La crisis también ha golpeado la cartera de los aficionados a comprar en los omnipresentes puestos festivos. Tanto es así que incluso se ha vuelto a poner de moda la fórmula del regateo para llevarse a casa el producto deseado a un precio más económico del establecido en un principio. Sin embargo, la confianza en el consumo de puestos artesanales no es lo único que se ha retraído en las fiestas de La Blanca, ya que el número de casetas que se han podido ver en General Loma o en la Senda durante los festejos de la patrona de la capital también se ha reducido este año. "Nos encontramos ante una situación difícil. Las solicitudes para alquilar una caseta se han reducido. Sale muy caro poder vender nuestros productos y no sacamos nada de beneficio", opina Bernat Vidal, presidente de la asociación de artesanos de Euskadi.
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