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Padres modelo D

Tienen casi olvidados sus conocimientos de euskera, pero no han dudado en matricular a sus hijos en modelo D. Ahora que los problemas crecen, lejos de dejarse vencer por los nervios, estos tres padres castellanoparlantes ponen su granito de arena en el bilingüismo de sus niños con la ayuda del diccionario, algún libro de texto en castellano y, sobre todo, mucho interés. No en vano, Miren acude a clases para refrescar el idioma, mientras que José Ignacio y Raquel han asistido a charlas para aprender cómo ayudar a su prole con los deberes.

Miren Santana > enfermera

"Les digo que me corrijan y eso les hace sentirse importantes"

Subió peldaños hasta "quinto de euskaltegi", pero luego se quedó en el descansillo. "Lo dejé unos años y, al escolarizar a los niños, me apunté a un curso de euskera que impulsó la asociación de padres de la escuela". Es tan sólo una hora a la semana, pero le saca partido. "Aunque no coges un nivel avanzado, te sirve para recordar, no perder vocabulario y aprender nuevas expresiones", asegura Miren Santana, madre de Ainhoa y Mikel, dos pequeños de 9 y 6 años que estudian en el colegio público Félix Serrano de Bilbao.

El reloj marca las seis y media, hora de hacer los deberes. Aunque los hijos de Miren "se apañan bastante bien", a veces necesitan que les echen un cable. "Te preguntan cosas concretas y, entre los conocimientos que tienes, más los diccionarios e Internet, te van explicando el contexto y, al final, consigues sacar lo que les preguntan".

Aunque siempre que puede les intenta resolver las dudas utilizando el euskera, en ocasiones le resulta imposible. "Hasta que están en Infantil te apañas, pero Ainhoa ya está en cuarto y me supera muchísimo", reconoce. De hecho, a veces es ella la que pide sopitas a sus hijos. "Claro que les pregunto, pero se ponen muy dignos y me dicen que esos son mis deberes", cuenta entre risas. "Cuando hablo con ellos en euskera les digo: Oye, lo que diga mal me corregís, y eso les hace sentirse muy importantes", afirma.

No es habitual, pero cuando la cosa se complica y ni el ordenador ni el diccionario resultan suficientes, Miren echa mano del teléfono. "Hay veces que sí te ves más agobiada, pero siempre tienes algún aita que sabes que es euskaldun y, en el peor de los casos, le llamas y le pides ayuda".

Las faltas de ortografía, que tanto asustan a los padres, las combaten leyendo en euskera y castellano. "Nosotros cuando éramos pequeños y estudiábamos en castellano también cometíamos faltas y a base de repetir y leer las hemos ido corrigiendo", desdramatiza. Ante todo, concluye, lo "primordial" es mantener una actitud positiva. "En la ikastola hay muchos padres que no son euskaldunes, incluso gente que ha venido de fuera, y los niños salen adelante perfectamente", atestigua.

José Ignacio Alonso > electrónico

"No puedes estar toda la tarde traduciendo dos folios"

Padre de un niño de 8 años y una niña de 3, alumnos de Lauro, José Ignacio Alonso asiste, atento a una charla dirigida a padres que no saben euskera. El educador social les propone que busquen en el diccionario las palabras que sus hijos no entiendan para mostrar su interés. José Ignacio no las tiene todas consigo. "Al principio te arreglas con el diccionario, pero si te vienen con un texto con mogollón de verbos, no hay por dónde tirar. No puedes estar toda la tarde traduciendo dos folios cuando tienen más cosas que hacer".

Cuando el diccionario no da más de sí y él ya ha hecho "lo que buenamente" puede, le insta a su hijo a que pregunte sus dudas en clase. Además, se ha comprado el libro de Ingurugune en castellano para poder ayudarle con la asignatura. "Le tomo la lección en euskera, pero si quiere que le explique algo, al menos tengo una base para consultar", se justifica este padre que sabe "muy poca cosa de euskera".

A las faltas no les concede, de momento, mayor importancia. "Hablas con las andereños y es normal que las tengan. Hay que hacerles un seguimiento y, sobre todo, que lean", aconseja. Tampoco le preocupa que, a causa del idioma, tengan más dificultades con alguna materia. "Unos sacan mejores notas, otros peores, pero casi todos van saliendo para adelante".

Pese al esfuerzo que le supone, José Ignacio no se arrepiente de haber llevado a sus hijos a una ikastola. "Hay muchos recursos y tienes amigos a los que puedes preguntar, lo que hace falta es tiempo", señala, convencido de que "cuantos más idiomas tengan desde pequeños, mejor les irá en el futuro".

Raquel > auxiliar veterinaria

"Prefiero que se lo expliquen en la ikastola en euskera"

Estudió hasta sexto de euskaltegi y la teoría la tiene clara, pero no consigue avanzar en la práctica. "Me bloqueo, me quedo en blanco de los nervios", confiesa. Para que a su hija, Iraia, no le pase lo mismo, la ha matriculado en modelo D. "Me gustaría que ella en un futuro sepa euskera", confía Raquel, que no tiene muy claro cómo ayudar a la pequeña. "Está aprendiendo a leer y escribir, me pregunta muchas cosas y no sé si es bueno contestarle en castellano porque igual se vicia", teme. De hecho, añade, "quiere aprender las horas, pero en castellano, no en euskera".

En la charla, a la que ha acudido en busca de consejo, el educador social le anima a echar un cable a su hija sea en el idioma que sea, porque "si no entiende algo y se limita a copiar y pegar del libro de texto no va a desarrollar ni el idioma ni la materia". Ella, sin embargo, no parece estar muy por la labor. "Ahora le puedo ayudar, pero si no, prefiero que se lo expliquen en la ikastola en euskera", reitera.

Deseosa de poder apoyar a su hija en sus estudios, Raquel mira hacia el futuro y se "agobia". Y eso que ella tampoco contó con el respaldo paterno. "Siempre he estudiado en modelo A, pero nunca tuve el apoyo de mis padres porque estaban trabajando, así que hacía los deberes yo sola. Mi hija en un futuro hará lo mismo", aventura.

Contraria a comprar los mismos libros que tiene Iraia en castellano -"me parece un atraso"-, espera que el euskera no sea un impedimento para que cultive otras materias. "Hay cantidad de gente, cuyos aitas hablan castellano, que han hecho la carrera en euskera y no tienen ninguna dificultad. Creo que ella tampoco la tendrá", confía.

"Hay muchos padres no euskaldunes o que han venido de fuera y los niños salen adelante"

Miren Santana hace sus deberes de euskera en el salón de su domicilio junto a sus hijos Ainhoa y Mikel, de 9 y 6 años, respectivamente. Fotos: Jose Mari Martínez

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José Ignacio Alonso intenta descifrar una ficha en euskera.

Raquel ayuda a su hija, Iraia, a hacer un ejercicio.