En una hermosa casa situada justo a la orilla del pantano de Urrunaga, Juani Perea termina de hacer la cama de la que bien podría ser una suite de cualquier hotel de cinco estrellas a tenor de las vistas al embalse que se tienen desde la terraza. Sea laborable o festivo, siempre hay trabajo en Atxarmin: preparar los desayunos, limpiar las habitaciones, atender a los animales... Por eso sus propietarios apenas conocen el significado de las vacaciones. "Es muy duro llevar adelante una casa así, requiere mucho esfuerzo, pero a la vez es enriquecedor", asegura.
A ella y a su marido, Txefe Martínez, una vez alguien les comentó que tenían una casa muy bonita para montar un agroturismo. "¿Qué es eso?", preguntó él. "Entérate en la Diputación y verás", le respondieron. De eso hace ya casi dos décadas. De hecho, esta casa rural de Elosu fue una de las pioneras en abrir en el territorio, que cuenta ya con cerca de sesenta alojamientos de este tipo.
El del agroturismo es un fenómeno creciente en todo el territorio de Álava. Esta pasada Semana Santa buena parte de las casas tuvieron que colgar el cartel de completo, especialmente las ubicadas en la zona de las Estribaciones del Gorbea, donde la ocupación media fue del 92%. "Quienes eligen este tipo de turismo son cómplices del objetivo con el que nació: dar vitalidad a la zona rural", explica Agustín Linazasoro, presidente de Nekatur, la asociación que agrupa a este tipo de alojamientos.
Claudio e Inés, una pareja de San Sebastián, frecuentan las casas rurales de Euskadi. Llevan toda la Semana de Pascua alojados en Atxarmin aprovechando que tienen un trabajo flexible y que pueden disfrutar de las vacaciones cuando la mayoría de los mortales ya ha vuelto al trabajo. "Venimos buscando tranquilidad porque en Donostia suele haber mucha gente", asegura Inés. El monte es una de sus pasiones, y por ello la elección de hospedarse en Elosu, "entre el Gorbea y el Aitzgorri", no es casual.
No es la primera vez que eligen esta zona para unos días de relax. El pasado año se alojaron en una casa rural de Murua, y también quedaron satisfechos. "Es cierto que el hotel da más anonimato. Depende de cómo seas quizá no te guste que estén tan pendiente de ti, pero eso nos da igual", apuntan.
No cabe duda de que el fenómeno del agroturismo arrastra a muchos seguidores en cualquier esquina. La pareja formada por María y Ata son una clara muestra de ello. Están de paso en Vitoria procedentes de Galicia y de camino a Barcelona, y han decidido hacer noche en una casa rural. "Prefiero colaborar con un negocio familiar que con una cadena hotelera", explica Ata. Tras echar un rápido vistazo por Internet dieron con una espectacular casa del siglo XVI de Maturana convertida ahora en agroturismo gracias al esfuerzo invertido por Jaione Uriarte y Marijo Zelaia, que hace ocho años llegaron de Oñate para iniciar su propia aventura. "Queríamos venir al campo y probar a ver si se podía vivir de esto".
Las dos dejaron sus respectivos puestos de trabajo, una como enfermera y otra como comerciante, para dar vida a un proyecto llamado Sagasti Zahar. En todo este tiempo esta casa rural se ha consolidado como una de las más solicitadas de la zona, gracias al boca a boca, principalmente. "La mayoría de nuestros clientes vienen recomendados", aseguran.
Sin embargo, la gran competencia que existe, no tanto entre los propios agroturismos, sino ante la gran cantidad de hoteles que se han abierto en Álava en los últimos años, les empieza a pasar factura. "Antes la gente venía a una casa rural porque, entre otras cosas, era más barato, pero ahora los hoteles también han bajado los precios, y nos están haciendo daño", apuntan. La situación se ha tornado delicada desde 2008. "La típica pareja joven que venía a hacer una escapada romántica ahora prefiere ir también a un hotel", añaden. Tanto Jaione como Marijo esperan que esta mala racha sea algo pasajero y que el negocio vuelva a florecer. "Si no, siempre habrá tiempo de volver a la enfermería", bromea Jaione.
nueva tendencia
Los trabajadores prefieren alojarse en agroturismos
Sin embargo, hay un sector, el de los negocios, en el que los agroturismos están encontrando un gran tirón. Últimamente las empresas se han convertido en sus grandes clientes, sobre todo entre semana. Muchos trabajadores que vienen a los polígonos de Miñano o Jundiz, eligen este tipo de alojamientos para pernoctar. "Tengo clientes que vienen a esta casa porque les gusta estar solos, aunque seguramente les salga más barato alojarse en el Hotel Boulevard, por ejemplo, que tiene ofertas para los trabajadores", asegura Teresa Ruiz de Apodaka, propietaria de Behitegi, un agroturismo ubicado en Etxabarri Ibiña.
Va a hacer tres años que Teresa abrió el negocio junto a su marido en esta antigua vaquería, ahora reformada y decorada con un cuidadoso estilo que combina lo rústico con lo moderno. Desde entonces han visto pasar por sus habitaciones a gentes de todos los lugares, incluso de Hawai. "Eran los tiempos en que el aeropuerto de Foronda tenía más vuelos", explica. Ahora, con la bajada de actividad del aeródromo, los clientes son principalmente españoles, de Madrid y Barcelona sobre todo. "Me dicen que tengo que aprender a hablar inglés para comunicarme con mis clientes extranjeros, pero yo les digo que no, que a este paso mejor aprender catalán", bromea.
Y no es casualidad que así sea. Son precisamente aquéllos que viven en ciudades grandes los que más se decantan por el turismo rural. "A veces es tal la tranquilidad, que les hace daño el silencio", afirma Teresa. Durante el día los visitantes encuentran una variedad de actividades a realizar en el propio pueblo de Etxabarri, que cuenta con un centro de hípica donde poder montar a caballo, y también fuera de él.
Su cercanía respecto a la capital alavesa es también un punto a su favor, lo mismo que ocurre en la casa de Elosu o de Maturana. Sin embargo, ya sea en las inmediaciones de una ciudad como Vitoria, en plena montaña, o incluso rodeado de viñedos, en Rioja Alavesa, las casas rurales del territorio encuentran una gran respuesta. En Nekatur insisten en que el perfil del usuario de los agroturismos está cambiando y que cada vez hay más vascos que evitan los grandes desplazamientos en vacaciones y apuestan por este tipo de alojamientos más cerca de sus casas, dispuestos a redescubrir el entorno que les rodea, alejados de las grandes ciudades y disfrutando por unos días del silencio.