"Ser o no ser", entre muchas cosas, habla de teatro dentro del teatro, algo curioso para alguien que siempre ha estado entre bambalinas. ¡Y ese "gag" del monólogo de Hamlet!
Es el fragmento que todos recordamos de la película. En la obra, la compañía representa Hamlet mientras ensaya una sátira sobre Hitler, y, sí, refleja muy bien el teatro dentro del teatro, las jerarquías de actores. En ese momento se produce la invasión de Varsovia, no les permiten estrenar, les quitan el teatro y se ven envueltos, por una peripecia, en una situación absolutamente crítica que pone en peligro la vida de mucha gente. Y haciendo lo único que saben hacer, que es interpretar, haciéndose pasar por otros, tratan de evitar que eso ocurra. Todo en tono de alta comedia, lo que permite que todo se vea, dentro de la crueldad y la crudeza, con cierto relax, entre risas constantes.
Una combinación muy especial...
Ese fue el éxito de la película, que se hizo en el 42, con Hitler en pleno apogeo. El relato y la función en los que se basa fue anterior a la invasión, aunque no era difícil preverla porque el pueblo polaco ha sido siempre un pueblo muy invadido. La obra parte de un relato corto, gracioso, simpático, que se aprovecha para hacer una sátira con momentos casi de vodevil, puertas que se abren y se cierran, pero no para esconder amantes sino para suplantar personajes. Esa combinación, tanto en cine como en teatro, es lo que funciona tan bien. La hace especial, y el acierto es que la versión que se ha hecho para teatro es muy fiel a la película.
¿Y cómo recuerda usted la primera vez que vio la película?
Cuando era chaval se ponía en cines de arte y ensayo, en versión original subtitulada. Recuerdo verla en el Bellas Artes de Madrid, donde se proyectó mucho tiempo. Mis amigos y yo veíamos todo el cine y el teatro que ponían, se nos acababa la cartelera y volvíamos recurrentemente a verla. Luego en televisión, y la tengo en vídeo, en DVD. Es un clásico. Aún la ves y encuentras momentos magistrales.
Usted, su compañero de reparto Diego Martín, Gonzalo de Castro... Hay una generación actual con una vis cómica única, muy especial...
En este momento tocaba y se ha hecho muy bien. Yo me autoexcluyo. Gonzalo, Diego, Carlos Chamarro, que está en la obra también y participó en Camera Café, la misma Amparo... Fundamentalmente se manejan bien en la comedia porque son grandes actores. Si a Diego le das papeles de otro corte, dramáticos, también te lo hace perfecto. Bien es verdad que la comedia tiene un punto que a veces no es fácil...
A eso me refiero, a esa llave para decir las frases, moverse...
A veces es simplemente tener un poco el sentido del ritmo. Suena un poco como a trivializarlo, pero es eso, ver cómo va evolucionando la función, cómo te va pidiendo. El drama se mueve en otro código, no importa que la pausa tenga un segundo más o menos, porque acentúa el dramatismo. En la comedia si te despistas y aquello se alarga a lo mejor pierdes el tempo de la escena. Hay que medir, pero sin pasarse. Es verdad que hay grandes actores que se manejan un poco peor en la comedia, pero la base es la calidad. El buen actor se maneja en tragedia, drama, comedia y lo que le pongan. Incluso si le toca una película infumable está digno.
Ahora, sin quererlo, hace doblete con el doblaje de Buzz Lightyear de "Toy Story 3", en todos los cines...
Lo de Toy Story es una vieja historia. Mi relación con el doblaje es muy antigua y en los últimos diez años ha sido más tangencial, con trabajos muy concretos por cuestiones de tiempo. Pero siempre que me han llamado para hacer algo interesante y hemos podido hacer el hueco lo he hecho, porque me divierto mucho doblando. Es una labor de investigación muy interesante. No es una cosa a la que se le dedique muchísimo tiempo, tienes que ir con todos los sentidos muy alerta y te lo puedes pasar muy bien. Toy Story se hizo hace quince años y funcionó muy bien. Todos los que tuvimos la oportunidad de ver aquella película los primeros notábamos que era algo especial. Cuatro años después la segunda parte y al cabo de doce llega la tercera. Cuando me llamaron, tenía muchas ganas, era como reencontrarme con un viejo amigo, que me ha dado muchas satisfacciones. Son trabajos que perduran en el tiempo de una manera de la que no eres consciente. Tengo amigos que me odian, porque los niños pueden ser pesados cuando les gusta una cosa y la ven un millón de veces. "Es que no hay manera de quitar a ese Buzz Lightyear de la pantalla!".
Es una franquicia de calidad...
A la segunda, que doblamos en Barcelona, iba con reservas. La típica secuela que trata de aprovechar el éxito de la primera y suele ser peor... Pero doblándola ya vi que no. Así que en esta tercera imaginaba que sería algo especial. Y efectivamente es un guión magistral.
"La vida de Brian", la saga "Toy Story", "Aquí no hay quien viva"... Tiene que dormir tranquilo, está detrás de las risas de media península en las últimas décadas...
Estoy muy orgulloso de haber estado en esos proyectos. Aquí no hay quien viva es el último referente que nos va a quedar de la televisión tal y como la entendíamos, un fenómenos sociológico en toda la escala de edades. Estábamos todos enamorados de el proyecto, involucrados durante tres años. La vida de Brian ha quedado como un icono. Es otra película que había visto antes en versión original, en el cine, y años después me ofrecieron doblar a Brian. "Pues cuidado que hay que hacerla muy bien; es una película de culto". Y nos esmeramos mucho, se cuidaron mucho los diálogos. Y pasa en Ser o no ser. Te lo ofrecen y dices "¡qué maravilla!", pero dudas cómo se va a trasladar esa joya. Venía de hacer teatro -combinado con tele- dos años y no tenía pensado hacer más, pero al ver la versión... no pude resistirme.