vitoria. El mercado de la droga es un gran zoco en el que no siempre se adquiere lo que se piensa que se ha comprado. No en vano, diferentes circunstancias pueden provocar que el estupefaciente que llega a la distribución lo haga muy cortado por sustancias que poco o nada tienen que ver con el principio activo por el que se ha pagado. La presión policial, la avaricia de los propios camellos, sus guerras comerciales o la escasez de materia por la supresión de rutas desde otros países pueden propiciar que la liebre sólo sea un gato disfrazado. Porque, hay que ser conscientes de que una cosa es lo que se trafica a gran escala y otra muy diferente lo que acaba en el bolsillo del consumidor. Así por ejemplo, de acuerdo con los análisis que la asociación Ai Laket!!, la calidad de la cocaína que consumen los vascos es en ocasiones cuestionable, ya que la adulteración supera en ocasiones el 70%.

El Observatorio Español de Drogas confirma en esta misma línea que la cocaína decomisada por la Policía "está cada vez más sometida a un mayor grado de dilución" al haber pasado de 1,68 gramos por dosis en 1996 al 1,17 en 2006. Pese a todo, la memoria del Programa Testing de Ai Laket!! -ahora en peligro por la anulación de las subvenciones públicas-, desarrollada en su momento en colaboración con la Facultad de Química Orgánica de la UPV, señala que la pureza de las muestras analizadas en sus laboratorios es "alta o muy alta. El 86,4% detalla el documento superan el 60% y el 66,5%, el 80%. Tan sólo un 10% de las muestras analizadas están por debajo del 50% de pureza. Resulta llamativo que el 38,8% de las muestras superan el 90% de pureza".

En cualquier caso, los portavoces del Observatorio Vasco de Drogodependencias advierten que el grado de pureza de esta droga en Euskadi es muy variable, de entre el 22 y el 94%. Pero, ¿qué es lo que le echan a la cocaína? Pues, a tenor de los análisis, un poco de todo. Analgésicos, como la fenacetina o el paracetamol, cafeína, anestésicos como lidocaína, procaína o benzocaína, antiinflamatorios, yeso, carbonato cálcico, celulosa y, para diluirla, se recurre a la lactosa, la glucosa y el manitol. De forma más puntual los análisis han descubierto etanol, butilglicol metil éter, benzoato de ecgonina y ecgonina.

Consumos actuales En la actualidad, según el último informe emitido por el Observatorio Vasco de Drogodependencias, la cocaína se ha coronado como el segundo estupefaciente más consumido por la ciudadanía vasca, sólo aventajada por el cannabis, y tras desbancar a las anfetaminas en prevalencia de consumo. De hecho, un 8,8% de los residentes en la CAV reconocen haberla probado alguna vez en la vida, un 2,6% en el último año y un 1,1% en el mes previo a la realización de la encuesta del citado organismo.

Influye enormemente en su popularidad lo sencillo que resulta adquirirla. El 86,5% de quienes la consumieron en el último mes y el 60% de los vascos de entre 20 y 44 años aseguran que les resulta "muy fácil" o "relativamente fácil" obtenerla. El empleo de la cocaína en Euskadi es, eminentemente juvenil, aunque cada vez sube más el listón de la edad en el colectivo de consumidores. Las tasas de empleo entre las personas de entre 15 y 34 años duplican las del resto de la población.