LA Semana Santa de Vitoria se ha quedado sin su pieza más preciada: la valiosa talla del Ecce Homo que debido a su deteriorado estado no podrá participar este año en las procesiones. Los cofrades no saben con exactitud el por qué del mal estado de la escultura, pero se temen que el cambio de ubicación ha influido de forma notable. "Habitualmente, esta talla se guardaba en la iglesia del convento de San Antonio, pero este año, debido a la redistribución de espacios en el templo, hubo que trasladarla a otras dependencias del centro religioso, y no sabemos si por culpa de la calefacción o por qué, se ha estropeado", explicó ayer el presidente de la Cofradía de la Veracruz, Iñaki Ruiz de Azúa.
Reconoce que la obra ya pedía a gritos una restauración; de hecho los cofrades tenían en mente someter la escultura a un importante lavado de cara, pero en un año se ha deteriorado aún más. "El miércoles cuando fuimos a recogerla, nada más tocarla nos dimos cuenta de que la policromía estaba mal, como un huevo cuando se descascarilla, pues así", relata Ruiz de Azúa. "Así no puede salir a la calle.
Se refiere el presidente de la Veracruz a las procesiones de el Silencio, que recorrió ayer las calles del centro de Gasteiz, y a la del Santo Entierro que hoy, día de Viernes Santo, partirá a las nueve d el anoche desde la cuesta de San Vicente para recorrer San Francisco, Mateo Moraza, la Plaza de la Virgen Blanca, Postas, Paz y portal de Rey antes de regresar al punto de inicio. Ésta es la procesión de la Semana Santa vitoriana que más número de personas moviliza, ya que son varias las cofradías participantes.
Así, los cofrades volverán a pasear por las calles algunos de los pasos que ya se lucieron ayer -la Santa Cena, la Oración de Jesús en el huerto, el Beso de Judas, el Cristo Crucificado o la Soledad-. Sin embargo, no estará Ecce Homo, una talla del siglo XV, de arte flamenco que recaló en Vitoria en 1950 y que desde entonces siempre ha sido fiel a su cita con los fieles.
Ecce Homo representa a un Jesucristo dolido tras ser flagelado que, con las manos atadas con cuerdas, encuentra reposo en una piedra fría bajo la que destaca la calavera situada a sus pies. La talla, de tamaño natural, tendrá que ser restaurada, una intervención que, según Ruiz de Azúa, costará más de 30.000 euros. Un fuerte gasto para el que los cofrades solicitarán la colaboración del servicio de Patrimonio de la Diputación de Álava y del Museo Diocesano, tal y como apunta el presidente de la Veracruz. Mientras, la talla más preciada guarda silencio en el convento.