nekane lauzirika

vitoria. Una cosa es la teoría acompañada de buenos deseos y planteamientos de gabinete, y otra muy distinta modificar una realidad asentada a tres bandas entre la población, Sanidad y farmacias durante decenios. Algo de esto está ocurriendo con los proyectos para adecuar el actual sistema de dispensa de medicamentos de receta tradicional de papel por uno más ágil, eficaz electrónico. Tras más de tres años de experimentos, el sistema piloto puesto en marcha para la implantación de este sistema centralizado de receta electrónica en Osakidetza está paralizado, bloqueado en las propias farmacias de experimentación, sin posibilidad inmediata de extender el proyecto a la red general.

Algunas boticas de Llodio y Amurrio, en Álava; San Miguel de Basauri, Markina, Gordexola y Getxo, en Bizkaia, y Getaria, Legazpi y Azpeitia, en Gipuzkoa, desarrollaron inicialmente las pruebas piloto, que comenzaron en 2005 en el caso de las vizcaínas y que ahora están paralizadas. "La experiencia fue un fracaso; el sistema se colapsaba continuamente y eso que hicimos una importante inversión en el programa marcado por Sanidad; no continuamos con él porque no era operativo. Lo de la receta electrónica es un lavado de imagen que hace Osakidetza de vez en cuando", censura Miriam Egia, una farmacéutica laudioarra que trabaja en una de las boticas que se sumó con entusiasmo al proyecto.

El caso es que para que su inserción resulte efectiva, los usuarios deberán de disponer de las tarjetas sanitarias electrónicas adaptadas con un chip, imprescindible para que el proyecto funcione. El procedimiento de receta electrónica estriba en que el facultativo realiza la prescripción en el ordenador de la consulta, conectado al sistema de historia clínica informatizada, llamado Osabide, que identifica al profesional sanitario y a su paciente. La información se envía a la base central de datos, donde se le adjudica un número de prescripción único que identifica la receta y toda la información. El usuario va a la farmacia con la receta y, al mismo tiempo, presenta su tarjeta sanitaria electrónica, que cuenta con el chip donde se almacenan los datos. El farmacéutico identifica al paciente, valida la información, crea un número de dispensación único y unido al de la prescripción y entrega el fármaco.

Entre las ventajas del nuevo sistema de prescripción, los farmacéuticos son conscientes de que ahorrará tiempo a los médicos, al mismo tiempo se evitarán dobles recetas y, lo más importante, errores de dispensación. "Principalmente, está bien para los enfermos crónicos, que no tendrán que acudir a diario al médico en busca de medicamentos. El profesional de la farmacia puede hacer el seguimiento y observar si se produce una interacción o una doble prescripción".

En las primeras comparencias públicas del consejero de Sanidad, Rafael Bengoa, hace ya casi un año anunció como una de sus medidas estrellas implantar la receta electrónica en los cerca de 800 establecimientos abiertos en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) antes de 2011. Para lograr este objetivo Bengoa anunció que el Gobierno iba a destinar 1,2 millones de euros.

ambulatorios "Desde entonces han pasado muchos meses y todo sigue igual que antes. Los centros de salud donde se ubican las farmacias participantes en el proyecto tampoco se han sumado a este tipo de prescripción; las recetas siguen siendo de papel. Y para que el proyecto funcione ambulatorios y boticas tienen que ir de la mano. Nuestros pacientes vienen con las recetas tradicionales que para ellos, la mayoría de avanzada edad, les resulta más sencillo", asevera la responsable de la farmacia Eizaguirre.

"En la CAV fuimos los primeros en iniciar los proyectos piloto, pero nos hemos quedado muy atrás. Otras zonas cercanas ya han comenzado el despliegue de la receta. Y no me resigno a ello porque es un servicio que eliminaría una gran cantidad de carga burocrática de los centros de salud y que proporcionaría un mejor servicio a la ciudadanía. Ha pasado tiempo desde que el consejero anunció la receta; espero que haga algo y que no sean sólo palabras vacías", añade una sanitaria.