LA crisis es la culpable de que 2.000 niños procedentes tanto de los campamentos de Tindouf como de Chernóbil se queden sin familia que les acoja en verano. Este año a Álava vendrán 45 menores saharauis, el mismo número que el año pasado. También se mantiene la cifra de los ucranianos, aunque comparada con los primeros es mucho más baja: 15 ya que el viaje desde Kiev no está subvencionado y todos los alaveses no se pueden permitir los 600 euros que cuesta el billete de avión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que disfruten de cuarenta días en estos lares para huir de los 50-60 grados que azotan el desierto durante la época estival o de la radiación que deja bajo cero las defensas de los niños de Orane, una localidad situada a 40 kilómetros de Chernóbil. Hoy día una ciudad fantasma debido a la explosión nuclear acaecida el fatídico 26 de abril de 1986.
Las mochilas de estos 60 jóvenes estarán medio vacías cuando dentro de una par de semanas pisen la capital alavesa. Dos meses después, volverán a sus casas con un par de kilos más en su cuerpo y en sus enseres.
Kiko pérez y Xenia (11 años)
"Les traje desde Ucrania y quise acoger"
A Kiko Pérez le entró el gusanillo de acoger a un niño de Chernóbil de una forma especial. En el año 2000 era el conductor que se encargaba de traer a 45 menores desde Ucrania a la localidad cántabra de Torrelavega a lo largo de tres largos días de trayecto. "Desde que estuve en ese país lo tuve claro y decidí llamar a la asociación". Un par de años después, consiguió traer a Xenia, "algo gratificante por el bien que haces al niño, al país y a ti. A mis dos hijos les enseñó otra cultura y que no es oro todo lo que reluce".
Aunque eso sí, el primer día fue un susto para todos. Xenia, al igual que la mayoría de sus compatriotas venía muy nervioso, muy pálido, delgado y con ojeras. "Se despertó cuando nos encontrábamos en el peaje de Llodio y le llamaron mucho la atención las luces que había". Las escaleras mecánicas o tener que tener más control en la calle son otros dos aspectos a los que Xenia no estaba acostumbrado en Vitoria, al vivir en un pueblo. "Aunque a todos les encanta comer fruta ya que allí no es muy habitual". Kiko también recuerda la debilidad de este niño, "corría 10 metros y se caía". Dentro de 15 días, el lunes 21, a la 17.00 horas Kiko y su familia volverán a abrazar a Xenia cuando este año se baje, por primera vez, junto a otros 14 chavales más en el centro cívico Ibaiondo en uno de los dos autobuses procedentes de Madrid.
María Jesús y Julio acogen a Vitaliy (9 años)
"Hay que tener claro el por qué"
El matrimonio de Nanclares de la Oka, María Jesús Soto y Julio González, aconseja a todo el mundo esta "experiencia enriquecedora", siempre y cuando se tenga muy claro el por qué de la acogida a los niños de Chernóbil: "Hay que tener claro que el objetivo es que recuperen sus defensas, alejarles de la radiación", aclara esta pareja que lleva tres años trayendo desde Orane -un pueblo ubicado a 40 kilómetros de la ciudad donde se produjo la explosión nuclear- a Vitaliy, un niño de 9 años, que podrá repetir estancia estival hasta los 17 años.
María Jesús destaca la frialdad aparente de estos jóvenes ucranianos. "Dicen que en sus casas tienen de todo y luego les sorprendes maravillados mirando el funcionamiento de la cisterna o que se queden horas en la ducha, porque aunque tienen bañera es un cubo". Aún así, afirman que el carácter de Vitaliy era muy "cariñoso", muy sociable que incluso participó con más jóvenes de Nanclares en las colonias de día, donde se entretenía con todo tipo de juegos, "le encanta estar en la calle porque es hiperactivo".
MArga acoge a Zoya (13 años)
"Los solteros también participamos"
No hace falta que las personas que acojan tenga que tener una pareja estable. Prueba de ello es Marga, una soltera que puso dos condiciones a la hora de acoger: "que sería niña y que le gustasen los perros para que tratase bien a mi Luna". Para que a ninguna de las partes implicadas les pille de improviso, la asociación envía al menor una foto de la persona de acogida, a la que a su vez entrega un vídeo con la familia y residencia del menor.
Marga recuerda que el primero de los cinco años que trajo a Zoya fue el "peor" porque la adolescente, de 13, es "muy soberbia", aunque no se arrepintió de la experiencia. "Son niños listos, que aprenden el idioma en seguida. Sus defensas están mejor, ahora tiene la dentadura arreglada y está bien alimentada".
En julio veranean en la localidad gaditana del Puerto de Santamaría, donde esta adolescente tiene ya su propia cuadrilla y, en agosto, en la capital alavesa. "Reconozco que soy estricta con ella porque no puede venir más tarde de las 22.00 horas, porque es una responsabilidad ¡a ver si le pasa algo!", revela esta mujer, quien también en fiestas de la Blanca la deja salir con la hija de unos amigos, "aunque hasta el toro de fuego".
pilar romero acoge a Sergiy (16) y vlad (7)
"Este verano traeré a dos ucranianos"
Donde comen uno, comen dos y, si no, que se lo digan a Pilar Romero. Durante cuatro años trajo a Sergiy, de 16, aunque hubo un año que por circunstancias familiares el chico decidió quedarse en Orane. "Entonces decidí continuar con el programa y traje a Vlad, de 7 años", comenta la presidenta de Chernobileko Umeak, que este año asume por primera vez la iniciativa en Álava.
El 21 de junio ambos menores se volverán a ver las caras y no en esa localidad ucraniana de la que ambos son vecinos. Veranearán en Vitoria, en casa de Pilar. "Vlad también me conoce de un viaje que fui a visitar a Serghiy, así que no estará tan nervioso".
El mayor además saldrá de fiesta con el hijo de Pilar que también tiene 16 años. "Desfilará en la cuadrilla de blusas de Hegotarrak el día de Santiago".
vanesa acoge a embarka (8 años)
"Fui la más joven en traer a un saharaui"
Con sólo 24 años Vanesa Álvaro acogió a una niña refugiada en los campamentos argelinos de Tindouf. Sin embargo, la idea ya le rondaba la cabeza dos años antes, cuando observó los carteles en la facultad de Educación Social. "Aproveché que me había independizado para poder traer a alguien, aunque eso no significa que no puedas acoger porque vives con tus padres", cuenta la mujer más joven de las 45 familias que participaron el año pasado en el programa AFANIS. Sus allegados le decían que esperaba al respecto. "Mi chaval me decía que aguantara un año más y mi familia también, pero yo lo tenía claro".
Vanesa recuerda que el proceso de selección fue "muy rápido" porque de lo que se trata es de buscar familias y no que éstas se encuentren con impedimentos. Después de revisar su situación familiar y superar los test psicológicos, pidió si era posible traer a una niña, "más que nada para poder entrar en los vestuarios y no depender de nadie más".
El 10 de julio del año pasado Embarka Mohamed, de 8 años, bajó del autobús estacionado en el centro cívico de Lakua, procedente del aeropuerto de Loiu, con una mochila medio vacía y con el regalo de las pulseras hechas por sus padres, como señal de agradecimiento. "Se quedó muy sorprendida al ver los árboles y a tantos miembros de mi familia porque estaba mi novio, mis padres y mis tíos". Dos meses después, el 10 de septiembre, todo el mundo estaba encantado con la llegada de esta niña que se iba con 4 kilos más.
El idioma fue la única barrera con la que se encontró esta joven ya que la niña sólo sabía el dialecto hasanía. "Durante unas semanas usé el libro que da la asociación que tiene las palabras básicas para poder entendernos. Al cabo de un mes, hablaba castellano perfectamente".
Embarka disfrutaba con su estancia en el pueblo vizcaíno de Zalduondo y de Lakua, donde todos los jueves se reunían las familias de acogida. Dentro de unas pocas semanas Embarka volverá a estar en casa de Vanesa porque se puede repetir, siempre y cuando el menor no tenga más de 12 años. Ésa es la edad límite para participar en el programa.
edurne armentia acogió a hadi
"En Semana Santa fui a su campamento"
El pequeño saharaui Hadi estuvo durante cinco veranos en Europa de vacaciones. "El primer año estuvo en Italia, luego otros dos años con una familia de Vitoria y otros dos conmigo", cuenta Edurne Armentia con cierta pena en sus ojos porque este año es imposible que el niño vuelva a pisar la capital al haber cumplido 12.
"Es emocionante cuando les ves bajar del autobús, pero el primer año estaba muy nerviosa y tienes la obsesión de hacer muchas cosas, incluso le llevé a una playa de Galicia", recuerda esta mujer quien conoció de la existencia del programa de acogida, gracias a una amiga suya que vio la llamada en el periódico y se lo contó porque Edurne se había quedado fuera de plazo para el programa de acogida de Chernóbil. Con el idioma no tuvo ningún problema porque en el colegio les dan castellano como lengua extranjera y Hadi, además, contaba con la ventaja de haber estado dos veranos en Vitoria.
Tras la despedida, Edurne fue en Semana Santa hasta su campamento. En una de las jaimas pudo conocer a la familia del niño. Además de este viaje opcional, la asociación AFANIS también ofrece otro opcional durante el puente de la Inmaculada. "Les encanta el fútbol, le llevé a Mendizorroza y al Camp Nou, cuando nos fuimos a pasar unos días a Barcelona y lo de estar horas y horas en la piscina es exagerado. Con la tele se quedan pasmados y con el cine ni parpadean".
Edurne recomienda a todas las personas que marquen el 945.173.811 porque aún están a tiempo de acoger. Esta gasteiztarra quiere dejar claro que estos niños se van contentos porque quieren volver con sus familias, aunque Hadi tenía muy claro qué quiere ser para poder estar entre dos tierras. "Me gustaría ser un pájaro para estar un rato aquí y otro allí".