Diariamente a la Tierra llegan 100 toneladas de meteoritos. Se trata de partículas normalmente muy pequeñas. La mayor parte se desintegra al chocar con la atmósfera y da origen a las estrellas fugaces. Entre ellos los hay pétreos y metálicos. Algunos de estos últimos son férricos. Y éstos, los férricos, se pueden cazar. Para hacerlo, lo único que se necesita es un imán. Por ejemplo, se limpia el alfeizar de una ventana y una semana después se pasa un imán por encima del mismo. A la superficie del imán se le pegarán unas pequeñas partículas que han caído a lo largo de la semana. Al menos un 50% de ellos son meteoritos, el resto puede ser polvo férrico de los coches o de la industria. En este caso se cuenta con la inestimable ayuda de la fuerza de la gravedad, que hace que por muy pequeñas que sean las partículas, todas inevitablemente son atraídas hacia el suelo y terminan posándose sobre la superficie. Es por ello que todos los días haya "polvo" que quitar de encima de los muebles. Pero si se mirara este polvo al microscopio, se vería que los auténticos meteoritos son redondeados, debido a que se han fusionado en la atmósfera, y a veces tienen estrías. Los residuos industriales tienen más bien pinta de virutas. Pero si realmente se quisiera ser "caza-meteoritos" profesionales, el trabajo sería más fácil en los casquetes polares y en los desiertos arenosos, porque sobre esas superficies blancas estos maravillosos tesoros de las estrellas, se localizan con más facilidad.
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