LA mayor parte de las personas han tenido una experiencia parecida: diez de la noche, cenando y una llamada del móvil que hace temer una mala noticia. Pero no, es un teleoperador de una firma de móviles que le hace una oferta que no puede rechazar. O peor: la llamada es de su propia operadora que le ofrece un contrato mucho mejor que el actual. La solución pasa por unirse al club de los solitarios náufragos que no quieren saber nada del acoso de la publicidad. No en vano, en el Estado español el servicio de exclusión publicitaria se denomina Lista Robinson, en homenaje a Robinson Crusoe, al famoso personaje de la novela de Daniel Dafoe que quedó varado en una isla desierta. En este caso, aislarse del acoso del marketing es un efecto buscado. Y es que publicidad directa no solicitada es una de las prácticas comerciales intrusivas más relevantes y la recepción de llamadas publicitarias es "una de las preocupaciones que más afectan a los ciudadanos", según la Agencia Española de Protección de Datos.
Alrededor de 115.000 personas están inscritas en la Lista Robinson. A primera vista parece un número considerable, pero en realidad se trata de una gota en el océano entre los 47 millones de españoles. La mecánica para apuntarse es sencilla. Tan sólo se precisa un ordenador y teclear www.listarobinson.es. En primer lugar, el usuario se registra con sus datos identificativos y, después, deberá decidir qué tipo de publicidad quiere evitar (a través de correo postal, llamadas telefónicas, mensajes cortos de móvil o correos electrónicos) o si quiere blindarse ante todas ellas.
La seriedad de este proyecto viene avalada por el hecho de que son las propias empresas, agrupadas en la Fecemd, la Federación Española de la Economía Digital, las que gestionan la Lista Robinson desde hace 14 años. Desde esa fecha, la iniciativa servía para controlar el correo postal pero, con los cambios legales introducidos en 2008, se obliga a todas las entidades, privadas o públicas, a consultar esas listas robinson.
la legislación protege
Denuncias y sanciones
Cualquier empresa que haga comunicaciones comerciales utilizando datos personales, es decir, aquellas que recibe un usuario a su nombre y en su domicilio, y que haya sido recogida de fuentes accesibles al público -como guías telefónicas-, debe contrastarlos con las listas de las personas que no quieren recibir publicidad. La legislación permite a un ciudadano inscrito en esa lista denunciar a la empresa que le envía publicidad ante la Agencia de Protección de Datos, que abre el expediente correspondiente.
"La lista está funcionando", sostiene José Luis Zimmerman, director general de la Fecemd, quien se basa en el hecho de que la federación ha recibido "algunos requerimientos" para identificar si determinadas personas están inscritas en el listado. En el caso de que se realice una campaña de publicidad y la empresa no consulte la Lista Robinson, tiene muchas posibilidades de que, entre sus destinatarios, exista una persona que haya renunciado a las comunicaciones. Si se da este caso, el destinatario podría denunciar el incumplimiento, momento en el cual se iniciará el procedimiento sancionador y se le impondrá una sanción cuya cuantía puede oscilar entre los 600 y los 600.000 euros.
De la misma opinión es Koldo Navascués, presidente de la Organización de Consumidores y Usuarios Vasca (EKA-OCUV), quien considera que apuntarse en estas listas es "efectivo", aunque recomienda, en los casos más insistentes, el viejo truco de pedir al teleoperador que intenta vender un producto a través de una llamada de teléfono que envíe el contrato por correo postal. Es mano de santo. "Jamás mandan nada por escrito", sostiene Navascués, quien considera que se trata de una práctica rayana con el "abuso y la desprotección". "Nuestra obligación como consumidores -añade- es solicitar un contrato por escrito y eso casi nunca se pide en caso de los operadores de telefonía móvil".
efectividad
Elimina todas las llamadas
Una vez que el particular rellena el formulario de internet, se tarda alrededor de tres meses en que la supresión total de publicidad sea un hecho. La única condición es que se trate de empresas con las que no se tenga y no se haya tenido ningún tipo de relación. Eso excluiría la publicidad recibida a través de una llamada telefónica que trata de que cambie su móvil de prepago por uno de contrato, por ejemplo. Pero, tranquilo, porque la excepción está precisamente en en hecho de que se trate de llamadas telefónicas. "El servicio de la Lista Robinson permite a un ciudadano revocar el consentimiento que dio cuando firmó un contrato con una empresa, pero sólo a la hora de recibir llamadas, no vale para publicidad postal, sms o correo electrónico", explica Zimmerman. Es decir, si usted es cliente o usuario de una empresa que le da la murga por teléfono, puede utilizar la Lista Robinson para hacerle saber que no desea recibir llamadas.
Especialmente fastidiosas son algunas campañas de teleoperadoras de móviles desde que se permitió la portabilidad, es decir, el proceso que permite mantener el número de teléfono actual cuando decide cambiarse de operador. Y el canal telefónico es uno de los más usados para hacer operaciones de marketing. "Lo cierto es que se ha demostrado que este tipo de campañas masivas son rentables para las empresas", confirma el director general de Fecemd. "El telemarketing a puerta fría es una acción muy estudiada, a la que responden 10 de cada cien personas a las que se llama", denuncia Navascués.
Pero si se trata de buzoneo, ni siquiera la Lista Robinson tiene nada que hacer. "Las publicidades que llegan a los buzones van sin nombre ni dirección, con lo cual no se dirige a nadie en particular y los datos no se han obtenido de ficheros públicos o listines telefónicos". Algo parecido ocurre con los insidiosos correos basura que llegan al e-mail. "Ahí se juntan muchísimas derivadas y nosotros no podemos resolver el problema -explica Zimmerman-. La Lista Robinson es un sistema que permite al ciudadano ejercer un derecho que está recogido en la legislación española y el spam es un problema planetario".