EL registro civil del Edén era de fácil lectura pero luego los archivos se llenaron y la Tierra desmadró su censo sin que nadie supiera a ciencia cierta cuántos habitaban en ella. Ahora se estima que a lo largo de toda su historia, en el planeta han vivido 106.883.338.950 personas. El cálculo efectuado por la Population Reference Bureau toma como inicio de la humanidad el año 50.000 a. C. con dos habitantes, una pareja que fue la precursora de la descendencia del mundo. En la actualidad, más de 6.800 millones de personas conformamos este gigantesco patio de vecinos. Un único hogar para la humanidad que, presumiblemente, tiene fecha de caducidad. Porque ¿cuándo completará la Tierra su aforo? El máximo hipotético de seres humanos que puede soportar, basándonos en los recursos conocidos y las tecnologías existentes, es de 10.000 millones; censo que se espera alcanzar hacia el año 2050.

Los científicos desconocen si el planeta será capaz de sostener la vida más allá de este punto, pero los más agoreros pronostican que la miseria y las guerras se acrecentarán conforme los humanos vayan agotando las existencias. Pero no siempre hemos sido tantos, ni nos hemos multiplicado tan deprisa. Ha sido en el siglo XX cuando la población ha dado un giro copernicano y ha pulverizado todos los récords ya que anteriormente la humanidad crecía con cuentagotas. Cuando nació la agricultura, sobre el año 8.000 a. C, los residentes del globo se aproximaban a los cinco millones de personas. La mortalidad era altísima -pocos sobrevivían los primeros años de vida- y la esperanza de vida al nacer no llegaba a los 25 años. Debido a estas precarias condiciones, la población mundial tardó 1.550 años en duplicarse.

"Es realmente difícil estimar los habitantes de estos primeros periodos, ya que la población creció o se extinguió como consecuencia de hambrunas, guerras, pestes o cambios en las condiciones climáticas", precisa Iñaki Moro, del departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco. En cualquier caso, la biografía de nuestra especie es corta. La expectativa de vida tras el nacimiento fue de sólo diez años en la mayor parte de la historia humana. "Hubo una pequeño repunte con la revolución neolítica porque supuso la aparición de técnicas agrícolas y ganaderas", matiza Moro. Por ejemplo, la esperanza de vida en la Edad de Hierro y en la superficie que ahora ocupa Francia, se estima que era de unos diez o doce años. Bajo estas condiciones, el ritmo de nacimientos para que la especie sobreviviera debería de haber sido de 80 por cada 1.000 personas. Para situarnos, un crecimiento alto sería ahora de 45 a 50 personas por cada 1.000, un patrón sólo observado en algunos países africanos y de Oriente Medio con poblaciones jóvenes.

Sobre el año 1 d. C., se estima que existían 300 millones de personas y se cree que en el año 14 d. C., la población del Imperio Romano, desde España a Asia Menor, era de 45 millones. "A partir de la crisis del Imperio Romano, el crecimiento continuado empieza a recaer por hambrunas y epidemias relacionadas con malas cosechas o malas condiciones climáticas. La peste negra fue una de las pandemias más devastadoras ya que redujo prácticamente a un tercio la población", afirma Moro. Una peste que no se limitó a la Europa del siglo XIV, ya que se cree que pudo comenzar en el año 542 en India o algún punto de Asia, causando la extinción de la mitad del Imperio Bizantino en el siglo VI, con un total de 100 millones de muertos. "Y no hay que olvidar que eran poblaciones pequeñas comparadas con la actual", subraya este especialista en Análisis Geográfico Regional. El descubrimiento de América conllevó un acelerón demográfico pero, a la vez, diezmó la población local con enfermedades como la gripe.

En 1650, los habitantes rondaban los 500 millones, lo que evidencia que el crecimiento se realizó al ralentí. Estas fluctuaciones durante grandes periodos suponen un escollo en la estimación de personas que han poblado nuestro planeta. Aun así, en 1800, se sobrepasaron los 1.000 millones. Fue entonces cuando aparecieron las primeras voces críticas cuestionando la superpoblación. De hecho, en 1789, Thomas Robert Malthus, en su famoso libro Ensayo sobre el principio de población, dio la primera nota pesimista ante el crecimiento demográfico, pretendiendo que a causa del desequilibrio entre el aumento de la población, creciendo en progresión geométrica, y el de los medios de subsistencia, que, según él, crecerían sólo en progresión aritmética, el control de la natalidad era indispensable para la supervivencia de la especie.

"boom" explosivo Desde el siglo XIX, la población mundial no ha dejado de progresar exponencialmente, llegando a los 2.516.000.000 habitantes en 1950 y de ahí (de una manera vertiginosa) alcanzar los 6.800 millones actuales. "De hecho, a esta fase concreta de la historia se la conoce como la transición demográfica porque es cuando se produce el mayor boom y pasamos de modelos de alta natalidad y alta mortalidad, a un descenso significativo en el número de muertes", explica Moro.

Y es que la revolución industrial cambió el panorama demográfico de forma radical. Gracias a los avances científicos y tecnológicos de los últimos 200 años, la mortalidad infantil se redujo espectacularmente. En términos mundiales, a principios de siglo era del 150 por mil y actualmente ha descendido al 45 por mil. De la misma forma, la esperanza de vida media mundial, hace un siglo era de 49 años; hoy llega a los 72. Así se explica que en 1960 la población mundial llegara a 3.000 millones de personas; en 1987 se alcanzaron los 5.000 millones y en noviembre de 1999 sumaron otros 1.000 millones.

Las cifras deshacen también otra leyenda urbana, el mito de que hay más gente viva en la actualidad que el número de pobladores totales: históricamente han vivido más de 106.000 millones de personas en las diversas eras, de las cuales sólo estamos vivos ahora mismo una pequeña fracción, un 6%. África fue la cuna de la civilización pero actualmente es Asia el gran coloso de la pirámide. No hay que olvidar que China, India e Indonesia concentran a la mitad de todos los vecinos del mundo. La pregunta es si el planeta podrá soportar esta carga poblacional. Isaac Asimov era escéptico y aseguró que en el año 2600 se multiplicaría por 100.000, una cifra absolutamente imposible de sostener.

De todas maneras, ninguna de las catastróficas predicciones efectuadas hasta la actualidad han tenido una base científica real. Y en los últimos dos siglos -cuando la población se ha sextuplicado- el PIB mundial ha aumentado hasta 50 veces. Los expertos se debaten ahora entre la explosión o la implosión demográfica. Y hay estudios que vaticinan que la población registrará un apreciable retroceso a finales de la recién iniciada centuria.

Los pronósticos elaborados por el Instituto de Sistemas de Análisis Aplicados de Viena, conforme a 2.000 simulaciones en trece regiones, señalan que en 50 años, la Tierra llegará a albergar a 9.000 millones de personas, pero que al finalizar el siglo, su cifra se habrá reducido a 8.400 millones. La extensión del retroceso de los índices de natalidad, que actualmente afectan al mundo occidental y los efectos devastadores del sida, especialmente en África, son dos de las causas. Pero el futuro representa una incógnita demográfica incluso mayor que el pasado.