vitoria. A veces, la alegría y el desenfreno se entienden de formas que poco o nada tienen que ver con la diversión. Los datos así lo explican hasta dejar sobre la mesa estadísticas que ponen los pelos de punta. Entre ellas, destaca la que habla de las intoxicaciones etílicas que se tienen que atender cada año en el ciclo de La Blanca. La gran afluencia de personas a los actos previstos puede llevar a repetir los registros vividos en 2009, cuando los servicios sanitarios se toparon con un número de intoxicaciones etílicas o por otras sustancias que aumentó un espectacular 63% entre los adultos, pasando de las 66 atenciones de 2008 a ni más ni menos que 108. En ese sentido, las asistencias ya están preparadas para intentar acotar una circunstancia tan poco propicia y que, al parecer, guarda una estrecha relación con la avenida de turistas y visitantes a los festejos.

En ese sentido, en aquel entonces se explicó el repunte etílico en los excelentes datos de asistencia que recaudaron los festejos en honor a la patrona de los vitorianos. Sin embargo, aquellas cifras deberían haber llegado acompañadas de subidas similares entre los menores, cuando lo que ocurrió fue justo lo contrario.

Los adolescentes atendidos por intoxicaciones de alcohol y otras drogas fueron 11, frente a los 14 del año pasado, los 13 de 2007 y los 26 del año 2006. Esta tendencia a la baja confirmada en 2009 también se venía detectando entre sus mayores, con 98 grandes borracheras atendidas en 2006, 83 en 2007 y las 66 del año pasado, aunque los datos del pasado ejercicio desbarataron la estadística.

Así, el total de intoxicaciones por alcohol y otras drogas atendidas fue de 119, cerca de las 124 de hace cuatro años y muy por encima de las 80 de 2008 y las 96 de 2007. Así pues, los adultos se portaron peor que los menores en las pasadas fiestas, aunque la mayoría es consciente de que se puede beber con responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás. Lo prueban los 550 controles voluntarios de alcoholemia efectuados en las plazas de Correos y el Arka.

Medidas voluntarias De ese más de medio millar de personas que se sometieron a controles, 179 fueron mujeres y 371 hombres, y de todos ellos dieron positivo 130 personas, el 23,6% del total. Casi 160 de estas personas tenían intención de conducir, y 53 de ellos, un 33,5%, tuvieron que esperar a que se pasaran los efectos de la bebida.

Como indicaron fuentes municipales, no es que estas personas presentaran necesariamente un alto grado de embriaguez, sino que superaban la tasa mínima que impide por ley ponerse al volante, y que es de 0,25 miligramos de alcohol por litro de aire espirado. También se remarcó la utilidad de estos controles de carácter voluntario, que permiten al conductor conocer su tolerancia al alcohol y calibrar cuánto puede beber sin suponer un peligro al volante para él y para los demás.