vitoria. La medicina, el conocimiento y la ciencia han obrado un nuevo milagro. No en vano, los avances sanitarios y la mejora sustancial en las condiciones de vida que derivan del desarrollo continuo han provocado que la muerte llegue cada vez más tarde a su cita con los vascos. Concretamente, tres años más tarde que hace una década. Entonces, los habitantes de la CAV se enfrentaban a su deceso a una edad media de 74,3 años. Ahora, lo hacen a los 77,4.
Claro está, el repunte en la longevidad acarrea consigo una serie de condicionantes no vistos hasta la fecha, quizás, por la inexistencia general de una tercera edad tan nutrida hasta la fecha. El caso es que gracias a que se ha prolongado la vida también han aumentado de manera exponencial las consecuencias de enfermedades ligadas a la degeneración celular, a la edad y al crepitante ritmo de vida. En ese sentido, uno de los demonios modernos, el Alzheimer, ya se cobra el doble de víctimas que hace una década. No en vano, las patologías mortales que más han aumentado en los últimos tiempos han sido los trastornos mentales y del sistema nervioso.
En ese sentido, las defunciones por demencias han subido un 40% y dentro de las enfermedades degenerativas, los fallecimientos por Alzheimer han pasado de 599 en 2008 a los 304 de 1998. En estos ámbitos, la mayor parte de los óbitos fueron de mujeres en porcentajes cercanos al 70%.
Las estadísticas no dejan de ser una sucesión de cifras. Sin embargo, su análisis conforma tendencias que cincelan la realidad. Y ésta vuelve a decir que en el País Vasco, ellas viven más que ellos. Esa circunstancia se traduce en que hay muchas más octogenarias -la edad media a la que fallecen alcanza los 81,3 años- que octogenarios -ellos tienden a morir antes, con menos de 74 años-. Es más. Cada vez hay más personas centenarias por estos lares, que son menos que las que habrá dentro de una década, con las consecuencias que ello generará en el mantenimiento de los servicios sanitarios y sociales, cada vez más saturados por el incremento de pacientes con males degenerativos y de personas con mucha edad (y con muchas necesidades vitales específicas), respectivamente. Los datos al respecto, facilitados por el Servicio vasco de Estadística (Eustat), confirman que en 2008 fueron 208 las personas que fallecieron en la CAV con más de 100 años, cifra que supera con mucho las 76 de 10 años antes.
En cualquier caso, lo que es una evidencia incuestionable son las fórmulas bajo las que se producen los decesos. Las enfermedades circulatorias y los tumores están detrás de seis de cada diez muertes en Euskadi. Más exactamente, el 30% de las defunciones ocurridas en 2008 (5.811) llegó por cánceres y similares. A continuación se situaron las patologías circulatorias, con un 29% (5.692) y, en tercer lugar, a mayor distancia, las enfermedades respiratorias, que supusieron el 10% (1.941).
Y hasta en cómo sobreviene la muerte hay diferencias notables respecto a lo que ocurría hace una década. Ahora, la incidencia del cáncer es mucho mayor. Según la Estadística de Defunciones publicada ayer por el Eustat, la prevalencia de los tumores y de las patologías cardiacas y circulatorias se ha modificado sustancialmente desde 1998. De hecho, los fallecimientos derivados de tumores han repuntado casi un 13%. Por su parte, las causadas por las enfermedades cardiovasculares han disminuido en un 9%.
Y, como en todo, el motivo de las defunciones continúa siendo distinto según el género, ya que entre los varones los tumores superan a las enfermedades del aparato circulatorio, mientras que entre las mujeres la principal causa de muerte fueron los males cardiovasculares y, en segundo lugar, los tumores.
Asimismo, la causa de defunción varia con la edad. En los menores de un año, las defunciones más frecuentes fueron las originadas en el período perinatal y por malformaciones congénitas; hasta los 34 años las principales causas de fallecimiento fueron las externas; de 35 a 74 años fueron los tumores y a partir de los 75 años las enfermedades del aparato circulatorio.
Suicidio entre los jóvenes El descenso de las muertes por accidentes de tráfico en la última década ha sido de tal magnitud (casi un 60%) que ha provocado que el suicidio sea la primera causa externa de defunción desde el año 2006. La mayor diferencia se da en el año 2008 con una relación de 171 suicidios frente a 115 fallecimientos por accidentes de tráfico, debido a que éstos supusieron un 21% menos que el año anterior. Hay que señalar, no obstante, que continúa siendo la primera causa externa de muerte en el tramo de edad de 10 a 29 años.