Vitoria. Las buenas prácticas comienzan a partir de una buena educación. Así lo ven desde la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Álava (Asafes). Por ello, cada año organizan un programa de visitas a colegios donde pretenden no sólo acercar la realidad de estos trastornos a los más jóvenes sino también informar y solventar las posibles dudas.
Según se dice, la ignorancia es muy atrevida y lleva a conclusiones erróneas. Así lo han podido comprobar las psicólogas de Asafes, Elena García y Joana Díaz de Alda, encargadas de impartir este taller. Y es que las respuestas extraídas durante este curso han sido, en algunos casos, sorprendentes. Sobre todo, en el caso de la asociación de ciertas drogas con la aparición de trastornos psíquicos.
Los jóvenes, por ejemplo, no ven la peligrosa relación entre el cannabis y el desarrollo de una psicosis. En estas charlas, la mayoría de ellos se mostraron sorprendidos al conocer que el consumo de esta sustancia triplica las posibilidades de sufrir dicha enfermedad. Y es que destruir la asociación existente entre esta droga y algo natural y terapéutico ha sido uno de los puntos más trabajados por Asafes en todos los centros.
Un trabajo muy importante también a juicio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), que asegura que la educación en materia de drogas ha de darse desde la infancia, y no a partir de los 13 años, cuando los jóvenes del Estado empiezan a experimentar con las sustancias legales e ilegales.
Y es que el conocimiento del cannabis en primera persona y la sensación de que contribuye a mejorar la relación con el entorno social y a evadirse de los problemas cotidianos gracias a ella complica el hecho de que los jóvenes consideren esta sustancia como algo pernicioso para la salud y se les pueda sensibilizar al respecto. De hecho, según los últimos informes, esta droga es la más normalizada y la de más temprana iniciación entre los adolescentes que fuman porros desde los 13 ó 14 años, una edad en la que los médicos aseguran que al cerebro le faltan aún siete años para completar su desarrollo. Actualmente se calcula que en Euskadi, más de 60.000 personas fuman hachís o marihuana y que un 18% de los que la han probado, terminan consumiéndola de forma habitual. Expertos en medicina y drogadicción ya han expresado que el consumo de sustancias como el cannabis en individuos que aún no han terminado su desarrollo puede derivar en brotes psicóticos y en una mayor dependencia que la que se detecta en adultos.
Durante el curso 2009-2010, desde este colectivo se ha acudido a 22 centros escolares y se ha charlado con 1.225 alumnos sobre la realidad de las enfermedades mentales. Una que no afecta exclusivamente a la desinformación existente entre la relación con las sustancias ilegales sino también a otros aspectos.
realidad más cercana Así los jóvenes también han podido recibir una imagen más ajustada a la realidad de las personas que sufren una enfermedad mental, como los problemas a los que se enfrentan cada día o los efectos secundarios que producen los tratamientos de control de sus dolencias. Además, también han tratado de desmitificar falsas creencias, miedos y tabúes que excluyen a la persona enferma. El hecho, por ejemplo, de que son gente como ellos y que nadie está libre de sufrir alguno de estos trastornos. Y es que, según los últimos estudios, uno de cada cuatro vascos sufrirá a lo largo de su vida algún tipo de enfermedad mental y el 5% de ellas se corresponderán con dolencias graves.
Por otro lado, también se ha informado sobre las conductas y hábitos que pueden poner en peligro el bienestar psíquico de los adolescentes y se han ofrecido herramientas preventivas para cuidar su salud mental y motivarles hacia un estilo de vida más saludable.
Por su parte, los jóvenes han demostrado que conocen algunas de las enfermedades mentales existentes pero sólo a nivel superficial ya que, a pesar de que son capaces de reconocer términos como esquizofrenia, trastorno bipolar o trastornos de personalidad, no saben relacionarlos con su realidad ni cuáles son las conductas preventivas con respecto a ellas.
Lo que sí se ha percibido desde Asafes es un aumento en el número de alumnos que conocen a alguna persona cercana que sufre uno de estos trastornos psíquicos. Una circunstancia que ha contribuido a plantear más casos reales y a solventar más dudas surgidas desde la propia experiencia de los jóvenes.