la noche más corta del año se hace todavía más luminosa al calor del encendido de las hogueras de San Juan, uno de esos ritos imperecederos que los barrios gasteiztarras de Arriaga y Judimendi celebran con fervor cada 23 de junio. Ayer llegó el turno de esta clásica celebración del solsticio de verano, pese a que la estación más calurosa del año entró en el hemisferio norte en la mañana del lunes.

El tiempo, tras unas semanas más otoñales que propias de esta época, por fin acompañó a los cientos de vecinos que tomaron las calles de ambos distritos y todo salió a pedir de boca. El fuego purificador hizo el resto, una tradición destinada a dar más fuerza al sol, que a partir de ahora comienza a debilitarse, y a reducir a cenizas los malos recuerdos de los últimos doce meses. Como dice la leyenda, la noche de San Juan es la más apropiada para enterrar una época y comenzar otra nueva, de buenos augurios.

El diputado general, Xabier Agirre, apadrinó por tercer año consecutivo uno de los actos más mágicos de la festividad, el que se celebra junto a la ermita juradera de San Juan, en pleno parque de Arriaga. El máximo representante foral, acompañado por un grupo de miñones vestidos de gala y los sones del aurresku, prendió la tradicional hoguera tras la recepción de autoridades y la tradicional misa. Un pistoletazo de salida ideal a la fiesta que sólo un cuarto de hora después tuvo continuidad en el foco tradicional del jolgorio sanjuanero, el barrio de Judimendi, que desde el fin de semana vive sumido en una de las celebraciones populares con más solera de la ciudad.

Tras una concurrida txistorrada y otra no menos populosa kalejira por las calles del barrio amenizada por los momotxorro y los zanpantzar, dos de las representaciones más populares del carnaval tradicional vasco, el fuego tomó el parque de Judimendi con el prendido de la hoguera.

Muchos de sus vecinos, como acostumbran a hacer desde hace más de tres décadas, lo celebraron por todo lo alto, nunca mejor dicho, cogiendo carrerilla y desafiando al vértigo saltando por encima, como si de una prueba atlética se tratase. A la sorgin dantza en torno al fuego le siguió la verbena con Joselu Anaiak, otros clásicos de las fiestas populares. Las calles del barrio enfilaron la madrugada como ya han hecho estos últimos días, salvando las distancias, rindiendo homenaje a su santo por excelencia.

Pese al carácter cristianizado de los festejos, adquirido con el paso de los años, todos se ocuparon de devolverles la tradición pagana con la que nacieron. Se ocuparon y se ocuparán, porque los programas festivos de ambos distritos tendrán continuidad durante las próximas horas en el caso de Judimendi y días en el de Arriaga. Para poner la guinda al pastel en el primero, hoy se celebrará la misa del día de San Juan y las barracas tendrán precios populares. El segundo, tras una jornada de transición, afrontará un largo fin de semana cargado de actividades cuyo punto de inicio tendrá lugar mañana con la bajada de Juanito, emblema de las fiestas.

Teatro de calle, conciertos, discoteca móvil, exhibiciones deportivas de todo tipo, campeonatos de rana, mus o futbolín, Arriaga no descansará hasta la noche del domingo, cuando Juanito se despedirá de sus residentes hasta el año que viene. La fiesta de la espuma, amenizada por una discoteca, pondrá el broche de oro a unos festejos que, con la llegada del verano, se extienden como una divertida plaga a lo largo de la capital alavesa.