EL líder de 1.100 millones de católicos en todo el mundo se tambalea. A sus 83 años recién cumplidos, los escándalos de pedofilia le han dejado tocado y, según algunos prácticamente hundido, en un calvario que está a punto de crucificar su pontificado. Benedicto XVI, que ya había sido criticado como líder de la Iglesia tras la publicación de cientos de abusos en el seno del clero encubiertos durante décadas, se ha perfilado como un visionario que bromeaba con que "convertirse en Papa era como si el filo de una guillotina cayera sobre él". Porque el hombre que se calzó las sandalias del Pescador el 19 de abril de 2005, ferviente defensor de la práctica de exorcismos, se enfrenta a sus demonios.
Hace ahora cinco años, el cardenal Ratzinger fue elegido en el cónclave para suceder a Juan Pablo II, el Papa Magno al que la gente quiso hacer santo súbito en el mismo momento de su muerte. Durante sus 27 años de pontificado, el entonces cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe había sido su ideólogo, su mano derecha y el gran inquisidor doctrinal de la Iglesia católica. De hecho, a su oficina comenzó a llegar, sobre todo a partir del año 2001, toda la suciedad de la pedofilia. Tras su elección en uno de los cónclaves más cortos de la historia, la figura del cardenal Ratzinger, de 78 años, se convirtió en el fiel guardián de la ortodoxia católica.
Los votos de los cardenales para el alemán reflejaron que éstos querían continuidad y que rechazaban un cambio de rumbo reformista. Por eso el Papa ha dejado claro el integrismo doctrinal y dogmático, siendo impecable contra el matrimonio homosexual y blando contra los curas pederastas, lo que ha agravado las fracturas. Pero esta vez, la maquinaria del Vaticano, conocida por su legendaria eficiencia y reserva, no deja de tropezar y no puede mitigar el fantasma que acecha la sotana blanca. Un figura criticada y protestada por numerosos católicos descontentos por la benevolencia con los ultraconservadores y la inflexibilidad frente a los dolores de la postmodernidad. Juan José Tamayo, de la Universidad Carlos III de Madrid, se sorprende de "la facilidad con la que, en el caso de la interrupción voluntaria del embarazo, la jerarquía eclesiástica establece la relación directa entre pecado y delito exigiendo sanciones penales para las mujeres y sus colaboradores, y la dificultad a la hora de hacer lo mismo con los abusos sexuales cometidos por personas consagradas a Dios".
Los primeros síntomas: Fatiga papal
Para el periodista y escritor José Catalán Deus, los primeros años del pontificado de Benedicto XVI dejan una sensación de crisis creciente en la Iglesia católica y considera que nunca antes los desacuerdos y disensiones fueron tan sonoros dentro y fuera del Vaticano. En su libro, Después de Ratzinger, ¿qué?, Catalán hace un documentado análisis crítico de estos cuatro años de pontificado para plantearse ¿qué pasará cuando fallezca el Papa actual?, ¿cambiará el sino de la Iglesia?, y se pregunta qué desafíos y movimientos en la Curia vaticana plantea la sucesión del que califica como "el último conservador". Para el autor, el futuro del catolicismo "se presenta incierto, tanto si este octogenario Papa gobierna aún una década, como ante una hipotética sucesión cercana en el tiempo". Catalán resalta que los primeros síntomas de fatiga papal aparecen durante el cuarto año, a su regreso de su visita a los Estados Unidos, lo que no impiden dos nuevas e importantes citas internacionales: Australia y Francia, "estableciendo con Sarkozy las bases de una laicidad positiva o abierta, a la vez que respalda el papel de la Virgen de Lourdes como generador espiritual europeo".
Y es que 2009 se puede denominar como el auténtico año del calvario. Doce meses que han estado marcados por una de las crisis más graves a las que ha debido enfrentarse un pontífice en la era moderna, lo que ha debilitado, según varios vaticanistas y religiosos, la figura del Papa alemán, conocido por su capacidades como teólogo y su dureza dogmática. El perdón o reintegración en enero del obispo británico del movimiento lefebvriano, Richard Williamson, que niega el Holocausto, y la controvertida condena del uso del preservativo para evitar la propagación del sida, durante su viaje en marzo a África, continente devastado por la epidemia, generaron una polémica sin precedentes.
ACOSADO POR LA PRENSA: Fuego amigo
La soledad de Benedicto XVI, un Papa que resulta distante y hasta frío, ha sido analizada por teólogos, estudiosos y expertos. Unos estiman que Joseph Ratzinger no cuenta con buenos colaboradores, otros que le falta experiencia diplomática, que es demasiado tímido, que no consulta o que realmente responde a su línea conservadora. La prensa italiana ha destacado en las últimas semanas las fisuras dentro del grupo más cercano a Benedicto XVI, sus titulares destacan el aislamiento del Papa, el fuego amigo, la guerra en la Curia al Papa incomprendido, la rebelión de obispos por el perdón a lefebvristas, etcétera. Al respecto, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado Vaticano, ha venido recalcando insistentemente que el Papa no está solo y que sus colaboradores le son fieles; con diferentes argumentos rechaza los análisis de los principales vaticanistas italianos que hablan de una depresión profunda en el pontificado actual. El destacado analista en temas pontificios Marco Politi concluye de manera contundente: "algo está funcionando muy mal en la Curia romana". Pero aunque Benedicto XVI fue el encargado de instruir como prefecto de la Congregación por la Doctrina de la Fe todos los delitos graves de la Iglesia y empezase la purificación con el fundador de los Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, nadie acaba de ver la limpieza. En Roma nadie cree en un Big Bang católico, según la expresión del vaticanista Sandro Magister. Por eso tras cada controversia hay alguien que aprovecha para proponer una reforma total de la Iglesia.
Con una tormenta perfecta desatada, sus huestes son todavía muy fieles. Pablo Blanco, teólogo y primer biógrafo español del Papa, le defiende. Manifiesta que el Papa no está haciendo un viaje para los periódicos sino para la historia. "Ha sido fiel a su estilo, ha ido a la raíz de los problemas, desde la fe, la razón y la ética", afirma este sacerdote, que imparte clases en la facultad de Teología de la Universidad de Navarra y ha profundizado en el pensamiento de Ratzinger. La cohorte de defensores, que consideran que existe una campaña instrumentalizada en su contra, es nutrida. Martin Mosebach, un importante escritor alemán asegura que "Benedicto XVI ha elegido la misión más difícil porque "quiere sanar las nefastas consecuencias de la revolución del 68 en la Iglesia de un modo no revolucionario". "Este Papa no es precisamente un Papa dictador. Él invoca la fuerza del mejor argumento y espera que la naturaleza de la Iglesia sepa superar lo que es inadecuado para ella si se le proporciona una mínima forma de asistencia. Este plan es tan sutil que no puede ser presentado en declaraciones oficiales, ni entendido por una prensa vulgarizada de un modo casi increíble". A juicio de Mosebach, "es un plan que mostrará sus efectos sólo en el futuro -probablemente sólo claramente después de su muerte-. Pero ya ahora podemos reconocer la valentía con que el Papa define la reconciliación más allá de los límites angostos del derecho canónico (a través de la integración de la Iglesia patriótica en China, en relación a la Ortodoxia rusa y griega) o de la fusión original de la teología bíblica tradicional y la ilustrada, que nos saca del callejón sin salida de la crítica racionalista de la Biblia".
Al margen de férreas defensas desde las filas vaticanas, el dato innegable es que la oleada de denuncias de abusos sexuales por parte del clero ha sacudido los cimientos de la iglesia católica como pocas veces había ocurrido, y amenaza con incrementar la crisis de credibilidad e influencia que sufre casi sin excepciones en todas partes. Para Catalán Deus, "es de suponer que tras una epidemia descontrolada de abusos como la que ha vivido la iglesia, que ha traumatizado feligresías enteras, ha causado la bancarrota de cuatro diócesis de EEUU y ha dañado profundamente la imagen pública, las relaciones internas, la confianza de los fieles y el mismo corazón del sacerdocio, exista un cierto síndrome post traumático que dure varias décadas y traiga consecuencias a medio y largo plazo".
Con este panorama sobre la mesa, en los cafés cercanos a la Plaza de San Pedro, se dice, con el mordaz sentido del humor italiano, que el Vaticano necesita en su cabeza un nuevo Obama y no un viejo Bush.
l EL NAZISMO (Mayo de 2006). Durante su peregrinación al campo de exterminio de Auschwitz, Benedicto XVI atribuyó la responsabilidad de los crímenes del nazismo a "un grupo de criminales que han abusado del pueblo alemán para servirse de él como instrumento de su sed de destrucción y de dominación". Esta frase en boca de un Papa, de origen alemán, que parece eximir a su pueblo, creó polémica.
l ISLAM (Septiembre de 2006).
En una conferencia en Ratisbona cita la frase de un emperador bizantino del siglo XII sobre los lazos entre el islam y la violencia. Eso provocó una ola de indignación en el mundo musulmán. Esta crisis condujo a Benedicto XVI a multiplicar sus llamados al diálogo entre las religiones.
l PUEBLOS INDÍGENAS (Mayo de 2007). Durante su viaje a Brasil, el Papa afirmó que la evangelización de los pueblos autóctonos de América "no conllevó en ningún momento una alienación de las culturas precolombinas y no impuso una cultura extranjera", guardando silencio respecto a las matanzas que acompañaron la evangelización de América. Diez días después, tras la polémica levantada por sus declaraciones, Benedicto XVI evocó los "sufrimientos e injusticias" de aquellos pueblos durante la conquista del continente.
l MISA EN LATÍN (Julio de 2007). Benedicto XVI liberalizó por
decreto papal la misa en latín, o Misa Tridentina acorde a la liturgia romana anterior a la reforma del Concilio Vaticano II, dando curso a la reivindicación de los católicos tradicionalistas, lo que inquietó a los progresistas dentro de la Iglesia.
l INTEGRISMO (Enero de 2009). Un decreto papal levanta la excomunión de cuatro obispos integristas, de los cuales uno, el británico Richard Williamson, mantuvo públicamente posturas negacionistas. Esta decisión suscitó una enorme controversia así como profundas tensiones con el mundo judío y malestar con parte de los católicos, lo que obligó al Vaticano a rectificar.
l PRESERVATIVO (Marzo de 2009). En un avión que lo llevó a África, el Papa declaró que no se podía "arreglar el problema del sida (...) con la distribución de preservativos" y que, "al contrario, agravaban el problema". La indignación por estas declaraciones fue general, desde los responsables políticos hasta la sociedad civil.
l PÍO XII (Diciembre 2009). Benedicto XVI proclama venerable al papa Pío XII, cuestionado por su silencio durante el Holocausto perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, lo que suscitó fuertes protestas de las comunidades judías.
l PEDERASTIA (Marzo 2010). Estalla con toda su crudeza el tema de la pedofilia y se suman nuevas revelaciones en numerosos países de Europa y Estados Unidos que comienzan a salpicar directamente al Papa con artículos en la prensa de todo el mundo, acusándole por su silencio e inacción.