomanía se daban las siguientes tres fases: adoctrinamiento, epidemia onírica y confesiones forzadas. El pánico comenzaría con un estallido de sueños estereotipados. Mucha gente, niños y adolescentes en su mayor parte, contaba que era llevada de noche a las juntas brujeriles mientras dormía en su cama. Y una vez que la gente embrujada o los niños brujos contaban sus aventuras nocturnas, el pánico brujeril se ponía en marcha.

Es lo que usted denomina muy atinadamente "epidemia onírica".

En efecto. La ilusión masiva que estalló en Navarra entre 1609 y 1611 constituye sin comparación alguna el caso histórico mejor documentado de una epidemia de malos sueños. A partir de las respuestas de 102 personas interrogadas por el inquisidor Salazar, es un hecho evidente que la mayoría de ellas creía que sus sueños sucedían en la realidad.

Por tanto, ¿la implicación masiva de niños es un rasgo característico de los procesos de brujería vascos?

Lo es, no hay duda de que la brujería infantil fue la base oculta de la gran manía brujeril entre las gentes de habla vascongada. El documento más revelador lo constituyen las actas del proceso al coadjutor de Errazu, Miguel de Aguirre, ante el tribunal episcopal en 1611. Este juicio nos permite reconstruir el asunto desde sus inicios, a raíz de que el coadjutor comenzase a predicar contra la secta de brujos en su parroquia causando una pesadilla colectiva entre niños y adolescentes.

En el otoño-invierno de 1609 el juez del Parlamento de Burdeos Pierre de Lancre emprendió una feroz campaña contra la brujería en Lapurdi. ¿De qué manera la noticia de esas persecuciones influyó en Navarra?

Había nociones sobre brujas de aldea que se suponía dañaban a los vecinos, como en el caso de Zugarramurdi. Sin embargo, según observó el Obispo de Pamplona, Antonio Venegas de Figueroa, nadie había oído hablar de brujas como una organización secreta. La brujería satánica era completamente desconocida entre los vascos antes de extenderse la persecución. Según el obispo, lo supieron únicamente en 1609, cuando el juez Pierre de Lancre condenase a muerte a más de ochenta brujos del País de Labourd. La brujomanía ya existía allá desde dos años antes. Sin embargo, no fue hasta 1609 cuando cruzase la frontera poniendo en alerta a la Inquisición.

¿Cuántas personas se vieron implicadas en la "caza de brujas" de 1609-10?

Sobre la base de los cálculos del Tribunal, más de 5.000 personas fueron denunciadas por las 1.721 brujas y brujos que mantuvieron sus confesiones. Ello suma unas 6.721 personas involucradas, a las que hay que añadir otras 1.672 denuncias contenidas en las actas de los 81 brujos y brujas que revocaron sus confesiones, con lo que sus denuncias quedaron anuladas. Todo ello da un total de 8.474 confesos o denunciados por brujería. La inmensa mayoría vivía en las montañas de Navarra, cuya población se podría estimar en unas 10.000 personas.

Su libro se titula "El abogado de las brujas" y lo dedica "A la memoria de D. Alonso de Salazar Frías, inquisidor y humanista español". ¿Qué papel desempeñó en el proceso de Zugarramurdi?

Fue él quien cambió el rumbo del tribunal, evitando así un holocausto. Pocos meses después del auto, envió un informe al inquisidor general sobre ciertas irregularidades en el tribunal, pero fue durante su visita a la zona infectada cuando se le abrieron los ojos. Su conclusión de que no hubo brujos ni embrujado hasta que se comenzó a tratar y escribir de ellos escandalizó a sus colegas. Estaban convencidos de que el Demonio le había cegado y que Salazar se había convertido en abogado de las brujas. Sin embargo, después de tres años Salazar salió victorioso. El Consejo de la Inquisición reconoció que todo se debió a una falsa alarma.

¿Qué lecciones históricas nos aporta el caso del inquisidor Salazar?

Lo que me fascina del carácter de Salazar es su amor a la verdad sin concesión. La lección que nos aporta esto es la importancia de que las personas dentro del sistema, donde sea han de tener valor para revelar las cosas ilegales.