HAy quienes fueron ayer casi por rutina, como otro día más de todos los del año que van. Para otros, en cambio, es el único día del año que se animan y luego estaban los originales, quienes daban el paseo sólo por la estética del lugar. Por el motivo que fuere, las calles del cementerio vitoriano de Santa Isabel veían pasar un tránsito inusual de visitantes. Una afluencia que interrumpió la calma de los residentes en este lugar del descanso eterno durante el día de Todos los Santos.

Al matrimonio formado por Blanca y José Luis no les quedó más remedio que acudir en esta fecha señalada. "El domingo estuvimos en La Rioja para visitar en el cementerio a los padres de ella, así que ahora tocaba ver a mis familiares", cuenta este vitoriano, quien aunque prefiere pisar el camposanto cualquier otro día del año, reconoce que siempre se acercan a Santa Isabel todos los 1 de noviembre por tradición. "Hemos puesto claveles, gladiolos y lilium, pero también venimos más días", añade su hija.

Otras que no fallan nunca en acercarse este día a este camposanto son Mari Carmen y su hija Gema. "Yo llevo viniendo toda la vida aquí y tengo más de sesenta años. Tenemos un panteón familiar en el que están hasta mis abuelos", explica Mari Carmen, después de poner unos claveles rojos en dicha sepultura.

Esther Rey es otra de las que no perdonan quedarse en casa este día. "Los santos son todos los días. Vengo mucho todo el año, pero también hoy", explica esta señora acompañada de su hija, su yerno y los nietos. Pese a este gran apoyo familiar, no estaban todos los miembros de la prole. "Luego vendrá mi marido con mi otra hija, que viene de Zarautz", añade Esther.

Otra multitudinaria presencia en Santa Isabel la conformaban la dinastía gitana, al completo, de los Pérez de Arenaza. "No sé ni cuántos estamos", bromea José, uno de los ocho hijos de la difunta Milagros. "Date cuenta de que, además de todos los hermanos, están también las nueras, yernos y los hijos", añade este hombre. Como ya es tradición, además de pasar toda la mañana en el cementerio, se tomaron en serio el gesto de poner flores. Tanto es así que el panteón familiar yacía oculto bajo lo que parecía una floristería. "Yo creo que habrá en total hasta unos sesenta ramos porque cada uno ha traído uno", agrega este hombre, que se ha pasado dos días "mirando" todos los puestos de flores de la capital alavesa. "Tenemos hasta con formas de corazón y mariposas, pero lo malo no es que no duren, sino que se las lleven". Algo que, por desgracia, sufren año tras año. "No hay derecho que hagan esto porque los cementerios son sagrados. Aparte de ramos, nos han roto la escultura de bronce del Sagrado Corazón y alguna vez nos han llevado las cadenas", critica José, para quien es comprensible que se pueda robar para llevar un trozo de pan a la boca, "pero lo otro no".

Con una sonrisa delatadora paseaba la pareja formada por Inma y José Manuel. "Estamos viendo la estética porque hay cosas muy kitsch, como ese gran farol negro", dice este gasteiztarra en su primera visita a Santa Isabel durante Todos los Santos.

Por algo, los amantes de este silencioso reducto plantean visitas guiadas e incorporar Santa Isabel a la ruta europea de cementerios.